La Nación publicó un informe sobre la vida de los hijos de mujeres asesinadas. En siete años unos 2.196 chicos perdieron a sus madres por violencia de género y algunos están obligados a convivir con los padres asesinos. La Casa del Encuentro presentó un proyecto para quitar la patria potestad a los asesinos.
La nota en cuestión está firmada por la periodista Sol Amaya y a continuación la reproducimos íntegra:
“Josefina tenía apenas nueve meses cuando se convirtió en testigo del horror: su madre, Adriana Marisel Zambrano, fue asesinada a golpes y patadas por su padre. Tras la golpiza, las encontraron a ambas tiradas en la cama: Marisel yacía muerta, Josefina lloraba a los gritos.
El hecho ocurrió en Jujuy el 13 de julio de 2008. Manuel Alejandro Zerda, ex pareja de la víctima, fue hallado culpable de «homicidio preterintencional», y se lo condenó a cinco años de prisión. Hoy está en libertad y tiene permiso para ver a su hija Josefina dos veces por semana.
Cuando Rosana Galliano fue asesinada a balazos en la puerta de su casa en 2008 en Exaltación de la Cruz, sus hijos Jerónimo y Nehuén tenían 4 y 3 años. La justicia condenó a José Arce, padre de los niños, a prisión perpetua por el homicidio. La sentencia también alcanzó a Elsa Aguilar, madre de Arce. Hoy ambos cumplen prisión domiciliaria, y los chicos viven con ellos.
Según estadísticas de la ONG La Casa del Encuentro, en los últimos 7 años unos 2196 chicos perdieron a su madre por casos de violencia de género. Sólo en 2014 fueron asesinadas 277 mujeres en la Argentina, por lo que unos 330 chicos quedaron sin madre. En 9 de cada 10 casos, el agresor es la pareja o ex pareja de la víctima. Muchas de estas mujeres convivieron con el atacante y la mayoría tuvo que denunciarlo más de una vez.
Desde la Casa del Encuentro presentaron un anteproyecto de ley que busca quitarle la patria potestad a los hombres condenados por femicidio. «Nos basamos en la Convención de los Derechos del Niño, que incluye el derecho a vivir una vida libre de violencia», explica Fabiana Túñez, directora de la ONG. Si bien la propuesta no ha sido tomada aún por ningún diputado, esperan que este año sea tratado. «El proyecto contempla también la asistencia integral para los niños y niñas que pierden a su madre por violencia de género. Se crearía un equipo interdisciplinario que incluya tratamiento psicológico para acompañar el fortalecimiento de los chicos», detalla Túñez.
Además proponen que la ANSES les otorgue a los hijos de víctimas de femicidio un subsidio equivalente a una jubilación hasta los 18 años, para que los familiares que queden a cargo de los menores puedan ofrecerles toda la asistencia que necesitan. «Todo esto siempre y cuando los chicos no queden bajo resguardo de la familia del asesino», explica Túñez.
Visitar al asesino
«Josefina no quiere estar con su papá. Tiene miedo», cuenta Miriam, su tía, hermana de Marisel Zambrano. Sin embargo, por orden de la justicia, dos veces por semana, la nena, que ahora tiene 7 años y vive con su abuela materna, debe visitar a su padre. «Él le miente, le dice que su mamá se murió porque se cayó y se golpeó. Pero de alguna manera ella se enteró de la verdad. Una vez pasamos frente al penal donde ese hombre estuvo preso y ella me dijo ‘Acá estuvo mi papá porque mató a mi mamá'», dice Miriam.
Del lado de la familia de Marisel, tratan de no hablarle a Josefina de aquel momento, para no atormentarla. «Ni me animo a preguntarle qué sabe. Lo que hacemos es darle mucho amor y estar ahí para lo que necesite», cuenta su tía. Entre los tres hermanos de Marisel juntan dinero para ayudar a su madre con el cuidado de Josefina. «Ella tiene asistencia médica y psicológica, va a la escuela, nos aseguramos de que no le falte nada», relata Miriam. «Pero lo que queremos es que la justicia deje de obligarla a mantener un vínculo con el hombre que mató a su mamá», reclama.
