Visitó hoy la ESMA Sebastián Rosenfeld Marcuzzo, nacido en el campo de concentración de la ESMA durante la dictadura. Su caso es único porque llegó a su familia materna con una carta redactada por su madre que sigue desaparecida.
Son cuarenta y siete líneas escritas en una hoja cuadriculada. Gastadas de tanto mirarla. Un “oráculo” para Sebastián, que le permitía imaginar que su madre volvería en cualquier momento. “Ahí decía que lo haría”, dice casi 38 años después. La letra de Patricia Marcuzzo, aún desaparecida, es también un documento único que viajó desde la Escuela de Mecánica de la Armada hasta la puerta de la casa materna. Iba en una cunita con un bebé nacido en las salas de tortura del edificio sobre la Avenida Libertador. Hoy, Sebastián, ya adulto, volverá a las cinco de la tarde a esa sala de parto clandestina para contar su historia en una visita abierta al público.
20 de abril de 1978. Un Peugeot 504 estaciona frente a la casa de la familia Marcuzzo en Mar del Plata. Dos hombres bajan, tocan la puerta. Sin presentarse le dan a Sandra, la hermana menor de Patricia, una cuna. Dicen: “Eso es de Patricia”. Y se van. El caso es el único de los treinta nacimientos que hubo durante la dictadura en la ESMA en la que el bebé fue entregado a la familia materna con una carta que le hacían escribir a todas las madres que tuvieron sus hijos ahí. Ese documento, que Clarín reproduce íntegramente por primera vez, es la excepción y una de las pruebas que permitió probar el plan sistemático de apropiación de bebés de la dictadura ante la Justicia.
“Esa carta fue durante mucho tiempo una representación de cierto tipo de esperanza. Era una afirmación. En ella decía cómo me llamaba”, cuenta Sebastián. “Y dejaba la puerta abierta. Con un lenguaje muy cotidiano, con palabras comunes, con una intimidad familiar, con su firma con un corazón sobre la “y”, que era su forma de escribir su nombre. Si bien para mí era una entidad supernatural, mi abuela reconocía a su hija en esas palabras”. En la carta, Patricia Marcuzzo daba certezas. Sebastián había nacido el 15, había pesado 3,8 kilos, ella le daba la teta y completaba con leche marca Bifilac. El bebé era tranquilo. Comía mucho.
Patricia Marcuzzo bordó también durante su secuestro la letra de De Parto, una canción de Joan Manuel Serrat. El día de su “traslado”, eufemismo para marcar su desaparición definitiva en un vuelo de la muerte, se lo dio a Graciela Daleo, también secuestrada y luego liberada. Años más tarde, Daleo le entregó ese pañuelo a Sebastián.
El pañuelo está presente en la muestra que es parte del museo Sitio de Memoria Esma, ex Centro de Detención, Tortura y Exterminio.
“Para mí -dice Sebastián- representaron dos objetos que afirmaban una esperanza que tardó muchísimo en disiparse por completo. Siendo muy chico era solo creer en ella y esperar. El resto de los chicos tenían la certeza de que vendría Papá Noel todos los años. Yo esperaba a mi mamá. A mi papá”. El padre de Sebastián también está desaparecido. Su abuela paterna tardó más tiempo en saber qué tenía un nieto y en encontrarlo.
La carta y el pañuelo son parte de la prueba de lo que sucedió en la Esma y serán hoy parte del relato que Sebastián hará al recorrer el edificio en la visita de las 17, un recorrido que se hace una vez por mes desde marzo con motivo de los 40 años del golpe.
“El relato de Sebastián es central”, dice Alejandra Naftal, curadora de la muestra. “Leer la carta en voz alta en la maternidad es esencial. El texto de la carta es un documento muy de época. Nadie puede explicar porque su caso fue la excepción. Nuestro objetivo es evocar lo que pasaba acá adentro, el terrorismo de Estado. La carta le dice a la madre ‘espero que te borre la incertidumbre’, ‘yo sé que no concuerdas con lo que hago’. Eso es el signo de la época”.
Sebastián, por su parte, espera aportar conocimiento tangible de lo que pasó. “Yo nací ahí. Esto sucedió: soy la evidencia, la prueba”, explica mientras asegura que busca afectar a las personas de forma positiva, no generar un conflicto. “Las historias se cruzan, hay una generación de tipos que hicieron cosas despreciables, pero tuvieron hijos que no tuvieron nada que ver”.
La carta :“Querida Mamá. Hoy después de tanto tiempo sin saber de mí recibís noticias mías por la presente. Lamento mucho no haberte escrito antes pero me fue imposible pues me encontraba fuera del país realizando unos trabajos. Este es mi niño. Se llama SEBASTIAN, lo tuve en una clínica en Buenos Aires. Pesó 3,800 kilos, nació con fórceps. Yo me encuentro muy bien en perfecto estado de salud, el portador del niño es un amigo mío que me hace la gauchada por no poder hacerlo yo en este momento pero quiero que estés tranquila pues estoy muy bien y ya me voy a comunicar nuevamente con vos.
El niño nació el 15 de abril. Quisiera que lo anotaras vos. Acá te mando su ropita y la leche. Yo le di pecho hasta ahora, complementándole los primeros días con leche Bifilac. Ahora tomará seguramente 150 gramos o mas porque es de mucho comer. Es bastante tranquilo y de noche se despierta una sola vez a la madrugada. Las mamaderas no están hervidas. Y hay solo una tetina con un agujero. Les mando unos regalitos para las nenas. Dales un beso muy grandes a todas. Y principalmente a Sebastián. Quiero que no se preocupen por mi les repito que estoy muy bien y que me volveré a reunir con ustedes, en este momento no me es posible ir a casa. Mami espero que el niño te consuele la incertidumbre, querelo mucho, es un amor. Denle saludos a papá que tampoco esté preocupado por mí. Un beso a todos mis queridos, les pido que se cuiden mucho todos, espero estar muy pronto, haré lo posible porque así sea. Sin mas me resta mandarles un beso muy grande a los cuatro. Uno a Sebastián. Se que suena incompresible pero sabés cómo pienso también sé de tu desacuerdo para con lo que hago.
Todo se solucionará para bien. Paty.”
Fuente: Clarín