Vilte y Vera fueron absueltos. Para la justicia, Lasi es el violador y asesino pero todos saben que no pudo hacerlo solo y que por ello hay culpables que probablemente nunca fueron investigados. La instrucción del 2011 realizada por el ahora camarista Martín Pérez, es la vergüenza del proceso. (Maximiliano Rodríguez)
Tal como se esperaba, la sala está repleta. La última audiencia del juicio oral y público por el crimen de las turistas francesas asesinadas en 2011 en San Lorenzo, atrajo las cámaras de la televisión nacional y una buena cantidad de medios internacionales. Ni siquiera los lugares destinados a la prensa son suficientes. Entre el público y la última fila de bancos, se instaló un arsenal de cámaras. Muchas de ellas transmitirían en directo los pormenores de la jornada.
El juicio comenzó el 25 de marzo de 2014 en este mismo lugar: la sala de grandes juicios del poder judicial salteño. Esta audiencia del 2 de junio será el final del proceso. Al terminar el día habrá sentencia. Los más experimentados periodistas de tribunales auguran que cerca de las 16 se conocerá el veredicto. Recién son las 10 de la mañana cuando los agentes del servicio penitenciario ingresan a los tres acusados. La audiencia fue convocada a las 9. Se descarta que al caer la noche de hoy habrá al menos un culpable condenado, quizás dos. Quienes siguieron las audiencias de debate también creen que Daniel Vilte es muy probable que sea absuelto.
Los jueces demoran un poco en ingresar a la sala. Sobre ellos se posarán todas las miradas durante esta última jornada. Cuando quede habilitada la audiencia los imputados tendrán la posibilidad de decir sus palabras finales antes de conocer la sentencia. No habrá preguntas ni sus palabras serán prueba. Es sólo la posibilidad de expresarse que tienen los acusados. Durante el transcurrir del juicio oral, sólo Daniel Vilte y Gustavo Lasi prestaron declaración ante el tribunal. Vilte lo hizo el primer día y su gesto dejó una impresión positiva. Lasi en cambio habló el último día de debates y su discurso repetido sólo apuntó a tratar de evitar la condena por doble homicidio agravado. Todas las dudas previas a la sentencia giran en torno a la figura de Santos Clemente Vera. Sin embargo, más allá de cual sea el veredicto de la jornada, fue inocultable durante todo el juicio que la investigación policial y la instrucción judicial representaron los peores males de una sociedad en muchos aspectos atrasada.
Nadie puede ocultar a esta altura de los hechos que el juez de instrucción Martín Pérez encabezó un proceso altamente viciado. Desde permitir torturas policiales durante toda la etapa inicial, hasta la aceptación de pruebas fraudulentas plantadas por la propia policía para incriminar a uno de los detenidos. Desde todo punto de vista, la instrucción judicial de Pérez fue aberrante. La investigación policial por tramos fue violatoria de las leyes vigentes y por tramos enlutada de autoritarismo. Como contrapartida, fue evidente que los jueces Ángel Longarte, Héctor Pucheta y Bernardo Ruiz encabezaron un juicio honesto aunque condenado por una instrucción teñida de política.
Fue a las 10.33 cuando ingresaron los miembros de la Sala II. En apenas nueve minutos hablaron todos los imputados.
Agradecimiento
El presidente del tribunal de juicio, Ángel Longarte, hizo uso de la palabra y dijo que se llegó al final del proceso y que los acusados podrían decir sus últimas palabras antes de conocer la sentencia. Primero le pidió a Daniel Vilte que se ponga de pie y le preguntó si quería decir algo. El albañil habló. “No entiendo por qué estoy acá. Jamás tuve contacto con estas chicas. Jamás me junté con Vera y mucho menos con Lasi”. El acusado con las esposas por delante agradeció a su familia y a su abogado por acompañarlo durante el proceso. En la primera fila de la mano izquierda de la sala, su pareja, Laisa Serrano. La mujer vestía de negro y lo miraba atentamente. Lo acompañó durante todas las jornadas. Comparte con el acusado tres hijos.
