El avance de la pandemia impuso la máxima alerta en las autoridades. La Iglesia y su líder se mostraron desorientados. Cargnello se aventuró a esbozar una reducida fiesta religiosa en la calle, invitando a la elite local con promesa de cumplir los protocolos, pero no contaba con el desplante del gobernador y la intendenta. Retrocedió obligado y para colmo, una carta incendiaria “le hundió con rencor todo el arpón”. Rodolfo Bayer
La fiesta del Milagro en pandemia lejos está de ser ese momento de unión fraternal, en una de las provincias más católicas del país, peregrina, que renueva su pacto de fidelidad con los santos patronos. En Salta, el Milagro marca casi un fin de año anticipado. Octubre, noviembre y diciembre son apenas un bonus track. Pasan rápido. En septiembre empieza a terminar la carrera hasta año nuevo. También llega esa primavera sinfónica del Valle de Lerma. Y todo acompaña el climax espiritual de mitad de mes, donde las horas se desarrollan entre manifestaciones multitudinarias, sacrificio, fe y solidaridad.
Nacido del sismo, el evento religioso mueve la provincia y la sacude. Es un acontecimiento colectivo tan masivo que involucra a prácticamente toda la sociedad, católica y no católica. Feriados, novenas, retenes viales, punguistas y lluvias inesperadas. Es tan importante, que en esos días suelen tejerse alianzas políticas y multiplicarse las riñas de gallos.
El himno compuesto por Emma Solá de Solá resuena constantemente, como esos pasos que -de a miles- bajan del cerro, quizás por única vez al año. Pero la enfermedad descubierta en China hace 10 meses se comió la vida social de una especie entera en todo el planeta. Y en Salta eso quedó claro estos días tan extraños que acaban de pasar. La fiesta del Milagro este año no podrá ser, como casi nada este año pudo ser. Y nadie lo puede creer. Ni la franquicia celestial, que es histórico poder en estas latitudes.
Ese poder concentrado en España y Mitre no puede salir a la calle, ni amuchar al rebaño. Solo cuenta con la liturgia virtual, que disfruta mercado libre, pero que no se emociona con una misa por zoom. El himno repetitivo sonó muy poco. Por el contrario los últimos días en la curia, bien podrían ser musicalizados con la exquisita composición de Anibal Troilo (música) y Cátulo Castillo (letra), Desencuentro. Un tangazo redondo en boca. Al final con notas de pimienta y pólvora. Pocos tangos reflejan con tanta crudeza ese sentimiento pesimista, y esa realidad oscura que suele caracterizar a la música ciudadana, en casi toda manifestación.
Sin embargo, el estado emocional que logra esta obra musical de 1962 sintetiza el minuto a minuto que se vivió en torno a la tradicional festividad religiosa. Y a su importancia social, institucional y política. La explosión de casos de Covid19 de las últimas tres semanas y el virtual colapso del sistema sanitario, terminaron rápidamente con la tranquilidad de una provincia que se hunde junto al mundo, en el miedo a una enfermedad sin precedentes. “Qué desencuentro, si hasta Dios está lejano. Sangras por dentro. Todo es cuento. Todo es vil”. Parecen versos idílicos para esta homilía del desamparo. Ni siquiera la poderosa Iglesia Católica puede al Coronavirus. La que detiene temblores y cura enfermedades. La que aplastó al Imperio Otomano. La que aniquiló al zurdaje ayer nomás. No puede con un Síndrome Respiratorio Agudo (SAR-Covid19). La ciencia parece mas concentrada en la salvación real y concreta. Aquí y ahora.
Atrás quedaron aquellas palabras seguras del arzobispo Mario Cargnello, cuando auguraba una procesión del Milagro, sí o sí este año. Aunque debiera suspenderse hasta el 8 o 6 de diciembre, decía. Lejos de esa imagen encumbrada, propia de quien monopoliza la segunda fiesta religiosa del país (la primera es Luján por simple densidad poblacional) y la principal manifestación de fe de todo el interior argentino, la realidad actual dejó al verdadero Segundo Poder, en soledad y fuera de tiempo, como pocas veces se registra. Ni el mismo líder se vio convencido. Era como si actuara descreído. (Y en ese desencuentro con la fe. Querés cruzar el mar y no podes).
En ese estado anunció una mini procesión, a la vuelta de la plaza. Con poca gente, pero toda importante. Con barbijo y distanciamiento. Un verdadero foco de contagio, una locura. Un problema extra para las autoridades sanitarias, donde aún sufren réplicas de la gestión Medrano. Y encima dejar afuera al pueblo todo. Los que no son de la elite -nacidos o por opción- que la sigan en las redes sociales. El pueblo de Salta que la vea por streaming. Incluido ese peregrino fiel de El Candado (Departamento Orán). Almita morena que sabe rezar muy lindo, que es sacrificado para caminar todos los años, pero que no accede al wi- fi.
