Dario Illanes, director del portal “Norte Social”, intervino en la polémica sobre el supuesto desagravio a Manchala impulsado por Andrés Suriani. El edil PRO recuerda, según Illanes, al “opa solemne” del que hablaba el Cuchi Leguizamón.
“Noam Chomsky es filósofo y profesor emérito en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). El científico norteamericano afirma que los intelectuales son quienes escriben la historia, presentando las imágenes del presente y del pasado, al servicio del poder dominante. La época macrista no ofrece luminarias en gobierno o pensamiento, pero lo poco que hay sirve para la construcción de la hegemonía ideológica.
El “Cuchi” Leguizamón profetizó como llegarían a brillar vanamente los “opas solemnes”. Con el respeto que merece, Andrés Suriani pareciera cumplir el perfil descripto por el genial artista salteño. Muestra de su envergadura intelectual, el concejal expone en su página institucional cual es su corpus político: “…lo único que hace falta (a los ciudadanos) es tomar la decisión de ser más salteños…”
Daniel Avalos escribió “Andrés Suriani: la banalidad del mal” https://cuartopodersalta.com.ar/andres-suriani-la-banalidad-del-mal/ Con oficio académico y lenguaje periodístico, el historiador y periodista analiza la iniciativa del funcionario, como por ejemplo la frase: “Los bravos soldados manchaleros de la mano de los concejales de Salta volvieron a vencer al terrorismo colocando la historia por encima de la memoria. En la batalla cultural el relato vuelve a crujir”
Suriani aseguró que es un combatiente en la actual “batalla cultural”. En un sentido opuesto a la filosofía del italiano Antonio Gramsci, el oliváceo concejal se erigió como vanguardia en la construcción de hegemonía ideológica. Conservadora y proimperialista.
Entonces, en absoluto considero que las acciones, ideas y dichos de Suriani sean triviales o insustanciales.
Rimbombante
Precisos y certeros son los conceptos de Avalos. Conoce del tema. Hace once años investigó las distancias entre las aspiraciones revolucionarias de un grupo de jóvenes y el rimbombante nombre de Ejército Guerrillero del Pueblo. El libro publicado en 2005 es “La guerrilla del Che y Masetti en Salta, 1964: ideología y mito en el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP)”
Los hombres nacidos hasta 1976 conocimos el servicio militar, “la colimba”. Cualquier soldado raso recibía entrenamiento militar suficiente para manejar armas de guerra y combatir. Tal preparación bélica indudablemente fue superior a la que poseían los “foquistas” “subversivos” del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Otro dato clave es que el general de División Acdel Vilas comandó en 1975 la V Brigada en Tucumán, integrada por cinco mil efectivos. Según el periodista Jorge Lanata, en su libro Argentinos, sostuvo que «nunca hubo más de 70 combatientes del ERP en Tucumán». Juan Yofre, especialista en servicios de inteligencia, da una cifra similar.
El relato de lo ocurrido el 28 de mayo de 1975 en la población tucumana pertenece al ex general represor. Él contó que fueron cinco horas de crudo combate. Sin embargo, en el documental de Sandro Rojas Filártiga -financiado por el “Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta”- los soldados participantes, aseguraron en las entrevistas que el cruce armado duró “casi cuarenta y cinco minutos”
Acdel Vilas convirtió un fuerte tiroteo en un combate, justificando de tal modo la existencia de una “guerra”. Meses después, las fuerzas armadas tomaron ilegalmente el poder. En 1978, el dictador Jorge Rafael Videla ordenó levantar el monumento al “Combate de Manchala”.
Peligrosa reivindicación
Los soldados salteños y tucumanos que participaron en el enfrentamiento armado -hoy con 59 o 60 años- aspiran a una pensión. El reconocimiento económico sería discutible.
Otra cosa es la ideología. La reivindicación ultraderechista de Suriani- avalada por la misma institución que hace tres años resolvió lo contrario- es tan peligrosa como el terrorismo de estado y la muerte. Es la avanzada de la justificación para reprimir.
Reiteró. Es excelente el artículo de Avalos. Empero, para nada coincido con el título “La banalidad del mal”. Banal es un adjetivo aplicado a lo trivial e insustancial. Y para nada le corresponde tal calificativo al reivindicador macrista. Y mucho menos al mal.