Declarado inocente
Santos Clemente Vera también habló. Fue la primera vez en este juicio oral y público en que los jueces escucharon su voz. Por momentos fueron temblorosas sus palabras. Era lógico, no siempre se está ante tres jueces que pueden decir sobre la libertad o la prisión perpetua de quien debe dirigirle sus últimas palabras. “Quiero decirles que soy totalmente inocente. No tengo nada que ver con esto. Siempre hice las cosas bien, mi padre me dio educación. No puedo entender por qué estoy acá en estos momentos. Todo lo que dice Lasi son mentiras. Jamás vi a las víctimas y jamás hice daño a nadie. Pido Justicia por mí y por mi familia. Gracias a Dios no le debo nada a nadie. Tengo las manos limpias y la conciencia tranquila”, afirmó el jardinero.
Sólo tres
En último de los tres acusados por homicidio en hablar fue Gustavo Lasi. Con el mismo tono frio que utilizó al ampliar su declaración indagatoria habló, sin decir mucho y pidió perdón sin remordimiento. El acusado no se dirigió a los jueces, sino a Jean Michel Bouvier, único familiar de las víctimas dentro de la sala de juicio. “Quiero decir unas palabras al padre de las chicas. Siento mucho lo que ha pasado. Quizás él se queda con dudas que hay otra gente. No la hay. Ojalá pueda conseguir el descanso eterno de su hija. Siempre dije que hay tres culpables y están acá”, afirmó atrevidamente.
Luego le habló al tribunal y afirmó: “señores jueces estoy en sus manos y pido algo justo, nada más”. Demasiada frialdad para palabras tan importantes. El pedido de clemencia no apareció como tal.
El error
Más tarde llegó el momento de hablar para los acusados por encubrimiento agravado. El primero el dirigirse al tribunal fue Omar “pajarito” Ramos. Sus palabras fueron propias de un hombre de campo. “Tengo 50 años, tengo una familia, una señora, tres chicos. Siempre viví en San Lorenzo y me levanté temprano para dedicarme a mi trabajo. Cometí un error de agarrar algo que nunca debí haber agarrado. Nunca supe que esa arma estaba involucrada. Pido perdón a todos mis vecinos de San Lorenzo por haber fallado con esta actitud de haber agarrado algo que no debí agarrar. Desde el primer día de esta actitud tuve que dejar de lado el fortín del que era presidente. No quería manchar al fortín con esta situación mía. Sea cual sea el veredicto seguiré colaborando con la comunidad”, afirmó. Sobre su persona, la querella y la fiscalía pidieron penas a prisión: un año y medio, y tres años de prisión respectivamente.
Un bulto
El último en hablar también hizo escuchar su voz por primera vez en este juicio. Fue Antonio “chato” Sandoval quien fue escueto y directo al dirigirse a los jueces. El empleado municipal dijo: “Recibí un bulto, no me dijo que era un arma. Me dijo que ya volvía a buscarla. Yo no escondí nada sólo la guardé en mi trabajo. Nada más, Sr presidente”. Al igual que Ramos, Sandoval espera la sentencia desde la libertad. Una pena en su contra, aunque fuera de prisión en suspenso, sería durísima para estas personas. Como todo habitante rural, creen que la palabra vale más que la firma.
El fallo
Las cinco personas juzgadas hicieron uso de la palabra ante los jueces en apenas nueve minutos. La audiencia comenzó 10.33, cuando ingresaron los miembros del tribunal. Una vez terminadas esas palabras finales el juicio entró en un extenso cuarto intermedio. 10.42 se retiraron los jueces a deliberar. Se esperaba que cerca de las 16 habría sentencia. Por esto, casi un centenar de personas esperó durante toda la jornada el veredicto. Abogados, familiares, periodistas, policías, ocuparon los pasillos y escaleras del subsuelo de la ciudad judicial. Recién a las 18 se volvió a abrir la puerta de la sala.
En el centro del recinto un fuerte operativo de seguridad previó posibles incidentes. Otra vez la sala colmada cuando fueron ingresados los imputados. Unas treinta personas de pie en el fondo de la sala esperaron el veredicto. Los familiares de Daniel Vilte y Santos Clemente Vera esperaron ansiosos conocer el resultado a tanta espera. 18.12 ingresaron los miembros del tribunal. La lectura del fallo fue rápida y estuvo a cargo del presidente del tribunal.
