Después de varias instancias de discusión colectiva, la Red de Espacios Culturales Independientes presentará un proyecto de ordenanza que ampare los centros y espacios culturales de la ciudad de Salta. (Jesica Aparicio)

Los centros y espacios de la cultura van ganando lugar en la ciudad de Salta. Se consolidan hacia el adentro: en eventos, talleres, cursos, propuestas alternativas y autogestivas que ofrecen una amplia gama de encuentros. Desde cine comunitario, hasta ferias alternativas, desde los barrios más periféricos, hasta los ubicados en el centro; los centros culturales contribuyen a nuevos modos de ver el esparcimiento, la recreación libre, el desarrollo humano y el encuentro solidario. 

También se organizan en redes de trabajo que convocan a la discusión de políticas culturales en Salta, y la necesidad de categorizar esta actividad. Actualmente, no se contempla el trabajo que vienen haciendo desde hace varios años .De hecho, se caratula como actividad comercial.

El gobierno provincial, por su parte, forja una concepción de las actividades culturales sostenidas desde el turismo y el teatro, en amplias vistas a llenar el bolsillo. En el trasfondo, una ordenanza que ampare la diversa actividad de los centros y espacios culturales implica poner en agenda la disputa sobre aquello que consideramos “cultura” y su vinculación con la formación de la ciudadanía. El Estado tiene, por tanto, la tarea de promover políticas culturales, entendiendo que contribuyen a la consolidación de trabajos que, al no entrar en el entramado de la lógica capitalista, igualmente demandan su consideración como trabajadores independientes.

La iniciativa

El Programa Redes y Ciudades Creativas convocó desde la Municipalidad a diferentes espacios culturales de la provincia de Salta, Mendoza, Neuquén, Buenos Aires y Córdoba. En ese momento, si bien se venían transitando hacia el adentro de los espacios discusiones al respecto, surgió la no casualidad de la misma situación que atraviesan espacios de la cultura a lo largo del país: muchos, al no tener políticas que amparen la actividad, se ven ante un bache que los obliga a ser considerados “comercio”. La situación se verifica en la necesidad de acudir a una serie de habilitaciones municipales que se vuelcan a una lógica vinculada al lucro.

Así, varios espacios culturales se reúnen en Salta, hace más de un año y medio, para la creación de una ordenanza que ampare su actividad. Si bien el proyecto se piensa para ser presentado al Consejo Deliberante de la Ciudad, no es lejana la posibilidad de poder impulsar desde estos espacios base un proyecto ley que ampare a la provincia.

La ordenanza regularía la situación informal que poseen los centros y espacios culturales, facilitaría su habilitación y reconocería las actividades complementarias que hacen a la cultura emergente.

La cultura como horizonte

En la Red de Espacios Culturales Independientes participan el Centro Cultural Pata Pila, La Ventolera, Danzarte, La Minga y Arpías. La Red convoca permanentemente a aquellos espacios que tengan por horizonte la cultura.

Por hacer mención a la tarea que vienen realizando, por ejemplo, La Ventolera se abocada a teatros y títeres; La Minga se vincula con la batucada, el circo y la murga; Danzarte, se dedica a la danza; Arpías, al género y las identidades disidentes, y Pata Pila aporta desde el Cine Comunitario, lutería, hip-hop y fanzine.

Además, mantienen el contacto con otros espacios culturales que ya conquistaron ordenanzas similares en sus municipios. La discusión del lugar que tiene la cultura, en los diferentes estamentos del Estado, viene movilizando a varios sectores del país.

La cultura en el escenario político

“Lo importante de este proyecto es que podría amparar los espacios culturales autogestivos, alternativos y emergentes de la ciudad. Hablamos de las iniciativas que tienen como matriz y rol fundamental a la cultura. Nos permitiría, por ejemplo, tener un buffet o cobrar una entrada. Dentro de los colectivos que impulsamos esta iniciativa, también merecemos poder autosustentarnos y automantenernos”. Así lo afirma Agustín Pérez Marchetta, representante del Centro Cultural Pata Pila.

Comenta, además, que es fundamental poder sancionar el proyecto en este contexto político y económico, ya que “hay muchos espacios que tuvieron que cerrar porque el circuito se achica; además, las personas han dejado de consumir cultura y  deben priorizar el trabajo o la educación”. Peligra así la existencia de estos espacios tan importantes para la cultura salteña.

Desde la Red, comentan a Cuarto Poder que “si bien hay otros espacios, que tienen como objetivo el lucro, nosotros estamos enfocados en la producción, circulación y formación de la cultura. El dinero no deja de ser necesario para poder vivir -o sobrevivir-”.

Finalmente, dice Agustín: “Si nosotros quisiéramos hacer dinero, hubiéramos abierto una empresa. Pero a nosotros nos importa la cultura. La cultura emergente y popular, que nos permite encontrarnos con el otro, poder recomponer lazos sociales,  construir y crear en los tiempos marginales que tiene la sociedad y las instituciones. Ojalá el día de mañana podamos ocupar un lugar central, se garanticen los derechos de las minorías culturales y podamos vivir de esto que amamos hacer”.