A pesar de varios anuncios, los vecinos de Villa Floresta se siguen preguntando cuándo se cumplirá la realización de obras con fondos del Gobierno Nacional en el marco del Plan Belgrano por $114 millones. (Andrea Sztychmasjter)

Entrar a Villa Floresta es como entrar a un lugar muy lejano que no cabe en esa frase turísticamente utilizada hasta el hartazgo por el Estado salteño: “Salta la linda”. Los propios vecinos señalan que vivir allí significa para ellos no formar parte de esta capital: son totalmente ajenos a políticas estatales.

A mediados de 2016 desde la actual gestión municipal se anunció ya el ingreso de obras en un barrio olvidado por más de 50 años. El anuncio del inicio de las obras de infraestructura que se realizarían en Villa Floresta -con fondos del Gobierno Nacional- por el monto de $114.194.878 en el marco del Plan Belgrano y beneficiaría a unas 724 familias. En la oportunidad se señalaba que se realizarían con fondos nacionales a través de la Subsecretaría de Hábitat y Desarrollo Humano.

En el proyecto inicial anunciado, las obras comprendían: desagües pluviales, red de agua y cloaca, cordón cuneta, canalización, alcantarillas y badenes, pavimentación y veredas. Se instalaría además el primer espacio NIDO (Núcleo Integral de Desarrollo de Oportunidades) en Salta, equipado para realizar módulos de desarrollo humano, laboral, educativo y deportivo. Además, se colocarían contenedores, señalética, refugios y paradores de colectivo, plazas y espacios verdes equipado con juegos, luminarias y moviliario adaptado. El barrio contaría por primera en la historia con un playón polideportivo y se construiría un mirador con un muro de contención para evitar el deslizamiento del cerro. Hasta el momento nada de eso se concretó.

Un relevamiento realizado por los mismos vecinos, detalla que de un total de 5600 habitantes en esta barriada, la mitad no cuenta con agua potable y casi una cuarta parte cuenta con ella de manera informal. Se trata de una superficie de 114 hectáreas, donde solamente  300 viviendas tienen agua de red oficial con frecuentes interrupciones. Asimismo, 230 viviendas, reciben agua con sistemas precarios y 460 casas cuentan con un servicio semanal de camión cisterna, que en la actualidad se niega a entrar a la barriada, según comentan los propios habitantes.

Ante las recurrentes quejas y reclamos de los vecinos sobre la paralización de las obras y después de las promesas electorales, la respuesta oficial no tardó en llegar. A principios de abril de este año Marina Klemensiewicz, secretaria de Infraestructura Urbana de Nación, llegó a Salta y junto al intendente Gustavo Sáenz recorrieron “las obras” en Villa Floresta. Así argumentaron que el freno correspondía a una serie de adecuaciones al proyecto inicial, que se encontraba en proceso de evaluación nuevamente. 

Sin embargo en julio de 2016 Klemensiewicz también de visita en Floresta, junto al intendente aprovecharon para volar unas cometas y anunciar a través de su cuenta de Twitter que el dinero ya había llegado a Salta. La pregunta de los vecinos es lógica: “¿qué hicieron con el dinero que se mandó de Nación?”.

Luego de 6 décadas, en septiembre de este año, autoridades provinciales inauguraron una obra de provisión de agua y optimización del servicio para zona este y Villa Floresta, ejecutada por Aguas del Norte por más de 120 millones de pesos. Según informaron  la obra consta de 3 cisternas, 3 pozos de abastecimiento y más de 7000 metros de cañerías, que mejorarán la calidad de vida de más de 15 mil personas, aunque cada vecinx se deberá hacer cargo de la propia conexión a su vivienda.

“¿Son los pobres (esos mismos que esperan) fantasmas de otro reino?”

El sociólogo Javier Auyero en su trabajo Los pacientes del Estado, señala que las filas de espera son un capital político para la dominación. Los que menos tienen, esperan infinitamente más, y esas esperas no son inocentes: “Si pierdo mi tiempo, pierdo también el tiempo de hacer otras cosas”. Las esperas infligidas están investidas por una idea cotidiana, una idea de que es normal y práctico. “La dominación política es eso que pasa cuando aparentemente nada pasa, cuando la gente ‘solo espera’”, retrata el autor.