El jefe de la Iglesia dio un paso adelante, anunciando que el martes próximo sacaría las sagradas imágenes de la Catedral, como todos los 15 de septiembre. Invitó a las autoridades civiles ante la duda de todos. El corralito de clases, que suele desplegar la policía provincial durante la procesión, ahora sería televisado. Una suerte de nueva normalidad donde todos miran por pantalla lo que otros hacen con sus patronos.
Pero en forma contundente tanto el gobernador Gustavo Sáenz, como la intendenta capitalina, Bettina Romero, le señalaron públicamente que esta vez no podía ser, aunque eso destruyera la tradición salteña ininterrumpida de los últimos tres siglos. Simplemente es fuera de lugar una procesión coronavip en esta realidad. El gobernador fue mucho mas diplomático. Con mayor habilidad política.
Sáenz y Romero con golpes de uno dos, terminaron la polémica. La Iglesia quedó en clara posición adelantada. Para cuando Cargnello anunció la suspensión de su mini procesión para unos pocos, el rechazo social superaba el 80 % en una página web de zona sur. Tal como nos enseñó don Cátulo Castillo en su poema de arrabal: “En el corso a contramano, un grupi trampeó a Jesús. No te fíes ni de tu hermano, se te cuelgan de la cruz”.
Más papistas que el papa y la carta corriendo por derecha a Cargnello
El que ganó y ganó fuerte en su espacio personal fue el Presidente de la Cámara de Diputados, Esteban “Tuti” Amat, quien apoyó a la Iglesia, a la que pertenece. Después de todo, representa a todos los diputados (60), y muchos de ellos son profundamente devotos, al igual que la ciudadanía a la que representan. La lógica y el sentimiento de Amat lo pusieron entre los ganadores, aunque fijara una posición alternativa a los poderes ejecutivos provincial y municipal. Rechazar esa invitación sería negar la participación también del grueso de los diputados. Sobre todo entre los representantes del interior, que son dos tercios del cuerpo. Amat construye poder interno y sale fortalecido.
Otros invitados menos trascendentes ratificaron ser suplentes del destino. La Corte dejó correr los plazos y firmó su empate particular, sin hacer olas. Típico del Poder Judicial de Salta. El Senado Provincial, escribanía Lapad/Maroco y asociados, tan solo da fe de los acontecimientos. Así que también aspiran apenas al empate. La imagen tan a destiempo de Cargnello, es la imagen de una institución que muere de vieja. Para colmo, en la interna, tampoco salió invicto monseñor, porque un cura norteño le envió una explosiva carta, pidiéndole que haga la procesión, argumentando duramente en contra de todos los equipos políticos que democráticamente administraron y administran el poder estatal.
El cura Alberto Julio Abram le envió una carta al arzobispo donde le pidió no ceder a las presiones y sacar las imágenes, puesto que el gobierno paso medio año sin hacer nada. Enumera todas las concesiones que fue perdiendo la Iglesia en los últimos años en Salta, incluyendo la catequesis en la educación pública. Pide que no se siga sometiendo la institución al Estado. Para luego incursionar en un discurso anti política, que está en las puertas de la anti democracia.
En su carta reconoce que la UCA mintió sobre las cifras de pobreza, en un guiño a la política destructiva de la última gestión. Un discurso que seguramente puede ser repetido en cualquier esquina o café de esta provincia. Le propuso a Cargnello sacar las imágenes, en medio de un perímetro vallado, y solo compuesto por religiosos. Sin fieles. Prácticamente le pidió al arzobispo desoír a las autoridades electas por el sistema democrático. A su entender –lo dice textualmente- hizo mucho más la Iglesia Católica contra la pandemia, que quienes representan al Estado. En la carta a Cargnello, Abram deja claro el desencuentro profundo que tiene la institución con ese Estado al que recurren constantemente por privilegios.
Tal vez el arzobispo leyó los tuits y la carta, muy silencioso, medio entristecido, medio recostado en el mismo sillón que alguna vez sostuvo el cuerpo de un sumo pontífice. La imagen del hombre, hijo del hombre. Y nada más. De fondo, ese tango único, lapidario: “Quisiste con ternura, y el amor te devoró de atrás hasta el riñón. Se rieron de tu abrazo, y ahí nomás, te hundieron con rencor todo el arpón. Amargo desencuentro, porque ves que es al revés. Creíste en la honradez y en la moral. Qué estupidez!”