Marcelo Torrico prendió el ventilador y volaron revelaciones explosivas de lo que ocurre adentro de Villas Las Rosas. Ya no se pude ocultar la existencia de una red de guardias y presos que negocian privilegios ¿Qué hay de fondo? (M.A.)
Con la seguridad de los que no tienen nada por perder, irrumpió en la sala III del Juzgado de Impugnación.
Era la mañana del 27 de noviembre. Estaba acompañado de su abogado, Eduardo Sangari y fue recibido por el juez Eduardo Barrionuevo, a quien, para empezar, aclaró que “el celular no era parte del reclamo”; su presencia tenía otro motivo: justificar un pedido de Habeas Corpus. Entonces levantó uno de sus brazos y mostró evidencias de una reacción alérgica. Comentó que días atrás peticionó atención médica pero que el pedido no había sido atendido, como dando a entender que lo tienen “abandonado”; luego, sin vacilar lanzó una potente denuncia: “Lo que uno quiere en el penal se consigue con los guardias”.
La explosiva denuncia salió de la boca de Marcelo Torrico, el hombre que saltó a la fama por cometer el brutal crimen de los hermanitos Leguina, allá por el año 98. El mismo que a mediados del mes pasado, le secuestraron de su celda un celular con 87 fotos y otras pruebas, entre las cuales se destacan selfies junto a Gustavo Lasi vestidos de guardiacárceles y comprometedoras fotos del personal de villa Las Rosas.
Torrico, según se pudo saber, en su extensa declaratoria manifestó: que recibió una dura represalia tras conocerse que tenía un celular; lógicamente aseguró que era víctima de una persecución personal, advirtió que puede comprometer a peces gordos del poder y contó que el reo Lucas Balcarce tiene tres celulares secuestrados y que a Daniel Brandan (quien lo acompaño en el asesinato de los hermanos Leguina) le secuestraron 15 teléfonos y no se hizo público, además, de asegurar que en el pabellón “F” los reclusos tienen su propia llave e incluso varias heladeras.
Según un informe elaborado por el Departamento de Inteligencia del Servicio Penitenciario de Salta, el 18 de noviembre pasado, cuando la División Requisa le secuestró un teléfono a Torrico se encontraron fotos donde el célebre asesino aparece vestido con uniforme de guardiacarceles junto con Gustavo Lasi y “tomas fotográficas de personal de la institución transgrediendo normas de conducta plenamente tipificadas”. Se informó que el celular tenía “4.334 mensajes enviados y 3.256 recibidos, 715 llamadas de whatsapp salientes y 23 entrantes”.
También que “existen fotos del personal en actividad y retirados (…) en las mismas aparecen con uniforme y de civil”. La primera interpretación que lanzaron desde organismos oficiales fue que Torrico guardaba esas fotos para extorsionar a los guardias con el objetivo de concretar una nueva fuga.
Este hecho colocó nuevamente en el centro a Torrico al igual que puso de manifiesto lo que pasa entre los muros del inframundo de Villa Las Rosas.
Prendió el ventilador
Si buscamos un tipo con un abultado prontuario, Marcelo Torrico es el hombre indicado. Ya se sabe que fue condenado junto con Ariel Brandan por el secuestro, violación de Melani y el asesinato de los dos hermanos Leguina. Y que el primer día de 2006, se fugó del Penal de Villa Las Rosas; también que fue a robar para que lo detuvieran, llegando a él la policía de casualidad. Su historia bien podría considerarse como un caso para el estudio respecto a la talla de asesinos que forman parte de la historia salteña.
De sus 44 años de vida una buena parte los pasó vinculado al hampa: narcos, chorros y policías fueron sus principales relaciones. En ese mundo consolidó una psicología oscura, que bien fue descripta por el psiquiatra David Flores y el psicólogo Usandivaras; los especialistas, destacaron “el sadismo desmesurado” de Torrico, quien les contó la violación de Melani “con indiferencia, como si fuera una película” y con una “sorprendente frialdad afectiva”. No sólo este horrendo crimen es parte de su leyenda delincuencial sino que también tiene en su haber robos y violaciones.
Cuando se escapó de Villa Las Rosas, su fama ya estaba establecida y había acumulado una cantidad de contactos que le permitían hacer lo que quería. Su fuga fue minuciosamente planeada y su concreción aportó a su persona un cierto aire de admirable perfección y eficacia: salió por la puerta de su pabellón, pasó por 15 guardias y logró salir sin problemas. Llama la atención que meses después reviente la vidriera de un local de ventas de celulares en Buenos Aires, lo cual género que de inmediato policías de la Federal lo detuvieran. Así uno de los tipos más peligrosos volvió a quedar tras las rejas, por un hecho absurdo; cabe recordar que en ese entonces el jefe de Policía, Mario Paz, intentó mostrar la detención como fruto de la investigación oficial aunque no alcanzó con su cometido puesto que era evidente que Torrico prefería estar adentro de la redonda que permanecer en la calle.
Ahora, vuelve a alborotar el avispero, con fuertes denuncias sobre la existencia de una “mafia” interna conformada por guardia-cárceles y presos. Y si bien su vida turbia obliga a tomar con pinzas sus dichos, cierto es que sobran denuncias sobre el rol gerencial de privilegios tales como celulares, celdas vip, drogas, alcohol, armas o visitas exclusivas. De cualquier manera queda clara su enorme influencia adentro y fuera del penal, y el conocimiento de los distintos grados de responsabilidad de este mafioso negocio. Por esto el temor de varios por las posibles derivaciones; tal es así que senadores oficialistas se negaron, en la última sesión, a interpelar al ministro de Seguridad sobre los negocios carcelarios.
Sólo en el lapso de este año hubo al menos cinco noticias sobre hechos terribles tales como muertes, grescas, suicidios o revelaciones sobre la mafia que se mueve en el penal. En la semana que pasó, a la crisis que atraviesa el sistema penitenciario se incorporó una nueva muerte que, sumada al caso Torrico, complica aún más el panorama. Todo es un gran quilombo y todavía no salieron a luz nombres de peso.
La insistencia por tomar superfluamente el caso en los medios es notoria, se habla de “deficiencias” en el sistema penitenciario o se alimenta la teoría de que Torrico sería un hombre malvado, despiadado, que sólo tendría ansias de hacer el mal. Así el énfasis en un imperativo moral deja de lado las relaciones de Torrico y el fondo de sus acciones. Bajo este razonamiento cabe preguntarse ¿Este hombre es el malo absoluto de esta historia o representa apenas un engranaje de una mafia oculta? ¿De dónde sacó tanto dinero para garpar a por lo menos 15 guardia-cárceles aquella vez que se fugó? Si Torrico era un preso vip, lógicamente, Gustavo Lasi (con quien compartía celda) también lo era, entonces dos preguntas sencillas se desprenden ¿De dónde sacaba dinero para bancar esos privilegios Torrico o por su poder era uno de los que los administrabas? igualmente ¿Quién bancaba a Gustavo Lasi?, eso nadie se pregunta ¿Por qué, tras su fuga, finalmente prefirió que lo metan a la redonda antes que estar en la calle? ¿Cuáles son sus vínculos con el mundo narco? ¿Por qué el senado esconde a Cornejo? ¿Porque la información fue saliendo a cuentagotas? ¿Quiénes son los policías que se encuentran detenidos y mencionó Torrico que tienen beneficios?