“Vamos a tener un tipo de cambio único lo antes que podamos”, sostuvo el presidente electo. Cuando le preguntaron si había asumido una posición gradualista, lo descartó tajante: “No, eso no existe”. La duda pasa por ver qué hará Vanoli.
El precio del dólar es uno de los elementos que genera más incertidumbre de cara al cambio de gobierno. Mauricio Macri ratificó en los últimos días que pondrá fin a las restricciones cambiarias, pero todavía no está claro cuál será el día elegido para devaluar. El lunes aseguró en una entrevista televisiva que el “cepo” se termina el 11 de diciembre, pero el miércoles por la noche fue un poco más cauto. “Vamos a tener un tipo de cambio único lo antes que podamos”, afirmó. Cuando le preguntaron si había asumido una posición gradualista y tardaría cinco o seis meses en liberar, lo descartó de manera tajante: “No, eso no existe”. La duda sobre cuándo liberar dependerá en parte de lo que haga el actual titular del Banco Central. Si Alejandro Vanoli resiste en su cargo será difícil avanzar porque cualquier decisión que tome el futuro gobierno tendría que ser aplicada por este funcionario, del cual desconfían.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner anunció el 14 de diciembre de 2009 la creación del Fondo del Bicentenario para pagar deuda con reservas, lo primero que hizo el entonces titular del Banco Central, Martín Redrado, quien no estaba de acuerdo con la decisión, fue enviar el decreto presidencial a la subgerencia general jurídica para que analizara sus implicancias. Luego le giró el texto al estudio de abogados que los asesoraba en Nueva York para que analizara si existían riesgos de embargo por parte de fondos buitre. Veinte días después, el Banco no había tomado ninguna decisión y la postura que dejaba trascender Redrado a los medios enfureció a la Presidenta. “Todavía no tuvimos respuesta desde Nueva York ni tampoco finalizó el análisis interno. Mientras no contemos con esos dictámenes, el Banco no va a tratar el tema en su reunión de directorio”, aseguró el 5 de enero. Al otro día comenzó la puja para desplazarlo que se resolvió recién el 2 de febrero cuando una comisión bicameral del Congreso recomendó su destitución. Ese antecedente revela los inconvenientes que podría enfrentar el macrismo si decide avanzar con la liberación del “cepo”, y la consecuente devaluación, con Vanoli todavía en su cargo, ya que los bancos no harán nada sin que el Central se los ordene.
No hay dudas en el macrismo sobre la necesidad de poner fin a las restricciones cambiarias lo antes posible. Incluso Macri ofreció esta semana algunas definiciones sobre lo que podría venir. “El cepo se termina porque el gobierno se quedó sin dólares. Era una forma de sentarse sobre los dólares, pero ahora que se acabaron, la discusión de si debe ser gradual o no gradual no tiene sentido. Va a haber un dólar único”, aseguró el lunes en una entrevista. Con ese argumento, lo que busca Macri es trasladarle la responsabilidad de la devaluación al gobierno que se va, presentarla como algo inevitable.
Durante la campaña electoral, Alfonso Prat-Gay, confirmado esta semana como futuro ministro de Hacienda y Finanzas, aseguró que la subida del dólar oficial no afectaría “prácticamente a nadie” porque la gran mayoría de la población tiene como referencia el dólar negro. Sin embargo, bastó que Macri ganara la elección para que los precios empezaran a subir y comenzaran a escasear algunos productos, ya que las empresas especulan con la inminente devaluación.
Macri afirma que el problema no es el precio del dólar sino la inflación. “La Argentina es un país que genera dólares y encima hay un stock de dólares acumulados en poder del público producto de la estafa que ha sido la inflación”, aseguró el miércoles a la noche. No obstante, una liberación del mercado cambiario en un contexto de demanda reprimida de dólares como el actual puede derivar en una fuerte devaluación del peso en el corto plazo, con la consiguiente reducción del poder adquisitivo del salario. Para contener esa suba, el macrismo apuesta a los dólares de la cosecha y, en el mediano plazo, a los dólares financieros. Como parte de la estrategia destinada a seducir inversores, el presidente electo aseguró ayer que en enero posiblemente viaje al Foro Económico Mundial de Davos. “Es un lugar que te permite en 48 horas ver a varios presidentes y relacionarte con importantes responsables del mundo de la inversión”, aseguró. El último presidente argentino que participó de esa cumbre fue Fernando de la Rúa, quien viajó en enero de 2000, al mes siguiente de asumir.
Fuente: Página 12