Entre los muchos objetos que forman parte del patrimonio de todos los argentinos, el Museo Histórico Nacional atesora una curiosa caja con una historia que pudo terminar en un asesinato; conocé la historia de la Máquina Infernal

Cuenta la historia que cuando arreciaba la lucha entre unitarios y federales, entre 1838 y 1842, hubo una tentativa de asesinar al brigadier Don Juan Manuel de Rosas, quien era en ese entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. El intento de homicidio comenzó sin querer, en 1841, cuando la Sociedad Real de Anticuarios del Norte, en Copenhague, le envió al Cónsul de Portugal en Montevideo una caja con una colección de medallas que debía hacer llegar al gobernador de la provincia de Buenos Aires. La caja contenía una llave y una carta con las instrucciones para abrirla.

El caballito de Troya

Un grupo de unitarios, exiliados en Montevideo, se apoderó del envío y lo entregaron a José Rivera Indarte, quien transformó la caja de medallas en algo que denominaron como la “máquina infernal”. El caballo de Troya, en vez de soldados griegos, contenía en su interior 16 cañoncitos cargados con balas, que dispararían en todas direcciones cuando se levantara la tapa de la supuesta “caja con medallas”. Los complotados prepararon el envío para el Cónsul, como si acabara de llegar, y así fue despachada a Buenos Aires.

El paquete llegó el 27 de marzo de 1841 a la casona de Palermo donde vivía el gobernador, y fue recibido por su hija y secretaria, Manuelita Rosas. La entrega y el remitente le llamó la atención. Se lo mostró a su padre, pero no le prestó demasiada atención, de hecho ni siquiera lo abrió. Pero su hija estaba ansiosa. Insistió y su padre le pidió que lo abriera.

Rompió los papeles que lo envolvían y se encontró con una linda caja forrada con un paño blanco y una llave, que metió en la cerradura y giró. La tapa saltó bruscamente. Se escuchó un ruido metálico, pero el dispositivo que debía disparar las balas no funcionó. Entonces, la cerró nuevamente y se la llevó a su padre, quien intuyó algo extraño.

Efectivamente, cuando la abrió, notó que en su interior los cañoncitos estaban cargados con balas, y que no contenía ninguna medalla. Los gatillos estaban unidos con un alambre, para que hicieran fuerza cuando se abriese. El mecanismo falló.


(Foto: así era el dispositivo denominado como la caja infernal).

La campaña del miedo

El fracaso del atentado renovó las fiestas y las adhesiones al Restaurador de las Leyes, Juan Manuel de Rosas, ahora más entusiastas que nunca. Los brindis, notas y discursos revelaban lo peligroso que habría sido matar a Rosas, y por un tiempo la máquina estuvo expuesta al público en la casa del ministro Felipe Arana.

Sin embargo, el miedo se mantuvo vigente. Ante cualquier eventualidad u nuevo intento de atentado contra el gobernador, José María Roxas y Patrón, ministros de Dorrego y de Rosas, propusieron a Manuelita como reemplazo de su padre en caso de muerte súbita. Rosas agradeció, pero expresó la salvedad:

“Como ustedes lo dicen, es cierto que la niña está impuesta de los asuntos de la administración y de la marcha que ellos deben seguir; pero es más cierto que lo que ustedes pretenden es nada menos que el gobierno hereditario en nuestro país, el cual ya ha aventado tres o cuatro monarquías, porque eran hereditarias”. Juan Manuel de Rosas.

Inspirado por un fuerte espíritu republicano, Rosas se refería a los diversos proyectos de monarquía surgidos en años anteriores y que el país no había aceptado.