Durante la octava jornada de juicio contra el aun cura Rosa Torino, testimonió el sacerdote José Santos Salas, segundo en orden jerárquico de la Congregación y superior provincial, mano derecha del acusado. Incurrió en serias omisiones y dijo haber perdido la memoria. Andrea Sztychmasjter

El sacerdote Sergio Santos Salas, conocido como “hermano Josué”, ex miembro del Instituto que fundó Rosa Torino y señalado como el segundo jerárquico dentro de la “comunidad” y mano derecha del sacerdote denunciado, al ser consultado sobre su relación actual con el sacerdote, mencionó “No soy amigo, ni enemigo”.

No fueron pocos los testigos que nombraron a “Josué” como la persona más cercana a Rosa Torino mientras la Congregación estaba activa, de hecho, el cargo que ostentaba de “superior provincial” así lo demuestra. El religioso habló con una voz forzadamente tenue como queriéndose mostrar apacible y tuvieron que repreguntarle en reiteradas oportunidades ya que tuvo una declaración con frases monocordes. El hombre fue alertado por lxs jueces en más de una vez que la reticencia también era una actitud relacionada al falso testimonio.

Aunque el religioso fue cauteloso en las declaraciones que brindó, todxs en la sala pudieron advertir que ocultaba algo más que decidió callar, tuvo un relato corto por esto mismo tuvo que ser interrogado insistentemente por la fiscala y jueces. Al responder manifestaba oraciones incompletas y no ofrecía relatos pormenorizados.

José Salas poseía uno de los cargos más alto de la Congregación y aunque tuvieron que sacarle con tirabuzón los detalles sobre las actividades y el rol que cumplía dentro de la institución, en diversos pasajes dijo desconocer ciertas situaciones que por la gravedad del asunto, resulta extraño que un superior no haya tomado conocimiento, más aún cuando el sacerdote durante su declaración sí reflejó muchas apreciaciones sobre sus ex compañeros e incluso sobre una de las denunciantes y ex monja.

En 2019 su sobrina, Milagros Salas que con su madre fue beneficiaria de asistencia por parte del Instituto, acusó de abuso sexual a una de las principales denunciantes de Rosa, Valeria Zarza, pero la mujer fue sobreseída, por no encontrar pruebas certeras que determinen tal acusación.

Aunque Salas demostró recordar algunas situaciones personales del joven Yair y del sacerdote y ex compañero suyo de apellido Jotayan – quien pese a no ser denunciante declaró que sufrió abusos por parte de Rosa Torino-, de Juan Bo, del joven Aluztiza y del sacerdote Martín Aguilera, a quienes describió con adjetivaciones personales y a quienes tildó de ser conflictivos, cambiantes, con estados anímicos variantes, el testigo citado por la defensa de Rosa Torino, sin embargo, sobre otros aspectos dijo “no recordar” o ante alguna pregunta precisa que lo dejaba comprometido señalaba como forma de evasión “no entiendo la pregunta”. Salas aseguró tener problemas de memoria y que esto había comenzado casualmente cuando la Congregación fue intervenida.

Sobre su función dentro de la “comunidad” el sacerdote Josue señaló que además de “charlar con los hermanos” y ver su “estado emocional” realizaba “Reporte de las casas, sistemas administrativos, tenía que revisar las planillas de la economía, tenía que ver los informes de las casas de cómo estaban. Estaba encargado de la comunidad de varones a nivel provincial. Tenía que visitar las casas de las comunidades nuestras en los diferentes lugares, cómo estaban. Periódicamente debía viajar y charlar con los hermanos para ver cómo estaban”, señaló. Sin precisar un número exacto por no recordarlo, dijo que la congregación tenía alrededor de 15 sedes en la Patagonia, Santiago del Estero, Salta, Misiones y Jujuy. También tenían casas en México, Chile y España.

Pese a que el sacerdote manifestó ser el encargado de ver por el bienestar espiritual e integral de los jóvenes, declaró que desconocía los motivos por los cuales se fueron de la Congregación algunos integrantes, dijo desconocer también situaciones de abusos y malos tratos, así como también dijo no saber que había jóvenes que terminaron escapándose de la Congregación.

A la luz quedó que Josué Salas sabe mucho más de lo que declaró bajo juramento, también que su testimonio no concuerda con los ofrecidos por varios testigos. Su declaración junto a la de la psicóloga de la Congregación, deberán ser materia de análisis por parte de lxs efectores judiciales que pese a estar abocados a denuncias sobre hechos de abusos concretos deben velar por un proceso lo más esclarecedor posible que dé cuenta sobre todo de aquellas personas que sabiendo la verdad real, buscan a través de diferentes mecanismos instalar otras versiones sobre los sucesos.