Especialistas analizan la estrategia del líder del Frente Renovador, Sergio Massa, para capitalizar la porción del electorado que escapa a la polarización. ¿Cuánto mide la «ancha avenida del medio» a la que apuesta Massa para las elecciones 2017?

A cuatro meses de las PASO, la polarización vuelve a copar el escenario político. Se palpa en las reacciones de los dirigentes de Cambiemos y del kirchnerismo ante los piquetes, las marchas del 1A , el paro nacional de la CGT o el conflicto docente. Sergio Massa quiere romper la polaridad y evitar que las elecciones legislativas sean una réplica del ballottage de 2015. Por eso repite en cada uno de sus discursos que representa a la «avenida del medio». ¿Cuán «ancha» es esa arteria a la que apunta el líder del Frente Renovador?

Analistas consultados por LA NACION creen que existe una porción del electorado -alrededor del 40 por ciento- que transita por esa «avenida» y que representa en muchos casos el voto indeciso que los políticos buscan cazar en un año electoral.

«Hay un 25 o 30 por ciento de argentinos que son votantes fieles al kirchnerismo y otro 25 por ciento que se inclina por Cambiemos», explica Mariel Fornoni, directora de Management & Fit. «El 50 por ciento restante -afirma- no tiene una pertenencia sólida con ningún espacio político y definen su voto según el escenario económico, político y social en el que se encuentre al momento de votar. Ese segmento es el que inclina el resultado de la elección».

Para Ricardo Rouvier, «el problema es [saber] cuánto es el peso electoral» que tiene la avenida del centro. «Hoy no parece ser muy amplia esa avenida. El Frente Renovador tratará de ensancharla en la campaña, mientras Cambiemos y el peronismo o kichnerismo tratarán de convertirla en dos veredas enfrentadas sin un tercer espacio», asegura el director de Rouvier & Asociados.

Federico González, de González y Valladares, estima que «ese espacio representaría alrededor de un 40% del electorado» y para capitalizarlo se necesitará de «una inteligencia electoral compleja». «No basta con apelar sólo al desencanto ciudadanos con las calles laterales, sino dotar de contenido sustantivo a la virtual avenida. En rigor, siguiendo con la metáfora, lo que existe es el espacio para emplazar la avenida, pero haría falta ponerle contenido», aseveró.

Raúl Aragón también cree que la «avenida del medio» representa a un 40% del electorado. Según el consultor, «la marcha del 1A elevó la grieta política o ideológica a una grieta sociológica». «Convocó a gente de clase media y media alta. Las marchas de la CGT y los maestros eran de clase media y media baja. Esto, más que acentuar la polarización, la eleva a un nivel de confrontación superior», resalta el director de Raúl Aragón & Asociados.

¿Podrá Massa romper la polarización?

El antropólogo social Alejandro Grimson apunta que en la actualidad «no existe ninguna figura de la oposición con capacidad para sintetizar la heterogeneidad de las protestas del mes de marzo y la desilusión con las medidas del Gobierno». «Mientras el kirchnerismo insiste en hablar de los doce años, los sectores no kirchneristas han confundido la construcción de una estrategia no sectaria con un exceso de moderación en el debate público que los desdibuja», considera. Y subraya: «La pregunta es si es posible salir del binarismo de identidades políticas para debatir políticas públicas y modelos de desarrollo de fondo. Mientras ese espacio queda vacante, la oposición acentúa un proceso centrífugo».

 «Hay argentinos que nunca votarían al kirchnerismo y que hoy se encuentran decepcionados por Cambiemos. Ese es el votante al que Massa debe dirigirse»

¿Massa debe radicalizar su discurso? González considera que «la estrategia de oposición responsable no le ha dado hasta ahora demasiados beneficios» al jefe del FR. «Sucede que la idea del equilibrio ecuánime encierra un potencial talón de Aquiles: terminar no satisfaciendo a nadie», sostiene. «En una sociedad con fuerte tendencia hacia la simplificación -añade el consultor- y al embanderamiento cuasi ciego, las posturas que se presentan como equilibradas y, por ende, capaces de conceder méritos relativos a los adversarios, corren el riesgo de ser percibidas como ambiguas, oportunistas o no creíbles».

