La llave del terrorismo La pulseada que en este momento se libra en Bolivia no sólo se insinúa como una cuña continental, de la mano de una nueva ola terrorista y dictatorial. Por lo pronto, podría afectar a la provisión de gas en nuestra región Noroeste. Lo que poco se discute por estas horas en las mesas de dirigentes políticos. 

 

 

La situación producida por el Golpe de Estado en Bolivia podría afectar, particularmente a la región Noroeste de nuestro país, en relación a la provisión de gas. Esta luz amarilla se encendió luego de la interrupción del orden constitucional, la cual tiene justamente a los recursos energéticos (litio y gas) como principal motivación.

El entramado político de lo que sucede en la nación fronteriza es una arista que pone sobre el tapete la interconexión de factores, respecto a la Argentina. En el remezón altiplánico, otro de los antiguos clientes del ecuatoriano Jaime Durán Barba, está entre los pliegues en que se esconden los golpistas. Es decir, el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y su otrora vice, el candidato presidencial Carlos Mesa.

Este dato “político” no es algo menor, ya que hasta ahora nadie sabe si atribuir un eventual faltante de este fluido en nuestro país a una decisión expresa de trasladar la zozobra a los países vecinos o a una auténtica problemática ligada a la producción de hidrocarburos.

Lo cierto es que los especialistas adelantaron esta semana que la región comprendida entre Córdoba y el Noroeste argentino se verían afectadas, al con contar con vías alternativas para cubrir la falta en la oferta gasífera –más que nada a partir de marzo- si desde aquella nación mermaran tales envíos.

Tanto desde el sector privado como desde el ámbito estatal ya lanzaron esta advertencia en dirección al macrismo, aunque lo más probable es que esta administración desatienda esto y se lo herede a quien lo suceda en el poder. Entre las herramientas para reemplazar esta baja en la oferta, de todas maneras, se mencionó el uso de las reservas de gas natural licuado almacenado en la terminal bonaerense de Escobar, solicitar envíos desde Chile (otra nación zarandeada por la situación política) o bien subir la producción local. Ninguna de estas variantes alcanzaría, según especialistas en energía.

Esta semana uno de ellos le dijo al portal La Política Online que “la afectación dependerá de la cantidad de gas que no entregue Bolivia. Hoy está entregando entre 10 y 11 millones m3/día. Pero si se cortan más de 5 millones estará muy comprometido el abastecimiento a localidades, industrias y centrales térmicas del norte argentino”.

Mientras que el titular de la Cámara de Expendedores de Combustibles de Santiago del Estero, Pedro Llorvandi, le dijo a este portal que “todo el NOA y el 70% de Córdoba se abastecen del gas boliviano». Para peor, en relación a las alternativas de provisión el especialista advirtió que no existe «posibilidad de inyectar gas desde el centro al norte del país. Si se corta el suministro, automáticamente en cuestión de horas se quedan sin producto todas las cañerías».

Finalmente, el catedrático de la UBA y consultor en asuntos vinculados con la energía, Eduardo Fernández, especificó que el nudo está centrado en “los gasoductos Neuba I y II, el Centro-Oeste y el San Martín -que son los que traen gas desde Neuquén y desde el sur- están completos y aun en verano están trabajando a full”. Por lo tanto, contabilizarlos como reemplazo podría ser un error de cálculo.