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Héctor Chibán: Soy rico, y qué!

El diputado provincial admitió que su familia tiene negocios con el gobierno de Juan Urtubey. Perfil de un millonario legislador recién llegado al radicalismo y con intenciones de ir por más. (Aníbal Roldán)

Después de un artículo publicado en Cuarto Poder el diputado Chibán se enojó. No le gustó para nada que se ventilara su despampanante fortuna.

Téngase en cuenta ser indulgente con su desesperación. También, habría que ser indulgente con nuestra nota, la cual no fue desmentida en ningún aspecto.

Es que le guste o no le guste, expusimos que Héctor Chibán es millonario, algo que en una ciudad pequeña como Salta era sabido y no solo eso, señalamos, también, que su familia tiene un redituable negocio de alquileres con el Estado. “Mi padre, desde hace 7 años que tiene un inmueble que se lo alquila a la provincia (…) es un edificio que lo tiene alquilado al Ministerio de Educación», reconoció el propio Héctor Chibán.

Además, dijo el diputado: “Soy uno de los pocos tipos que a la guita la hice laburando, antes de ingresar a la política». Esta afirmación sería un tanto desproporcionada, al punto de concederle a Chibán que con el fruto de su trabajo acumuló tanto dinero. No le vendría mal, recordarle, al precoz político, que es beneficiario (heredero) de las ganancias que cosecharon generaciones pasadas. Si un impuesto tendría que cobrársele al legislador, es uno que no existe en este país: el impuesto a la herencia.

Decíamos, ser indulgentes con su reacción. Es la primera vez que su accionar trasciende, ya que nadie puede recordar alguna iniciativa de importancia que haya promovido, aunque hace poco cobró relevancia cuando se ausentó del recinto -junto a Mario Mimmesi y Ulúa Vázquez- en la votación de un proyecto a favor de la discapacidad. Ahora, el legislador decide aparecer en primera plana en el papel de controlador o fiscal. Vale la pena recordar que durante su campaña electoral, se concentró en decir que iría por los fondos reservados de la provincia pero al parecer, esos carpetazos de los que hace mención en sus declaraciones, lo llevaron por otro camino.

Tampoco se puede olvidar que  durante su campaña dijo que sabía de homicidios en los que estaban involucrados funcionarios, y que cuando llegara a legislador y obtuviera fueros, lo iba a decir. Pero luego de asumir se olvidó de su promesa. Se lo recordó Ana Fernández de los Familiares contra la Impunidad, quien presentó una denuncia penal contra el legislador por “encubridor de crímenes”. Chibán se vio obligado a pedir disculpas para salvar su pescuezo: “Fueron declaraciones muy poco felices, y cuando uno se equivoca, hay que pedir disculpas”, expresó, lo cual le hizo valer el mote de “denunciador serial”. Como fuese al legislador radical, claramente no le gustó esto de poner blanco sobre negro.

¿De dónde salió?

Si bien porta un apellido conocido en la ciudad, en rigor Héctor Chibán es de profesión abogado, y no tiene grandes causas para destacar. Está casado y su esposa tiene a cargo un lujoso hotel ubicado en el corazón del centro salteño (sobre calle España frente a canal 11), del cual es propietario y donde realiza reuniones políticas (como cuando vino José Cano a la provincia).

Tiene 3 autos pero le gusta transportarse de un lado a otro en su BMW, del cual baja todos los martes, recién bañado, y con una cuidada vestimenta al recinto legislativo. En el mundo político está hace poco: solo tres años. Llegó a la UCR de la mano del actual diputado nacional Miguel Nanni, pero la primera oferta en realidad fue realizada a uno de sus hermanos. Apenas ingresó en las filas del radicalismo pasó a ocupar la presidencia del comité capital. «Nanni se suele refugiar en los extrapartidarios y por eso lo trajo; se conocían desde chicos y tenía plena confianza en él. Chibán siempre -desde que entró- se quiso llevar todo puesto, nunca tuvo en cuenta la trayectoria de los otros militantes y la falta de solvencia política lo equiparó con dinero», contó, off the record, un correligionario experimentado.

Tiempo atrás se ventiló una conversación de WhatsApp en la cual participaban Miguel Nanni, Roque Rueda y otros radicales que formaron parte de su lista. Ahí Chibán reclamaba que le devolvieran la plata del departamento que había vendido para financiar la última campaña.

Además de su poderío económico, a Chibán se lo conoce por su verborragia y por tener una conducta violenta. Luego de ganar su banca, en un debate televisivo increpó al periodista Jorge Villazón y fuera del aire casi se va a las manos. Hay quienes recuerdan también que fue denunciado por amenazas y maltratos por la presidenta de la Fundación “Corazón y Esfuerzo”, Mariana Mendoza, quien realizaba  trámites en la Gerencia de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación que él conducía.

A esto se suma otro audio difundido, donde enojado decía: «El PRO institucionalmente se lo quedó el H de P, de Martín de los Ríos. Pero Cambiemos en Salta vamos a ser nosotros, la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y los sectores disidentes del PRO”.

En su partido no sólo lo critican y resisten por ocupar dos cargos (Vicepresidente 3º en el Comité Provincial y a la vez Convencional Nacional) y ser un paracaidista sin militancia, sino también por su chato vuelo intelectual.

Un dato para nada menor, que aportan sus propios correligionarios, es que gracias a los contactos de Nanni con Urtubey, pudo usar los lugares publicitarios callejeros del urtubeycismo, además de haber tenido una cobertura positiva de su campaña en medios afines al gobierno provincial. Ayuda importantísima que se sumó a la inyección monetaria que sostuvo con el dinero familiar.

Ahora, cargado de soberbia, Chibán no desmiente lo que no puede desmentir y junto a su bloque radical, intenta desprestigiar estas nobles páginas que desde hace veintiocho años vienen sacando los trapitos al sol de la clase política de todos los signos.

“¿Tengo que vender mi auto? Déjenme de joder”, dice a la prensa haciendo gala de un exhibicionismo premeditado que desconoce que ostentación no es sinónimo de mensaje informativo («qué soy»), sino de anuncio publicitario (“¿qué te parezco?”). La arrogancia que le brinda el dinero que posee, lo lleva a cometer un clásico error: el boconeo. Actitud previsible en quienes llegan a la política, por accidente y sin mérito.