Flor tiene 27 años, es licenciada en ciencias de la comunicación de la UNSa y tiene un hijo de diez años. Acá narra su accionar como militante y participante activa en la defensa de los derechos de la mujer. (Gastón Iñiguez)
Flor comenta que la carrera de Ciencias de la Comunicación le hizo ver la vida de nuevas maneras. A pesar de lo difícil que le resultó cursar siendo madre y acomodando los tiempos para poder finalizar sus estudios. Dentro de la carrera comenzó a interiorizarse en cuestiones sociales relacionadas a la comunicación comunitaria y la lucha de género que fue lo que más adelante definió su accionar como militante y participante activa en la defensa de los derechos de la mujer.
Ya en los últimos años cuando preparaba su tesis decidió que giraría en torno a la construcción de la identidad de las empleadas bolivianas en la ciudad de Salta. En parte eso venía un poco de su historia familiar, ya que su padre es un inmigrante boliviano casado con una mujer del interior de la provincia. La idea central de la tesis era poner en evidencia las prácticas discriminatorias hacia las mujeres que se desempeñan en labores domésticas y las estrategias de resistencia que ellas mismas desarrollan.
A partir de ese trabajo Flor comenzó a charlar con muchas mujeres y registrar sus testimonios de vida, los malos tratos recibidos por sus patrones y las actitudes discriminatorias del entorno. Esto generó en ella una necesidad imperativa de ir más allá y tratar de apoyar de alguna manera a estas mujeres para que pudieran revertir su situación.
Flor encontró que la mejor manera de hacerlo era desde la política y así fue como hace casi tres años se acercó a una agrupación joven que no hacía mucho que funcionaba en Salta; Nuevo Encuentro el partido de Martín Sabbatella que se fundó el 28 de abril de 2009 y que en palabras del fundador y ex delegado del ex-Afsca “expresa capacidad de gobernar desde una perspectiva progresista y popular”, “une ética pública, compromiso social y capacidad de gestión”, “rompe con la cultura del progresismo testimonial” y “construye un progresismo de gobierno, un progresismo que se hace cargo”.
Justamente en ese “hacerse cargo” es que Flor decide integrarse al frente conformado por mujeres que actualmente es la parte más fuerte del partido en la provincia, debido a la labor en terreno y su articulación con la problemática de la mujer en los entornos barriales excluidos. Su militancia y dedicación hicieron que a través de una decisión colectiva hoy sea ella la referente y cara visible de este frente.
“Lo que me mueve a participar de este frente pasa primordialmente por la dimensión de lo personal y lo personal siempre es político, queremos que otras mujeres sean las empoderadas de sus vidas, por eso tenemos mucha participación barrial, iniciamos las consejerías en salud sexual y reproductiva en el Barrio Primera Junta al sur oeste de la ciudad. Esos talleres se realizan en conjunto con todas las mujeres de la zona y posibilitan que ellas puedan construirse a sí mismas como protagonistas activas dentro de la comunidad. Es a través de estas charlas que las mujeres descubren que pueden tomar control de sus propias vidas y decidir qué es lo más conveniente para ellas”.
“Si bien en los últimos años durante el kirchnerismo se avanzó en la sensibilización y la toma de conciencia en los derechos de las mujeres nos damos cuenta que todavía queda mucho trabajo por hacer y aunque ya no somos parte de la estructura del estado es obligación de TODAS las organizaciones sociales aunar criterios y proteger las políticas públicas que fueron la gran conquista de los últimos 12 años.”
“El caso de Micaela nos tocó muy cerca a todas las mujeres del frente porque nos sentíamos identificadas, en su lucha activa por los derechos de la mujer, en la participación dentro del colectivo #niunamenos y el trabajo en territorio; nos hizo dar cuenta que no importa qué edad tengas ni en cual situación socioeconómica te encuentres, nada en la actualidad hace que una mujer esté totalmente a salvo de una situación de violencia y un día apareces muerta, violada y tirada al costado de la ruta como un perro”.
Flor también trabajó como capacitadora y tallerista dentro del programa “Ellas hacen” entre el año 2014 y finales de 2015, otra de las políticas inclusivas del pasado gobierno dependiente del ministerio de desarrollo social y productivo. La intención de este proyecto era integrar al mundo laboral a mujeres sin recursos a través de capacitaciones que les permitieran desempeñarse en el ámbito de la construcción, las cuales fueron organizadas dentro de cooperativas; la mayoría de estas mujeres tenían muchos hijos, algunos con discapacidad, no estaban insertas en el trabajo formal y habían atravesado por situaciones de violencia. Se las impulsaba desde el programa que terminaran sus estudios primarios y secundarios, de esta manera se las fortalecía usando el estudio como herramienta de transformación. Gracias a este programa muchas de ellas pudieron levantar sus propias casas y consiguieron un ingreso económico que les permitió ser independientes de sus maridos y salir de situaciones de abuso. Actualmente el programa tiene 176 cooperativas en funcionamiento.
Por supuesto el viraje del programa al nuevo aparato estatal resultó en un recorte presupuestario y de personal; en diciembre 2015 Flor recibió la noticia de que le renovarían el contrato y junto con ella otras compañeras, algunas embarazadas, que fueron tildadas de “grasa militante” y excluidas del programa sin ninguna explicación, Flor cuenta que en Salta el nuevo ministerio de Desarrollo con Bettina Romero a la cabeza comenzó a torcer el rumbo de los programas en funcionamiento; surgieron amenazas y malos tratos hacia los trabajadores que quedaron y se dejó de fortalecer a las cooperativas de trabajo en construcción; el programa “Ellas Hacen” se convirtió en un depositario de capacitaciones aisladas sin lineamientos ni objetivos concretos, usando a muchas de las mujeres beneficiarias como mano de obra barata para el estado en tareas tales como el descacharrado y control del dengue en barrios periféricos. Flor sostiene que de esta forma debilitan las cooperativas evitando que las mujeres se empoderen o puedan insertarse en el trabajo formal y culmina diciendo: “Está claro que estamos transitando un periodo conservador y funcional al patriarcado, pero sin vistas a querer o intentar modificarlo, por eso debemos estar juntas para generar un verdadero cambio pero no lo vamos a lograr luchando solas; necesitamos de todos los miembros involucrados en la sociedad para tratar temas relacionados a nuevas perspectivas de género y derechos adquiridos, mostrando a los hombres que existen otras formas de masculinidad y no solo lo que la ley del mercado impone. Consiguiendo el apoyo del estado para ampliar las políticas públicas… entonces así podremos modificar la imagen que se tiene de la mujer, difundida ampliamente en los medios, de víctimas y no como verdaderas actoras políticas sociales activas y empoderadas, tomando decisiones sobre nuestras vidas y el rumbo hacia el que queremos ir”.