La directora de Management & Fit asegura que la posibilidad de que Massa rompa con la polarización en las legislativas dependerá «en gran medida del escenario económico y de qué tipo de campaña plantee» el líder del Frente Renovador. «Hay un universo de argentinos que nunca votarían al kirchnerismo y que hoy se encuentran decepcionados de la gestión realizada hasta ahora por Cambiemos. Ese es el votante al que Massa debe dirigirse», explica Fornoni.

Aragón indica que el ex intendente de Tigre «no solo necesita constituirse en opositor claro sino que además debería denunciar» tanto al modelo «populista» del kirchnerismo como el modelo «neoliberal» de Cambiemos. «De lo contrario, al ocupar el lugar de la oposición, corre el riesgo de ser identificado con el kirchnerismo», añade el consultor.

El peso de Stolbizer y Donda

Massa medita si competirá o no en las próximas legislativas. Mientras tanto, refuerza sus eventuales alianzas electorales con Margarita Stolbizer (GEN) y Victoria Donda (Libres del Sur), referentes del progresismo. «La ayuda de tales alianzas son más simbólicas que reales en términos de volumen electoral. Lo simbólico es que expresa transversalidad y pluralidad, aunque eso obture la llegada masiva de votos peronistas. Stolbizer ha crecido significativamente en imagen y también en intención de voto, pero no ha alcanzado el nivel del propio Massa, ni de Carrió, Scioli o Cristina. En el caso de Donda, su posicionamiento es inferior en el distrito porteño», opina Rouvier.

Massa refuerza su alianza con Stolbizer

Para Fornoni, los acuerdos con Stolbizer y aliados le permiten a Massa «consolidar un sector de votantes ligado al progresismo». «Habrá que ver qué estrategia asumen y cómo comunican el sentido de esta alianza para determinar el beneficio que representa esta unión», concluye.

El jefe del Frente Renovador intentó consolidarse como el principal referente de la oposición a Mauricio Macri . Buscó acaparar protagonismo en el Congreso durante 2016: desde su banca ayudó al Gobierno a aprobar las leyes clave para el inicio de su gestión. Si bien apostó por el rol de «oposición constructiva», también desafió a la Casa Rosada cuando acordó con el kirchnerismo avanzar en un proyecto de reforma del impuesto a las ganancias. Con sus maniobras hizo enfurecer en más de una ocasión al Presidente, quien llegó a apodarlo «ventajita» o tratarlo de dirigente «poco confiable».

Pero con el final de las sesiones ordinarias y el inicio del año electoral, la figura de Massa perdió peso en el tablero político. Su protagonismo parece disiparse mientras se acentúa la «grieta» entre el kirchnerismo y el macrismo.

«Acentuar la polarización a través de la estigmatización de todos los que se movilizan o participan en reclamos es hoy la principal estrategia política del Gobierno», indica Grimson. Y agrega: «Partir el país en dos y acusar a todos los que no lo apoyen de desestabilizadores y obstruccionistas es una estrategia que rememora otras del gobierno anterior, que se inscriben en una cultura política binaria y simplificadora».

Mientras define su estrategia electoral para 2017, Massa recorre el interior de la provincia de Buenos Aires, pero evita las grandes urbes y opta por un perfil bajo. Mantiene reuniones periódicas con sus equipos y se enfoca en el lanzamiento de las «escuelas de gobierno». Quiere enviar el mensaje de que se está preparando para gobernar.

Los ejes de su discurso siguen siendo la agenda económica y la inseguridad. Y plantea que Cambiemos y el FPV son «dos caras de una misma moneda». Massa, que apuesta a mostrarse como líder de un espacio independiente y pluralista, sigue con atención los estudios de focus group de su asesor Sergio Bendixen que muestran un desencanto con la clase dirigente.

Voceros del Frente Renovador, como Graciela Camaño -jefa de campaña de Massa- y Daniel Arroyo, creen que el Gobierno salió a confrontar con el kirchnerismo después de las marchas del 1A y «agitar la grieta» para evitar que se hable de la situación económica actual.

Fuente: La Nación