En esta primera entrega de una serie de investigaciones que venimos realizando sobre las entidades locales: el hombre de la bolsa, un supuesto cocainómano que secuestra niños para cambiarlos por frula.

Uno de los relatos preferidos de padres, madres, abuelos y abuelas a la hora de amedrentar a los chicos que no se quieren comer las verduras, tomar la sopa o ir a dormir temprano, es sin duda el cuento del “hombre de la bolsa” que se lleva a los niños que se portan mal. Pero detrás de aquella simple historia para meter miedo se esconden una serie de episodios que implican secuestros, trata de personas y narcotráfico, que los avezados investigadores para-anormales de El Polichombi rastrearon hasta dar con sus más duras consecuencias.

“Todo comenzó en la tumultuosa última década del siglo pasado, cuando en Salta se instaló la narcocracia romerista que dio piedra libre a los más atroces hechos en una frontera en la que todo está permitido”, señaló una fuente anónima que pudo presenciar algunos de los arrebatos de menores que luego serían cambiados por cocaína en Bolivia.

“El modus operandi de esta organización delictiva avalada por el gobierno era sencillo: un escuadrón de merqueros que encontraron en el intercambio de vidas por cocaína la razón de su existir. Eran al menos 5 los tipos que con el apoyo de la gendarmería y la policía local, traficaban niños robados que intercambiaban no sólo por merca, sino también por otros menesteres”, aseguró nuestra fuente.

Si bien luego de unas décadas se ha perdido el rastro de este grupete de antisociales inescrupulosos, el mito ha quedado arraigado en la mente de los pobladores salteños, que no dudan a la hora de amedrentar a sus hijos con el verso de “si no te tomás la sopa, te vamos a entregar al hombre de la bolsa,  que luego te va a cambiar por fafafa y él sí se la va a tomar toda”.