¿Les habrá dicho: la plata o la vida? Lo que parecía un robo fácil, no lo fue tanto.
La desesperación del chango de 17 años lo llevó a irrumpir en una casa de velatorio tipo Pieve, pero del Carril, con la intención de robar.
Entró armado y en teoría debía ser un robo fácil. Pero no: quizá porque no sentía pena, quizá porque no tenía cara de por-fin-te-moriste-y-voy-a-cobrar-la-puta-herencia, lo cierto es que apenas entró en la casa de velorios, supieron que había algo raro en él.
Entonces, los vecinos que estaban dándole a los sandwichitos y galletitas de velorio, sorprendieron al chango y llamaron al 911.
Algo hizo bien el joven. Porque si bien demostró tener menos reacción que el fiambre del cajón, los policías no encontraron en el lugar el arma de fuego.