Cuando las redes empezaron a difundir las imágenes, muchos no podían creer lo que estaban viendo. Como si nada hubiera pasado en nuestro país, el todo vale parece ser una práctica que los políticos no les entra ni una sola bala y a la gente de a pie la escandaliza y la repugna. (Por A. Bogado)

Sucede que en el lanzamiento de la campaña a diputado nacional, del controvertido dirigente gremial de camioneros Jorge Guaymás, no se le ocurrió mejor idea que él, Miguel Isa y Javier David, se calzaran guardapolvos blancos y con música estridente de fondo se pusieran a bailar en el Teatro Florida delante de varios chicos, a los que utilizaron como parte de la publicidad. Los chicos no entendían bien lo que veían ni a qué habían ido concretamente. 

 

Lo cierto es que todo fue pensado para realizar una exhibición entre obscena y ridícula con todo el gasto que eso implica. En momentos en que en casi todo el país los docentes luchan por obtener un salario digno, muchas escuelas se encuentran en un estado deplorable, y los niños y niñas que deben asistir a clase son los rehenes del oportunista de turno que en vez de dar soluciones inmediatas, prefiere montar un show de dudosísimo gusto. Todo esto, ante las miradas inocentes que no por ello dejan de pensar en qué ridículos quedan esos señores que hace rato dejaron de ser alumnos, y en vez de aportar ideas y allanar caminos, prefieren bailar a costa de sus postergaciones constantes.

Gastar para bailar con delantales blancos, el símbolo de la igualdad estudiantil en tiempos en que la educación argentina fue un modelo. En momentos en que el gobierno nacional vuelve a dejar escapar el dólar porque considera que hay otro atraso cambiario, y como dijo alguna vez Osvaldo Bayer de la política económica de la dictadura, cada vez que el dólar sube se suma otro pobre en la larga cadena de desesperanza de los más afligidos.  Gastar para bailar en medio del peor ajuste tarifario de la historia argentina, superior a los de Alsogaray cuando pregonaba que había que pasar el invierno y para eso, mutiló los salarios docentes. Qué casualidad ¿no? ¿No era que la historia no se repite?

 

 

Bailar con delantales no es lo mismo que bailar pegados, el famoso hit de Sergio Dalma, sino una falta de respeto a la esperanza de chicas y chicos que quieren dirigentes que se preocupen porque a sus padres no les alcanza para llegar a la mitad del mes, y no ya a fin de mes. Que las facturas de servicios son un escándalo que nadie se preocupó por denunciar y conseguir que en el norte, donde habita la mayor pobreza argentina, tengan un arancel diferencial.

Nada de todo eso parece importarles a quienes bailan delante de los chicos. Distinto hubiera sido que se pongan delantales blancos y en vez de hacer semejante papelón, les dieran una clase de formación, les expliquen cuáles son sus derechos, les enseñen a ser ciudadanos, les expliquen el valor de la solidaridad, les cuenten que la violencia doméstica es una forma brutal de barbarie. ¿Algunos podrán? Claro que para predicar y enseñar, antes que hay que saber, aprender y tener la humildad de escuchar las heridas de una pueblo sufrido y manso.

A Guaymás, David e Isa, habría que advertirles que nunca confundan la mansedumbre con la estupidez. Porque aún los más mansos un día descubren que tienen hambre, que necesitan salud, que quieren aprender y tener una buena educación, que sus padres no tienen trabajo, que transportar lo que se produce sale más caro que en cualquier otra parte del país, y que la igualdad de oportunidades… es una expresión de deseos.

Entonces, esos niños y niñas serán más grandes, se pararán de la butaca, desenchufarán el equipo de música y les darán un baile sin delantal, para que aprendan que con algunas cosas no se jode. Y que la bronca existe.