Hospital de madera: La salud pública y la magia del multitasking

 

Mientras en otros países los hospitales se digitalizan, se robotizan o se elevan sobre estructuras futuristas, en Entre Ríos decidieron apostar por algo más tradicional: la carpintería. Una médica, agotada quizás de tanta medicina o demasiado convencida del poder del oficio manual, le cedió la guardia del hospital a un carpintero. Literal.

La noticia, que parece salida de un episodio descartado de Doctor House (versión criolla y en alpargatas), fue informada con toda la seriedad que caracteriza al «Trihumo», con su capacidad inigualable para parecer redactado en una mesa de café con azúcar volcada.

El falso doctor, Víctor Luis Giroldi —así, con nombre de personaje de Los simuladores— no solo usurpó el lugar del personal médico, sino que atendió pacientes como quien lija una puerta: con buena voluntad, algo de maña y cero matrícula. Cuando lo descubrieron, no hubo pánico ni dramatismo: el hombre aceptó los cargos, se quitó la bata, se puso el delantal de carpintero y volvió a su taller, como si nada.

El episodio deja varias preguntas abiertas. ¿Atendía con estetoscopio o con cinta métrica? ¿Prescribía antibióticos o barniz? ¿Les decía a los pacientes que en 48 horas ya estaban “curados y listos para la entrega”?

Mientras tanto, en el hospital afectado evalúan nuevas incorporaciones: un albañil para traumatología, una peluquera para neurocirugía y, con suerte, un plomero para dirección médica. Porque si algo demuestra esta historia es que en Argentina no hay crisis que no se pueda tapar con un poco de serrín y buena fe.