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Los carteles mienten

 

La gestión de la intendenta Bettina Romero en Salta ha llegado a su fin, marcada por un veredicto contundente de la ciudadanía que rechazó su propuesta de reelección. Atrás quedan años en los que la administración municipal ha sido objeto de críticas persistentes, destacándose problemas que van desde la infraestructura hasta la gestión de recursos y el endeudamiento.

Uno de los puntos más álgidos de la gestión de Bettina Romero ha sido el derroche de recursos en campañas publicitarias destinadas a ensalzar su figura. Millones de pesos del erario público fueron destinados a pautas publicitarias que ocuparon espacios mediáticos y vías públicas. Incluso al final de su mandato, se despide con carteles autoproclamándose como una gestión excelente, mostrando una desconexión evidente con la realidad y las verdaderas necesidades de los ciudadanos.

En la cartelería que ha invadido las calles de la ciudad, Bettina presume sin sonrojarse con el hastag #Cumplimos, mostrando obras que fueron seriamente cuestionadas como el puente del Rio Arenales, o la separacion de residuos de origen, que fue un chasco ya que los vecinos separaban y luego nos enteramos que en la disposicion final todos los residuos iban a parar a la misma fosa del vertedero.  Adema,  publicidad de “nuevas plazas” que fueron una simple lavada de cara, o la asistencia que nunca llegó a las mujeres,  pero la realidad cuenta una historia diferente. El mismísimo hermano de Bettina, el diputado Juan Esteban Romero, cuestionó esta semana abiertamente las prioridades de la intendenta, señalando que la remodelación de la Plaza 9 de Julio no era una necesidad urgente. Además, el endeudamiento y las irregularidades en proyectos, como el abandono de la obra por parte de una empresa vinculada a la familia Romero, plantean serias dudas sobre la transparencia y eficacia de la gestión.

Los problemas de infraestructura, como baches crónicos, revelaron durante su gestión la falta de planificación y ejecución. Ha sabido generar un ambiente laboral tenso entre los empleados municipales y de la gestión con el Concejo Deliberante y todo órgano de Control. 

Las críticas no solo se limitan a la gestión de recursos materiales, sino también de la gestión. La falta de acción preventiva en Tránsito, la inexistencia de la onda verde, la dificultad para realizar trámites municipales, los contratos en manos de amigos y familiares, si han sido las verdaderas características del gobierno de Romero, mostrando la incapacidad  para abordar eficazmente los problemas claves y mantener una administración municipal efectiva y transparente. 

La ciudad de Salta espera un liderazgo que ponga las necesidades reales de la comunidad por encima de la imagen personal, un llamado que resuena en las críticas que marcaron el final del mandato de Bettina Romero, aunque sus carteles nos digan lo contrario.