Una cuarentena estricta, como la que se implementó en marzo de 2020, está prácticamente descartada.
Su opinión está en sintonía con la de varios colegas suyo del Gabinete, así como la mayoría de los gobernadores. La preocupación de Guzmán es fiscal: una cuarentena como la de marzo y abril de 2020 pulverizaría la recaudación tributaria y estimulará la necesidad de un gasto público mucho mayor, vía IFE o ATP, al que tiene Guzmán hoy en mente. Al final del día, implicaría más emisión monetaria y mayores presiones cambiarias.
“Desde el punto de vista de las restricciones de circulación va a ser otra historia de lo que fue en marzo de 2020. Pensemos que la economía está diseñada, preparada, funciona con circulación. Entonces, por más que haya pandemia, el efecto sobre la economía es menor. Fijémonos en lo que está pasando ahora: todavía estamos en pandemia. Pero llevamos nueve meses consecutivos de actividad económica creciendo”, destacó el titular del Palacio de Hacienda.