El peronismo jujeño hace una fuerte apuesta a la renovación dirigencial y política de cara a las elecciones del 9 de junio: Un candidato de 78 años que niega los 30.000 desaparecidos y asegura que el Estado está «sobrecargado de personal». (Nicolás Bignante)
A escasos 28 días de los comicios en la provincia vecina de Jujuy, el tablero político comienza a exhibir movimientos inesperados de piezas y algunas apariciones nefastas. Mientras desde la Casa Rosada depositan el cien por ciento de las expectativas en la reelección de Gerardo Morales para anotarse el primer poroto del año luego de 7 derrotas consecutivas, el peronismo aglutinado en la oposición parece empecinado en hacerle un sentido homenaje al programa macrista.
Entre las múltiples evidencias del desgaste de los partidos tradicionales de Jujuy sobresale la reciente candidatura del octogenario Julio Ferreyra dentro del PJ. Con más de 40 años como funcionario público, de los cuales 30 se desempeñó como director del Registro Civil, el ahora candidato opositor a Morales saltó a los portales nacionales el año pasado por sus declaraciones negacionistas. Ferreyra no sólo cuestionó la cifra de desaparecidos, sino que pretendió ventilar la «teoría de los dos demonios» a través de la prensa local. En un reportaje a Canal 2 de Jujuy el, por entonces funcionario, declaró: «No voy a decir el apellido, pero la vez pasada un abogado, yo estaba viendo su oficio, comentó sobre los desaparecidos y dijo palabras ofensivas para con los militares. Yo levanto la vista y le pregunto de dónde sacaba la cifra. Le digo: dígame, ¿30 mil desaparecidos adónde? ‘Pero director, es público’, me dice. ¿Qué es público?, le digo. ‘Los 30.000 desaparecidos’ me responde. Si está escuchando va a saber que estoy hablando de él. Ahí le digo, ¿usted se recibió de abogado leyendo las paredes o leyendo libros? Porque los libros dicen otra cosa. Acá hay una parte que pagó culpas y otra que no”.
No conforme con eso, el ex miembro del Partido Popular Jujeño intentó sembrar sospechas sobre los cotejos de ADN realizados en el Banco de Datos Genéticos del Hospital Durand. «Alguna vez habría que investigar qué se hacía en el Hospital Durand con los ADN», espetó. A modo de relato ilustrativo, el candidato pro-dictadura comentó: «A un guardiacárcel tenían la intención de quitarle sus dos hijos porque supuestamente no eran de él. El hombre se entera y va al juez a pedir que le hagan un ADN a él, a su señora y sus hijos. Se los hicieron y dieron 98,9 por ciento que eran sus hijos legítimos. Y una señora muy señorona que permanentemente aparece por la tele hablando, perdió los estribos diciendo ¿por qué no le hicieron los estudios en el Durand? ¿Y cuál era el interés de ella? Que los resultados fueran otros».
El ex-director del Registro Civil saltó a las filas del peronismo a días de haber anunciado su participación como candidato del partido «Confiar», espacio en el que abrevan sectores ultraconservadores de abierta oposición al aborto legal y la ESI. Sus ex-compañeros confiaban, valga la redundancia, en que Ferreyra encabezaría la fórmula a gobernador dentro de su espacio hasta -por lo menos- 24 horas antes del cierre de listas. El barquinazo de Ferreyra agitó levemente el tablero político en una provincia que debió desdoblar elecciones para evitar cargar con el peso indeseado de las figuras extramuros.
Aunque los sondeos hoy marcan una leve diferencia en favor del oficialismo provincial, el panorama en relación a 2015 es muy distante y el moralismo padece el efecto arrastre propiciado por el fracaso económico de Cambiemos. Del otro lado de la cancha asoman, con alguna chance, los candidatos del PJ divididos en cuatro listas: Frente Justicialista (Ferreyra-Mendieta), Frente Juntos por Jujuy (Snopek-Colque), Frente Patriótico (Cejas-Vargas) y Unidad Ciudadana (Álvarez Carreras-Martearena). De todos ellos, sólo el frente de Ferreyra lleva el sello partidario.
No obstante, en este caso, dispersión no significa convicción. La dirigencia peronista jujeña en todas sus variables supo tener un papel altamente colaboracionista con el plan de gobierno de Macri y Morales. El propio Ferreyra propuso un plan de equilibrio del gasto estatal que haría estallar de emoción a la mismísima Christine Lagarde. En una entrevista reciente señaló que en el Estado hay que hacer «una serie de ajustes con el acuerdo de la legislatura para que queden en el tiempo». Entre esos ajustes, el «candidato de la renovación» propone recortar ministerios y poner límites a la planta de personal.
En el Frente Juntos por Jujuy se amontonan los Snopek, apellido tradicional en la casta política jujeña. El rejunte se concretó luego de que el diputado massista Alejandro Snopek se alejara de Morales para tejer alianzas con su primo Guillermo, espadachín de Pichetto en la cámara alta. Ambos supieron acompañar medidas emanadas de la rosada como el pago a los buitres o el blanqueo de capitales.
En la lista de Ferreyra también afloran figuras y nombres congraciados con el establishment. El vetusto candidato que en cuestión de días pasó de afirmar que «el estado está sobrecargado» a decir que «en nuestro gobierno los chicos van a comer todos los días» cuenta con la bendición del presidente del PJ local. Se trata de Rubén Rivarola, un empresario multirubro que además encabeza la lista de candidatos a diputado provincial. El dirigente peronista fue una de las voces cantantes en defensa de la ley 26.390, promovida por el gobierno de Gerardo Morales, que autorizaba el trabajo de menores de edad en las tabacaleras. Por entonces, el actual diputado disparó sin sonrojarse: «Yo quisiera más senadores, diputados, más gobernadores dueños de alguna finca”.
Rivarola cobra como propietario de «El Tribuno Jujuy» jugosas pautas publicitarias por parte del gobierno provincial. También tiene la concesión del servicio de recolección de residuos a través de la empresa Limsa, una firma que acumula serios cuestionamientos por incumplimiento de contrato con la municipalidad de San Salvador de Jujuy y por aumentos unilaterales. En la capital jujeña aseguran que un propietario de un monoambiente en la zona centro paga una factura que ronda los $800 por el servicio de limpieza urbana. La empresa de Rivarola también presta servicios en la planta solar Cauchari y en la nueva terminal, este último caso sin llamado a licitación previo.