En promedio los salteños consumen casi 15 kilos menos de carne que el resto de los argentinos. Cuáles son las razones. ¿Será que somos tan pobres que apenas y nos alcanza para el puchero? O es que no podemos controlar la producción ganadera y la industria frigorífica. Hablan especialistas en la materia. (G.T.)

Las comparaciones son odiosas. Siempre son odiosas y así lo enseña el dicho popular. Y así lo deben aprender funcionarios y empresarios salteños porque una reciente comparación, referida al consumo de carne vacuna por habitante, deja muy mal ubicada a la provincia en el concierto nacional.

Ocurre que de acuerdo a estadísticas oficiales, cada argentino consume 58 o 59 kilos de carne vacuna por año. Pero cada salteño apenas llega a comer 45 kilos. Esa enorme diferencia de casi 15 kilos por persona fue reconocida desde la principal empresa ganadera de la provincia, el Frigorífico Bermejo, y podría explicarse por el bajo poder adquisitivo de los salteños y por el aumento sistemático del precio del bife y el puchero. “El consumo per cápita es un cálculo que se hace en función de la producción, de la introducción de carne si la hubiera, y la exportación dividido en la población. Los datos que manejamos en cuanto a la introducción de carne, la faena provincial y la faena federal, arrojan un consumo menor a estos 58 kilos nacionales y que en los últimos años está en el orden de 45 a 48 kilos” confirmó la gerenta del frigorífico, Flavia Royón.

La ejecutiva reconoció que una posible explicación es que en la provincia se come menos carne que en el resto del país porque, efectivamente, somos más pobres pero arriesgó otra posibilidad “puede deberse a la faena ilegal y a la evasión”. “Salta avanzó muchísimo en comparación con otras provincias y ha transparentado mucho la actividad pero falta mucho por hacer”, consideró Royón al ser consultada por esa ilegalidad de la cadena provincial de ganados y carnes.

La provincia cuenta con apenas dos grandes operadores en el negocio de las carnes: el Frigorífico Brunetti y el Bermejo que envía a Jujuy y Tucumán casi un 50% de su producción. Buena parte de las carnes que se consumen, entonces, llega de otras provincias o no está registrada ni controlada por ningún organismo gubernamental.

El dato oficial es que se introducen unos 25 o 26 millones de kilos de carne vacuna desde otras provincias, lo que sumado a la faena registrada lleva el número de consumo a los escasos 45 kilos mencionados. Sin embargo, la faena clandestina existe y, de acuerdo a la división Rural de la Policía, en 2014 se efectuaron 40 procedimientos y se decomisaron casi 14 mil kilos y en lo que va del año se hicieron ya 10 procedimientos y se interdictaron más de 3 mil kilos de todas las carnes, mayoritariamente de vaca. “Se hacen operativos pero son absolutamente insuficientes” contó a Cuarto Poder un ganadero que además planteó como un problema “el desmantelamiento de la Unidad de Operadores de la Carne formada al final del gobierno de Juan Carlos Romero para controlar la evasión fiscal y la transparencia de la faena”.

La comparación con la media nacional es odiosa para Salta. Comemos menos carne y la explicación, en cualquier caso, es triste: o somos más pobres o somos incapaces de controlar la producción ganadera y la industria frigorífica. La sanidad animal y, peor aún, la salud pública está expuesta a enormes riesgos.