Hubo movimientos claves en el banco que maneja las finanzas de la provincia de Salta. El financista Jorge Brito aceptó un reacomodamiento en el Banco Macro y su cuñado y socio, Ezequiel Carballo, ocupó una estratégica oficina. (Gonzalo Teruel)
Sigue siendo el hombre fuerte, el más influyente, de la economía argentina pero bajó su perfil y pasó a discretos cuarteles de invierno. Después de apostar, muy fuerte según dicen, por el fallido proyecto presidencial de Sergio Massa y ya con Mauricio Macri en Casa Rosada, el financista Jorge Brito aceptó un reacomodamiento interno del Banco Macro.
Su cuñado y socio desde hace 40 años, Ezequiel Carballo, volvió a ocupar una estratégica oficina en la principal entidad bancaria del país. “En abril y tras 4 años fuera de la entidad, Carballo, socio fundador del banco, regresó como vicepresidente de la entidad” confirmó la prensa especializada.
Brito y Carballo mantienen desde siempre una excelente relación y comparten el 40% (20% cada uno) del paquete accionario del Banco Macro. Juntos decidieron los destinos de la institución durante décadas aunque en la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, sin enfrentarse, mantuvieron diferencias estratégicas: cuando el gobierno instauró el “cepo cambiario” en 2011, Brito compró casi 20 millones de dólares y Carballo cerca de 15 millones más hasta que la presidenta los acusó en privado y también en público de ser organizadores de una corrida cambiaria para desestabilizarla.
Carballo planteó ir a fondo (y comprar más y más dólares) pero Brito reaccionó y evitó romper vínculos con el gobierno. Ezequiel se fue, Jorge se quedó. Y, de algún modo, recompuso la relación con el gobierno como hizo siempre, con Carlos Menem, con el efímero Fernando De la Rua, con Eduardo Duhalde, y con Néstor Kirhcner.
A diferencia de otros banqueros que saben mucho de economía y poco de política, a pesar de sus malas elecciones Jorge Brito tiene una enorme capacidad para ir y volver: en la década del ‘90 con el auge de las privatizaciones y la desregulación del sistema financiero compró varios bancos provinciales y consolidó al Macro como referencia bancaria nacional con aval de Menem y de varios gobernadores, entre ellos Juan Carlos Romero, y después apostó por el fallido gobierno de De la Rua al que en un intento de salvataje le prestó uno de sus hombres de confianza, Cristian Colombo, como jefe de Gabinete.
Pero cuando esa experiencia neoliberal cayó en desgracia sin ponerse colorado supo reinventarse y sostuvo financieramente al bombero Duhalde. De nuevo apostó por Menem y fracasó estrepitosamente en 2003, pero rápido llegó a Kirchner y generó impensados negocios para uno y otro: compró el Banco Suquía, el Banco del Tucumán y el Banco Bisel entre otras adquisiciones y, por ejemplo, llevó al presidente a tocar la emblemática campanita que da inicio a la jornada bursátil en Wall Street y lo presentó al mundo financiero.
Con Cristina, lo dicho, la relación fue de tensión permanente pero nunca llegó al río la sangre verde de los dólares. El año pasado y contra todo pronóstico, eligió a Massa por encima de Macri y de Daniel Scioli. A todas luces la opción no fue la mejor. Sin embargo, ya comenzó el operativo de acercamiento al gobierno y, sobre todo, al presidente.
Por lo pronto, bajó el perfil y reincorporó a Carballo y sus hombres (Carlos Giovanelli, Nelson Pozzolli, Ariel Sigal y Mario Vicens) al directorio del Macro. “Es una señal de paz hacia la Casa Rosada” comentan en reuniones de empresarios y políticos. Otros gestos en la misma dirección son su retiro de la presidencia de ADEBA (la Asociación de Bancos de Argentina) después de casi 15 años, la apuesta concreta al éxito del blanqueo de capitales y la participación en la colocación de títulos públicos, nacionales y provinciales, en el mercado financiero internacional.
“En una entrevista con Radio Belgrano, propiedad de su hijo Marcos, dijo que el blanqueo de capitales podría llegar hacer ingresar a las arcas del Estado más de 60 mil millones de dólares. El más optimista de los pronósticos hablaba de 40 mil millones” sintetizó la revista Noticias hace unos días.
La titularidad del 40% de las acciones ubica, como siempre, al tándem Brito – Carballo a resguardo de cualquier intento extraño por controlar al Banco Macro. El Estado tiene el 30% y el resto se divide en pequeñas porciones de inversores nacionales e internacionales.
El control del banco lo tiene el directorio, del cual Brito es el presidente y Carballo el vicepresidente. Eso es lo que dicen en el Macro para alejar cualquier rumor sobre internas en el principal grupo financiero del país. Lo saben Macri y Massa y también los gobernadores como el salteño Juan Manuel Urtubey.
Los presidentes pasan. Jorge Brito queda. Los gobernadores pasan. Jorge Brito queda. Siempre es así. Brito va y viene pero, eso sí, la plata nunca viene y siempre va para su banco.