La decisión de dar celeridad a causas de crímenes no esclarecidos en la provincia, recogió reproches del lugar menos esperado. A más de dos años del asesinato de Jimena Salas y con una causa estancada hace siete meses, la resolución que reemplazó a los fiscales intervinientes, despertó el inexplicable rechazo del abogado del viudo. Un asesinato en el que se insiste sobre la teoría del robo, y del que nunca se siguió la linea investigativa del femicidio.

Como “normal”, “trabajadora”, describe Nicolás Cajal a la familia que supo conformar con su esposa y sus dos hijas mellizas, cuyo hogar ubicado en el barrio San Nicolás de la localidad de Vaqueros, se vio segado por la oscura e inexplicable guadaña de la muerte.

Fue precisamente un 27 de enero de 2017, que Jimena Salas fallece merced a una impiadosa mano asesina que le asestó cuarenta y un puñaladas precisas y en lugares claves de su cuerpo, que no concederían la mínima chance de sobrevida, y que a todas luces pone en evidencia que en este caso, no hubo impericia.

Otra muestra de que la imprevisión estuvo ausente y que no se trata -como se intentó señalar- de simples ladrones a los que el asalto se les fue de la mano, es el cuidado puesto en que las niñas de tres años presentes en la vivienda, sean resguardadas en el baño y no fueran testigos de la tragedia que inmediatamente se desencadenó y que movilizó a todos los salteños.

La no investigación

Pasaron más de dos años y el horrendo crimen bajo distintas líneas “investigativas”, nunca se resolvió. Una de las primeras sospechas apuntaban al marido de la víctima, pero luego se descartó su responsabilidad. Pasó de ser sospechoso, a víctima y querellante bajo el beneficio que le aportaron las pruebas recabadas; sin embargo nunca se lo investigó concienzudamente, no se tomó testimonio de allegados ni amigos.  Tampoco les llamó la atención a los expertos, que al poco tiempo el hombre rehaciera su vida sentimental y formara una nueva familia, que pasó a convivir en la misma vivienda donde asesinaron a la madre de sus hijas. Sin acusar, el femicidio pudo haber sido otra linea investigativa, que ni siquiera se esbozó.

En el crímen de Jimena Salas no hubo robo, las personas – porque se sospecha que son dos- no se llevaron objetos de la casa, ni la cartera, ni algún otro elemento de valor. Los medios marcan insistentemente que el único elemento del que se apropiaron, fue el celular de la mujer, arrojado frente a la subcomisaría de Vaqueros. Pero no es lo único: también faltaba el arma homicida, tomada de un cajón de la cocina.

Los fiscales a cargo de la causa, Rodrigo González Miralpeix y Pablo Paz atosigados por la urgencia social que exigía que la causa avance, luego de un prolongado tiempo de silencios, se inclinaron por una conferencia de prensa en la que anunciaron -al presentar indentikits- que la mas fuerte hipótesis avanzaba sobre dos sujetos. Dijeron que por medio de un engaño -que pudo haber sido el de utilizar un perro y hacerlo pasar por extraviado- habrían ingresado a la vivienda con supuestos fines de robo. Según su esposo, Jimena tenía una fuerte debilidad y amor por los perros. Entonces de ser así, cabe la inquietud de si los victimarios estaban al tanto de ese dato, y por eso usaron al animal como señuelo.

Siguiendo con el anuncio de los fiscales a la prensa, vale la pena recordar que a su lado, estaban el esposo de Jimena, Nicolás Cajal, y su abogado Pedro Arancibia. Aún así, poco tiempo después ambos pasaron a apoyarse en la teoría de que quien asesinó a la mujer, fue una sola persona, con rasgos y personalidad psicopática, que habría actuado atacando a la víctima desde un punto de vista sexual, y haciéndose de algunos bienes de valor (¿?).

Inexplicable actitud del abogado de la querella

El crimen perfecto, es aquel que se realiza con tal planificación y capacidad, que no deja sospechas y el culpable (o los culpables) no pueden ser encontrados. Los novelistas afirman que el crimen perfecto se relaciona directamente con la incapacidad de los investigadores.

La causa de Jimena Salas no avanza, no hay sospechosos (salvo un par de identikits que no condujeron a nada), no hay imputados ni detenidos. Es por eso que sorprendió la queja mediática del abogado Pedro Arancibia poniendo en tela de juicio la decisión del procurador Abel Cornejo de desplazar a los fiscales Paz y Miralpeix de la investigación. En su lugar, asumieron Ramiro Ramos Ossorio y Pablo Rivero. El anuncio que todos entendieron como una oxigenación de la investigación que podría tomar nuevos rumbos y hasta dar con los asesinos, se convirtió en el reclamo del letrado de haberse enterado por los medios sobre los cambios decididos, y el argumento de que la causa podría sufrir un retraso al tener que ponerse al tanto del caso los nuevos fiscales. Lo que obvió decir el abogado del viudo, es… que la causa se encuentra paralizada desde hace siete meses atrás.

En su momento, el letrado realizó declaraciones señalando “Con la fiscalía venimos conversando todo este tiempo, pidiendo que se enfoque la investigación atendiendo al perfil genético de los criminales, teniendo en cuenta el móvil del crimen y el modo de operar dentro del universo enorme de delitos que hay. No había antecedentes en la manera de actuar y operar y ahí se fue enfocando mejor la investigación”, con lo cual  no es de extrañar la defensa acérrima que realiza sobre la tarea de los fiscales retirados, ya que él mismo abogado relata de qué manera, la causa se movía de acuerdo a las teorías de la querella y no, de los avances de los fiscales.

Esperando justicia

El instinto de supervivencia de Jimena Salas hizo que intentara defenderse de sus atacantes. Esto ha permitido tomar muestras genéticas debajo de sus uñas, que permiten cotejos. Quizás allí se encuentra la principal esperanza para que la investigación revele el nombre de los asesinos.

No existe el crimen perfecto, pero la forma en que el asesino lo comete, puede suponer un inconveniente para la investigación que lo termina convirtiendo en perfecto.

En el caso de Jimena Salas, todos piden justicia, pero nadie se atreve a hablar. Tienen miedo. Quizás sea por este secreto a voces, de que en Salta ya no importa si el asesino pertenece al poder o no, sino que simplemente se naturalizó la impunidad.

Houria Moumni y Cassandre Bouvier, Cintia Fernández, Luján Peñalba y Yanina Nuesh, Jimena Salas, Gala Cancinos, son algunos ejemplos de que la orden “de arriba” pareciera ser solamente  la de vigilar y controlar las causas.

Sus nombres nutrieron a la prensa y fueron motivo de marchas y pedidos. Detrás de cada una de ellas, hay familias que aún lloran sus pérdidas, sin tener el consuelo de que se hizo justicia.