El clima se enrarece en Salta, ante una ola de inseguridad sin precedentes.

Salta, lugar común la muerte. El combo de acontecimientos espeluzna: una violencia tan inusitada como predecible: brutales femicidios, un joven degollado en pleno parque San Martín, una pareja ejecutada con tintes mafiosos. Y a esto se le suma que en la mayoría de los casos los victimarios siguen libres. En algunos casos, continúan publicando en redes sociales y comunicándose con familiares (como el femicida de Rosario de la Frontera) mientras la policía no sabe dónde buscar. En el caso de la pareja ejecutada en la Circunvalación Oeste, la policía ni siquiera por dónde empezar a buscar: creían que había sido un accidente de auto, pero los dos integrantes del auto tenían balas en sus cabezas.

Los homicidios son los que llegan a las páginas de los diarios. Son los hechos de violencia que se vuelven insoslayables. Pero hay muchos casos que ni siquiera son noticiables: ayer, por ejemplo, en las escalinatas del Cerro San Bernardo un joven de 19 años estaba junto a su novia de 16, cuando fue herido con herido de arma blanca en el abdomen. Dos hombres intentaron robarle. A la chica le robaron un teléfono celular y al joven, las zapatillas. Es un espacio que cientos de salteños que hacen deportes: debería ser seguro.

La falta de gestión de Pulleiro permitió que la violencia se recrudezca, que se vuelva más cotidiana y permanente y que, ahora, penetre en lugares que, hasta hace poco, eran familiares y parecían seguros.

¿Y si ponemos un Ministro?