“Dijeron que me iban a violar, que me iban a encontrar muerta”. La frase, que parece sacada de una película sobre mafias, pertenece a una médica salteña, que lo único que hizo fue aplicar el protocolo de seguridad, cuando se enteró que querían traer desde Bolivia a una mujer enferma. Era una vecina de Tarija, donde hay circulación comunitaria de Coronavirus: más de 2500 casos.

Desde hace dos meses que esta profesional de la salud vive un infierno.
Hoy el diario La Nación relató la historia de esta mujer, que pidió reservar su identidad, por miedo a represalias aún más grandes.

Luego de tomar contacto con médicos bolivianos que pedían el traslado de la paciente Claudina Martínez, la profesional -dueña de una clínica, junto a su familia- alertó a las autoridades sanitarias y gubernamentales sobre la posible llegada de una mujer que, acompañada por todo su grupo familiar, intentaría burlar los controles del operativo de protección civil para llegar ilegalmente a Salta desde Tarija para realizarse un control médico de rutina, que aquí es gratuito, pero en el país vecino resulta muy costoso si hay que pagarlo.
Antes, los médicos bolivianos le habían pedido el traslado. Con las fronteras cerradas y en plena pandemia, la doctora dijo que no recibiría a la paciente, que antes ya había sido atendida en la institución sin problemas, como afiliada del PAMI.

Por la insistencia, la doctora denunció en los primeros días de mayo ante las autoridades la posibilidad de que estas personas quisieran llegar a Salta como diera lugar. Con ese motivo, también difundió los datos de la paciente entre los miembros de la comunidad médica.

Según detalla en la crónica el periodista Belisario Sangiorgio, a los pocos días, la familia llegó a Salta. «Llegaron al hospital San Bernardo a las tres de la mañana, en dos autos sin patentes. Cuando allí les preguntaron sus nombres y lugar de procedencia, el personal administrativo alertó a la policía. Pero la familia Martínez se fugó. Los buscaron en los domicilios declarados, pero no estaban allí. A las ocho de la mañana se presentaron en mi clínica».
Continuó su relato: «En esta situación, no podíamos dejar a la paciente en la calle. Decidí recibirla con el protocolo, porque no sabíamos si tenía coronavirus, pero venía de un lugar con circulación comunitaria. La recibí y le prohibí el ingreso a sus familiares, que debían ir a cuarentena obligatoria. Fue en este momento que comenzó la agresión. Frente a otras personas que esperaban para ser atendidas, una mujer y dos hombres de la familia Martínez comenzaron a gritar que yo le había negado el ingreso a la paciente, que habían averiguado mi dirección».
«Dijeron que me iban a violar, que me iban a encontrar muerta. Ellos pusieron en riesgo a la población de esta provincia y violaron la restricción de ingreso de personas provenientes de zonas de riesgo. A mí no me importa si son de Bolivia o de la Argentina, sino el control epidemiológico. Se atendió con el protocolo correspondiente y se realizó el estudio. Pero yo no sé si me van a esperar afuera de mi casa», señaló. Ante aquella violenta situación desencadenada en la clínica, tuvieron que intervenir los profesionales presentes para protegerla.
Luego del incidente en la clínica recibió más amenazas. Porque la policía los encontró y los llevó al lugar adonde debían realizar la cuarentena obligatoria. A raíz del estudio médico realizado, tomó contacto telefónico con un familiar de la paciente y comenzó nuevamente la agresión. “Decían que tenían amigos en la Gendarmería y que me iban a matar por haberles negado la atención; que me cuidara, que conocían mi casa, mi auto», dijo la médica.
“Es triste que nadie haya escuchado las advertencias. Yo no soy más que una médica atendiendo, tratando de que se respete todo lo que el Gobierno dijo. Pero ninguna autoridad prestó atención a mis llamados. No puedo poner en riesgo a todos los abuelos de la clínica porque una paciente se tiene que realizar una tomografía», dijo.
Según La Nación, tras este incidente, y tras la denuncia realizada formalmente, la Policía de Salta custodió la clínica solo durante algunas horas.