En el tablero provincial, las piezas comienzan a reacomodarse tras el anuncio de Alfredo Horacio Olmedo de abandonar la carrera a la gobernación. Oficialistas y opositores se disponen a conquistar el espacio vacante que dejó el evangelista por embarcarse en la epopeya bolsonarista. (Nicolás Bignante)
Dos más dos no siempre dan cuatro en política. Bien lo saben aquellos que, prematuramente, se alistaron en el catálogo de aspirantes a la gobernación. Bien saben también, que los votos de un candidato que abandona la compulsa no se transfieren como postas de un competidor a otro. En síntesis, saben que el propósito de Olmedo de trasladar sus votos como candidato a gobernador a Gustavo Sáenz, es sencillamente irrealizable. Ante la apertura del espacio y el cambio de panorama, afloran oportunidades y preocupaciones para los que se aprestan a recorrer el territorio provincial en busca de apoyos.
Ya sea por apetencias genuinas o simplemente por estrategia política, al día de la fecha y por primera vez, dos salteños manifestaron sus intenciones de llegar a la rosada. La situación obliga a volver la mirada hacia el terreno provincial, donde el diputado nacional de la campera amarilla dejó una superficie desierta, que todos querrán llenar. Esto último puede darse incluso a costa de derechizar posturas en pos de seducir a los sectores históricamente interpelados por la retórica neo-fascista del sojero.
Mucho se habla de la incógnita que representa el futuro del senador nacional Juan Romero ante el nuevo panorama. Al exgobernador le endilgan el haber propiciado la candidatura de Fernando Yarade, aunque desde su entorno lo niegan. El acuerdo tácito con el Grand Bourg abona esta y otras teorías; entre ellas, la que lo menciona como el conductor de la mesa inter-partidaria que propulsa la reforma política. De cualquier manera, sea por esta o por cualquier otra vía, la circunstancia a evitar para el senador siempre será comparecer ante la justicia provincial. En esa disyuntiva, la alternativa de la renovación aparece con más fuerza ante la posibilidad de reeditar el frente conformado en 2015, que por entonces, llevó al diputado como candidato a vicegobernador.
El espacio que aglutina a la dirigencia kirchnerista en Salta detrás de la figura de Sergio Leavy vuelca la mirada nuevamente hacia el norte provincial, donde los candidatos del PV-FPV apostaban a ser arrastrados por una figura opositora frente a los altísimos niveles de rechazo que tiene el presidente Mauricio Macri. El hecho de que esa figura pueda ser Alfredo Olmedo puso a meditar a más de un intendente en el interior. El caso de Orán puede ser ilustrativo. El PRS de Lara Gros tendrá que optar entre prestarle atención a la intención de voto que registra el legislador nacional de Salta Somos Todos o preservar el núcleo de votantes que le garantiza la alianza de gobierno.
Mientras tanto en el PJ provincial advierten que, en ese contexto, es de suma relevancia tener al kirchnerismo cerca. De todos los apadrinados por el Grand Bourg, sólo uno se anticipó a esta realidad: Javier David, quien no sólo primereó al «Oso» Leavy en el coqueteo político, sino que además tomó distancia de su par Pablo Kosiner al votar en contra del presupuesto.
El año que viene Salta se encontrará ante la posibilidad de definir el apoyo, en la categoría presidente, entre cuatro candidatos: Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Juan Manuel Urtubey o Alfredo Olmedo. Aunque los nombres puedan cambiar en poco menos de un año, el destino de los dos últimos está atado, en buena parte, al ordenamiento de la tropa en el plano provincial.