Por unanimidad, la Sala II hizo lugar al planteo de inconstitucionalidad de la pena de prisión perpetua y por ende no podía aceptarse las penas solicitadas en ese sentido. Acto seguido, el juez encontró culpable a Gustavo Lasi y lo condenó a la pena de 30 años de prisión por todos los delitos. Esta decisión fue por unanimidad.
También las condenas por encubrimiento. Tanto Ramos como Sandoval fueron encontrados culpables de encubrimiento agravado y deberán cumplir penas de prisión condicional por dos años cada uno. No irán a la cárcel pero deben abstenerse de consumir drogas o alcohol, además de fijar un comportamiento correcto en general. Ambas penas parecieron un tanto excesivas pero fueron tomadas de común acuerdo por los magistrados y ninguno de los dos quedará detenido. La defensora oficial, Clara Castañares, quien los representó en todo el juicio, adelantó que apelará la medida. Tanto el empleado municipal como el gaucho recibieron un duro golpe por encubrir el arma homicida. Para ellos la sentencia pareció inesperada.
El momento de la verdad llegó a la hora de escuchar la suerte de Daniel Vilte y Santos Clemente. Los dos detenidos a lo largo de tres años negaron su participación en el hecho y proclamaron su inocencia mientras el poder político y el judicial ordenaba que marchen presos. Toda la sociedad salteña sentía la injusticia incluso a la distancia y estaba representada en ellos. Tanto repetirse que no había pruebas en su contra, que la policía pegaba y armaba causas. Tanto repetirse que el juez denegaba la posibilidad de justicia, que a la larga si había una injusticia en este proceso estaba entre ellos dos.
En los últimos días del proceso se tornaba evidente que Daniel Vilte podría salir en libertad y también era probable la liberación de Santos Clemente Vera. La madre de este y la mujer del primero festejaron con un grito al cielo cuando Longarte leyó el veredicto: Santos clemente Vera y Daniel Vilte fueron absueltos y quedaron en libertad en forma inmediata. Gritos y algunos aplausos dentro de la sala. La reacción instantánea de los presentes expresó a todas luces la sensación que generó el fallo. Esta parte del fallo fue dividida y mostró, en el fondo, cual fue la participación de cada juez en la composición del veredicto. Para Ángel Longarte y Bernardo Ruiz la absolución fue dictada por el margen de la duda, mientras que para Héctor Pucheta las absoluciones fueron lisas y llanas.
En cinco días darán a conocer sus fundamentos y proseguirá el debate pero la sentencia por robo, violación y homicidio tuvo un culpable y dos inocentes. A casi tres años de las detenciones ordenadas por el juez Martín Pérez, dos de los tres acusados quedaron en libertad. El caso está resuelto le dijeron en 2011 a la presidenta del país y a la Justicia francesa. Tranquilos, que el caso está resuelto le dijeron a la sociedad salteña. Peor aún, el caso está resuelto le dijeron a los familiares de las víctimas. Hubo asensos para policías, promociones para el fiscal acusador y un ascenso –senado provincial mediante- para el juez de instrucción de este caso.
El juicio oral y público correctísimamente conducido. Los jueces serios y un padre con temple de hierro dijeron todo lo contrario. Dos de los tres hombres acusados y detenidos, sobre los que se paró tanto premio ahora quedaron en libertad. Sea por errores de la policía o por errores del juez, el caso es de suma gravedad. Para la justicia y los diarios quedará Gustavo Lasi como el violador y asesino de las turistas. Pero todos saben que el crimen no lo cometió en soledad y que por eso hay culpables que están en libertad, que quizás nunca fueron detenidos, o lo que es peor aún, que quizás nunca fueron investigados.
Un crimen, un culpable. Dos cuerpos y una justicia que no fue. Deberán ahora los responsables desde el Estado darle las explicaciones al pueblo de por qué tanto engaño. A los padres de las chicas asesinadas los mismos que dijeron que el caso estaba resuelto deberán explicarles sencillamente quien mató a Cassandre y Houria aquel 15 de julio de 2011.