La intervención de Cristina Fernández de Kirchner en Salta y Misiones provocó un terremoto en la política local. Mientras los seguidores de la viuda celebran la movida como un reagrupamiento estratégico, en el PJ saenzista la ven como una amenaza a su autonomía. Entretanto, los discursos de los mandatarios locales, Gustavo Sáenz y Emiliano Durand, marcan el inicio de la cuenta regresiva para las elecciones legislativas de mayo, con la mirada puesta en el inminente armado de listas.
La semana política salteña estuvo marcada por la decisión de la viuda de Nestor Kirchner de intervenir las sedes locales del PJ, poniendo al frente al militar y ex ministro de Seguridad, Sergio Berni. La movida sorprendió a propios y extraños, abriendo un abanico de reacciones que van desde el fervor de los aliados más cercanos hasta las enérgicas denuncias de quienes se sienten despojados de su autonomía política. Sin embargo, al desentrañar los intereses detrás de la intervención, se vislumbra un objetivo del kirchnerismo duro: reconfigurar las alianzas dentro del peronismo y consolidar el control en un año electoral clave.
Los cristinistas de la primera hora, aquellos aglutinados bajo el ala del Partido de la Victoria (PV) y otros movimientos que podrían considerarse del filo-kirchnerismo tardío, recibieron la decisión con euforia. Para ellos, la intervención en Salta, especialmente, llega en un momento oportuno. La provincia parecía encaminada hacia una nueva disputa interna que –otra vez- ponía en riesgo la preeminencia de los kirchneristas locales. Los acercamientos incipientes entre el PV y el peronismo saenzista, liderado por el gobernador Gustavo Sáenz, habían encendido las alarmas dentro del campamento cristinista. La posibilidad de perder terreno frente al ala moderada y pragmática del PJ salteño parecía inminente.
Los popes del PV, entre los que se cuenta el tartagalense, Sergio Leavy, se sienten ahora respaldados, en lo que probablemente hubiese sido una interna perdida, nuevamente, ante los sectores afines al oficialismo provincial. Sin embargo, no todos celebran el movimiento.
Desde el otro lado de la vereda, el PJ saenzista denunció lo que consideran una suerte de “camporización” del peronismo salteño. Acusan a la máxima autoridad partidaria de actuar de manera “arbitraria y centralista”, imponiendo una nueva estructura que no cuenta con el apoyo de la base militante. En palabras del diputado nacional Pablo Outes, la intervención representa “la total falta de democracia interna” y una vulneración a la voluntad de los afiliados que, según él, habían elegido sus autoridades de manera democrática. “Con esta decisión, se cierra el peronismo a una sola vertiente: la camporista”, sentenció Outes.
Sin embargo, lo que se percibe como una disputa interna dentro del PJ salteño es solo una pieza más en un tablero político mucho más grande. La jugada de Cristina Fernández de Kirchner tiene un claro objetivo: redefinir la composición del peronismo a nivel nacional y, particularmente, alinear a los gobernadores del partido hacia un único proyecto electoral. Aunque la decisión tuvo como foco las provincias de Salta y Misiones, su mensaje está dirigido principalmente a la provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof, gobernador y propietario de buena parte del voto duro K, no ha mostrado una adhesión total al proyecto político de la presidenta del PJ.
La intervención en Salta, por lo tanto, no solo busca apuntalar a los cristinistas de la región, sino también enviar una señal clara a Kicillof y al peronismo bonaerense: el futuro del partido depende de la unidad y el alineamiento con la estrategia de la “jefa”. Es un mensaje velado hacia el gobernador de Buenos Aires, quien aún mantiene una postura algo distante respecto a los movimientos de Cristina, incluso en el contexto de las elecciones legislativas que se avecinan. La incertidumbre sobre el apoyo de Kicillof a la candidatura de la ex presidenta refleja una debilidad estratégica del kirchnerismo, que, en pleno año electoral, no ha logrado consolidar una alianza firme con todos los gobernadores peronistas.
En contraste, el presidente Javier Milei, se vanagloria de contar con el apoyo tácito de casi todos los gobernadores peronistas. La intervención en Salta, lejos de ser una jugada interna sin mayor impacto, es un recordatorio de que, para Cristina, la política se juega a varios niveles.
Discursos y miradas hacia las elecciones
Como cada 1 de marzo, las máximas autoridades de los ejecutivos provinciales dan inicio a las sesiones ordinarias del poder legislativo, marcando un hito en la agenda política de la provincia. En un contexto cargado de tensión y especulaciones electorales, los discursos del gobernador Gustavo Sáenz y del intendente capitalino, Emiliano Durand, son esperados, ante todo, por sus implicancias de cara a las legislativas de mayo.
Fiel a su estilo, el gobernador Gustavo Sáenz ofrecerá un discurso extenso, en el que repasará su gestión de cara a su sexto año al frente de la provincia. Se espera que las clásicas referencias religiosas sean el marco que envuelva su intervención, subrayando una vez más su apego a los valores del federalismo. En particular, se mencionarán algunos proyectos clave que podrían modificar la infraestructura provincial. Y no faltarán las referencias a medidas controversiales, como el cobro de servicios de salud a extranjeros, una propuesta que ya desató intensos debates en la sociedad salteña.
Emiliano Durand, por su parte, ofrecerá un discurso notablemente más breve, con un marcado enfoque en la administración eficiente del gasto público y en la necesidad de solucionar problemas inmediatos, como el deterioro de las calles de la ciudad. No faltarán, sin embargo, alusiones a la herencia de su antecesora, Bettina Romero. En cuanto a los anuncios, Durand adelantaría la construcción de un nuevo puente sobre el canal Juan XXIII y una rotonda que conectará el puente Ayacucho con Avenida Banchik.
Carrera por la senaduría
Sin embargo, la atención también estará concentrada en los participantes en ambos recintos. Entre ellos, dos nombres que suenan fuerte para la senaduría provincial: Guillermo Kripper y Bernardo Biella. El primero, más cercano al saenzismo, es percibido como una figura que podría aglutinar el apoyo tanto del oficialismo provincial como del durandismo. Aunque sus altos niveles de conocimiento y cercanía al mandatario lo colocan en una posición favorable dentro de la interna, su carrera legislativa comienza a mostrar signos de desgaste, especialmente si se lo enmarca en un enfrentamiento directo con los candidatos de La Libertad Avanza.
Biella, por su parte, ha tenido una carrera política extensa y variopinta, lo que facilita su vinculación con lo más acomodaticio de “la casta”, algo que podría restarle apoyo en un contexto donde la antipolítica cobra fuerza. Sin embargo, no son pocas las mediciones que lo ubican como favorito en un mano a mano con las principales figuras libertarias.
La carrera por la senaduría está lejos de definirse, y los movimientos de Sáenz, Durand, Biella y Kripper serán seguidos de cerca en las semanas que se avecinan. Lo que está claro es que, como en toda contienda política, las decisiones de hoy podrían determinar los resultados de mañana.