A enorme distancia del peronismo, el PO y la UCR pelean por subirse al podio de las próximas elecciones y quedarse con el título de “tercera fuerza política de la provincial”. (G.T.)
Con un seguro triunfo de Juan Manuel Urtubey en las próximas elecciones y por una diferencia que muchos, oficialistas y opositores, creen lo ubicará a no menos de 20 puntos de Juan Carlos Romero el enigma por develar es quién se quedará con el lugar de “tercera fuerza política en la provincia”. La disputa se da entre el Partido Obrero y la Unión Cívica Radical.
El primero en reclamar ese nada despreciable sitial fue el PO que al día siguiente de las primarias empapeló Capital Federal con afiches anunciando que la izquierda se consolidó como tercera fuerza. Los números le dan la razón: el 12 de abril en la categoría “gobernador” aventajó a la UCR por algo menos de 4 mil votos y poco más de medio punto, 7,29% a 6,67% del electorado.
Esa exigua distancia presenta, sin embargo, el resurgimiento del radicalismo salteño, que después de largos años superó el 5% con candidato propio, y preocupa al trotskismo que en los últimos procesos electorales se consolidó como alternativa a las distintas variantes del peronismo y sus aliados.
Unos y otros, entonces, intentan sostener a sus votantes y capturar la voluntad de aquellos desencantados con los resultados de las primarias. El PO remarca su carácter de genuina oposición y denuncia que así como Urtubey y Romero “son lo mismo”, el radicalismo también lo es. La UCR, a diferencia del PO, se presenta como la renovada alternativa democrática al PJ capaz de construir acuerdos y consensos que aporten soluciones a los reales problemas de la gente.
El interrogante para ambos es a dónde irán, por ejemplo, los votos que Guillermo Durand Cornejo consiguió en Capital y que nadie puede garantizar se queden con Romero. En el PO creen que son votos de oposición y que, sin importar ideologías, se sumarán a sus voluntades. En la UCR sostienen, en cambio, que esos votos de ninguna manera pasaran desde el conservadurismo al trotskismo.
Así las cosas, esta semana los obreros mantuvieron su campaña tradicional y volvieron a la carga con viejas luchas en el Concejo Deliberante y criticaron por igual al intendente Miguel Isa y sus posibles sucesores Javier David y Gustavo Sáenz. Además, sumaron un gran triunfo político: el Congreso de la Nación aprobó por unanimidad una ley de resarcimiento para ex trabajadores de YPF impulsado por Pablo López.
Los radicales, por su parte, con Miguel Nanni a la cabeza intensificaron su presencia en los medios de difusión y denunciaron que fueron víctimas de un “ataque mafioso”. “Chicos en moto recorrieron todos los lugares donde estaban nuestros carteles y los destruyeron” denunció Nanni y arriesgó que “evidentemente fue una acción organizada porque no dejaron unos solo sano”.
El ministro de Gobierno, Juan Pablo Rodríguez, condenó la ruptura de la cartelería radical y calificó el episodio como un “ataque a la democracia” y lo mismo hizo el Senado en su última sesión. La estrategia de victimización causó efecto y, frente al desconcierto del PO, la UCR volvió a estar -aunque sea por unos días- en medio de la discusión política y se ilusiona con mejorar sus números el 17 de mayo.
En menos de 20 días se sabrá a quién le colocan la medalla de bronce los salteños y le confían la representación de las necesidades y propuestas que el peronismo que gobierna la provincia desde hace 20 años mantiene pendientes.