La violencia policial en la provincia de Salta es un constante y son cada vez más los casos que salen a la luz por coerción estatal. Las fuerzas de seguridad violentan a los jóvenes, mujeres y a la diversidad.  En esta semana se registraron dos casos de violencia en la ciudad de Salta. La función de la policía no solo es cuidar a la sociedad sino mantener ciertas normas sociales. (Guadalupe Macedo)

El día de la primavera, en un festival de “Sara Hebe” en el centro cultural Pata Pila la infantería ultimo el festival y detuvieron a una decena de personas las cuales denuncian que fueron torturadas. El episodio registró dos mujeres detenidas y reprimidas, se persiguió a otro grupo de personas por grabar la detención a la vez se realizaron disparos al aire. Este grupo de jóvenes denuncia que a uno de ellos lo sacaron de una casa sin orden judicial, los llevaron por diferentes comisarias, les quitaron de forma violenta sus pertenencias, les cortaron el pelo con un cuchillo y les gritaron insultos homofóbicos.

La política de la fuerza pública de seguridad es proteger a los “Ciudadanos” es decir a aquellas personas de bien que cumplan con el status quo de la sociedad Salteña. Su trabajo es ser reproductores del control social, pero ellos son presas del poder que busca encarcelar, ocultar a los anormales, a quienes rompan con el orden social establecido. Por lo que el festival, y las personas que lo presenciaban que pertenecían a la diversidad sexual rompen con lo establecido por lo que la fuerza policial ejerce violencia sobre sus cuerpos, marcando un control social a través de la violencia.

Luego el día lunes, durante la sentencia del juicio de Ricardo Lona, donde le dieron 15 años de prisión por su actuación durante la dictadura militar,  un fotógrafo del diario “El Tribuno” sufrió un apriete por parte de la familia del dictador. El fotógrafo se encontraba trabajando y fotografiaba a Lona y su familia tras conocer el veredicto del Juez. La familia lo amenazo e increpo por estar sacando fotografías. La policía Salteña acompaño el pedido de la familia amenazando al fotógrafo con detenerlo por provocar disturbios en la vía pública. Acá observamos una práctica policial, que busca mantener el prestigio de la estirpe salteña, donde se defiende a pesar de los crímenes de lesa humanidad cometidos a familias con poder adquisitivo, violentando a un periodista solo por realizar su trabajo que puede afectar el buen nombre de la familia. Es decir que la policía opera como un organismo defensor de las clases altas a pesar de todo.

Cristian Gallardo y David Farfán fueron víctimas del Gatillo fácil, ya que fueron asesinados por policías y sus casos todavía permanecen impunes. David Farfan murió en una comisaria de Zona sur de la ciudad de Salta y Cristian Gallardo murió tras una golpiza policial en Finca Independencia. Estos casos son algunos donde la policía acciona ante una persona abusando de su poder, sobre aquellos cuerpos que son considerados peligrosos, para proteger la seguridad de los vecinos se acciona sobre los peligrosos. Son los vecinos los que piden más seguridad al gobierno, por lo que se festeja, el deceso de personas delincuente y se pide más cárceles, reduciendo el conflicto social que viven estas personas y dejando de lado problemas estructurales de la sociedad.

La policía hace una distinción de ciudadanos, donde quien no cumple con los parámetros de “Normalidad” es considerado peligroso, por lo que la policía puede sobrepasarse con ellos. Por esto, jóvenes pobres, personas que pertenecen a colectivos de la diversidad y mujeres son violentados por prácticas policiales que se repiten cotidianamente como es el pedido de DNI y detención por lo que se llama “portación de rostro”.

El personal policial se encuentra a disposición de la sociedad en su horario de trabajo, son educados para que cumplan su tarea de control y vigilancia dentro de la sociedad Salteña. En su formación, son encerrados, para que asimilen y neutralicen las fuerzas de poder que existen dentro del perverso aparato de dominación. Los policías son expulsados y restringidos, ya que su trabajo y formación previa los transforma en eslabones del poder, que son dominados por las estructuras jerárquicas que los ordenan, y por las regulaciones de seguridad que los domina.

Son funcionales a un sistema de control perverso, su trabajo se enmarcan en el cumplimiento de estructuras de poder que los individualizan y desubjetiviza. Dentro de las relaciones de “saber- poder” en las que están inmersos siempre hay otro que tiene más conocimiento que ellos a los que le deben subordinación y respeto, por lo tanto viven en situaciones extremas de control y vigilancia tanto dentro como fuera de su trabajo. Tienen que cumplir con órdenes que dan los gobiernos de turno, deben mantener la seguridad según los parámetros que ellos establezcan, por lo que hay lugares donde permiten el robo y hay lugares donde custodian con su vida la seguridad de los ciudadanos. El trabajo es transformado  en fuerza de producción, medido por el tiempo, colocado en el mercado y retribuido por un salario. Es un trabajo que, esta amputado de toda su realidad humana. Esto lleva a que se conviertan en eslabones de la máquina del poder, dejando de lado la humanidad, siendo capaces de matar, golpear, insultar, agredir al otro para mantener su trabajo o mejorar su salario.