«A Marisel la mataron y es como si se hubieran robado un caramelo: el tipo ya está libre y puede ejercer la patria potestad a pesar de lo que hizo», lamenta.
«Dios quiera que jamás le pase a Josefina lo que pasó con la madre. Porque quién sabe lo que puede hacer este señor si le agarra un ataque de nervios», dice Miriam. Y agrega: «Si le pasa algo a mi sobrina ¿Qué va a hacer la Justicia? ¿Quién me la devuelve? Ya la perdimos a Marisel, no queremos perder a la nena».
Convivir con el asesino
La familia de Rosana Galliano Reclama desde hace siete años la custodia de sus hijos, que hoy conviven con Elsa y José Arce, ambos condenados por el homicidio de la mujer y cumpliendo arresto domiciliario. «Mi mamá había conseguido que la Justicia la autorice a llevarse los chicos un fin de semana de por medio. Pero los últimos dos meses Arce y Elsa no la dejaron verlos», cuenta Mónica Galliano, hermana de Rosana.
«Elsa le dijo que los chicos no la querían ver, pero sabemos que eso es mentira. Ellos les llenan la cabeza», dice la mujer. Según detalló Mónica, los chicos se mantenían siempre comunicados con su abuela materna, pero ahora ni siquiera pueden hablar por teléfono. «Ellos siempre les dijeron a los chicos que los culpables de la muerte de Rosana éramos nosotros. Los manipulan y no podemos hacer nada», lamenta Mónica. «Con mi hermana él decidió ‘O sos mía, o no sos de nadie’. Tenemos miedo de que actúe igual con los nenes, que les haga daño», cuenta la hermana de Rosana. «Hay muchos chicos en esta situación, es una locura que la Justicia no les quite la patria potestad a los femicidas», añadió.
Acompañar con amor
«Chicos, su mamá falleció». La ex pareja de Wanda Taddei, y padre de sus dos hijos, tuvo que juntar todas las fuerzas que pudo para decir esa frase. Facundo y Juan Manuel tenían 8 y 6 años. Estaban en la casa cuando, tras una fuerte discusión, Eduardo Vázquez, el ex baterista de Callejeros, que era pareja de Wanda, le prendió fuego. Ella sufrió quemaduras en el 60% de su cuerpo y murió tras 11 días de agonía.
«Tuvimos que poner lo mejor de nosotros para no transmitirles el horror a los chicos, para que no se quedaran atrapados en la tristeza. Esto requiere de una fortaleza extra», cuenta Nadia, hermana de Wanda, que recuerda cómo contuvo las lágrimas todo este tiempo frente a sus sobrinos. «Esperaba a llegar a mi casa y lloraba a escondidas», dice.
«Tanto a mis sobrinos como a mis hijos, que también son chicos, tuvimos que explicarles todo. Ellos preguntaban, supongo que tenían miedo de que Vázquez pudiera salir y quisiera hacerles daño», dice Nadia.
«Como familia siempre tratamos de estar unidos, también con el padre de los chicos. Queremos ser firmes y no transmitir odio ni rencor, porque nos damos cuenta de que no es la forma», explica. «Mi hermana está muerta y Vázquez preso. Tuvo su juicio, esto no pasa en todos los casos», dice Nadia. Y agrega: «Por lo menos en este caso el femicida no es el padre de los nenes».
La muerte de Wanda Taddei y la lucha contra la violencia de género que encaró su familia tuvo una importante repercusión. «Creo que fue un caso bisagra, y ayudó a que muchas mujeres se animen a denunciar la violencia», dice Nadia, e invita a que la gente se sume a la concentración que se realizará hoy a las 17 horas frente al Congreso, bajo el lema #Niunamenos. «Es importante que se visibilice la violencia. Que las mujeres sepan que pueden decir ‘basta’. Que no están solas», sostiene Nadia.