Descartes es considerado como el iniciador de la filosofía racionalista moderna por su planteamiento y resolución del problema de hallar un fundamento del conocimiento que garantice su certeza.

Andrea Sztychmasjter

Rene Descartes nació hacia fines del siglo XVI, más específicamente, en el año 1596 en el pueblo de La Haye, Francia. Su época se vio influenciada tanto por el escepticismo reinante del Renacimiento (siglo XVI), como así también por los grandes descubrimientos científicos de la época que pusieron en jaque la concepción del hombre y su lugar en el universo, entre ellos podemos mencionar principalmente la teoría heliocéntrica postulada por Galileo.

A partir de esta se produce un resquebrajamiento del mundo propuesto por Aristóteles. Estos eventos producen un cambio de mentalidad en los hombres del siglo XVII, se produce una reivindicación de la razón en contraposición a la fe religiosa, donde la teología pierde terreno. Otro de los cambios importantes que tendrá lugar en el Renacimiento concierne a la escritura de la historia.

El Renacimiento coloca al hombre como el valor supremo y hace de su conciencia individual, independiente, un referente fundamental. Esta oposición a todo principio de autoridad entraña la necesidad de buscar un nuevo fundamento que se pondrá en la razón humana. En Italia tuvo lugar una profunda revisión del método científico que justamente concluyó en el replanteamiento que Galileo hizo del método científico. En esta revisión de la teoría del método ocupa un lugar importante Petrus Ramus, quien critica el planteamiento aristotélico del método. Se critica también al método dominante escolástico basado en el criterio de autoridad y verbalismo.

Existe además de Descartes otro gran proyecto de la modernidad: el de Francis Bacon. El método baconiano es inductivo y tiene como base fundamental la experiencia sensible. Bacon critica el método deductivo de la lógica aristotélica y propone como alternativa un método inductivo. En contraposición la teoría cartesiana no es empirista, sino racionalista y se sustenta sobre una teoría de la concepción:

“Entiendo por intuición, no el testimonio fluctuante de los sentidos, ni el juicio falaz de una imaginación incoherente, sino una concepción del puro y atento espíritu, tan fácil y distinta, que no quede en absoluto duda alguna respecto de aquello que entendemos”. (Descartes; pág. 9. Reglas para la dirección del espíritu)

En el primer capítulo del Discurso del Método, Descartes, define el “buen sentido” como “(…) la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso (…)” (Descartes, 2011: 101). Esto es naturalmente igual en todos los hombres, pero la diversidad de opiniones sostiene, provienen en que los pensamientos van por derroteros diferentes y no consideran las mismas cosas. Por tanto, sostiene no basta con tener ingenio bueno, lo principal es aplicarlo bien.

En la cuarta regla para la dirección del espíritu, Descartes, explicita su concepción de “mathesis universalis”, propone seguir el camino de las matemáticas porque es la única disciplina que ha logrado erigirse sobre principios firmes, seguros, universales e inmutables.

En la primera parte del Discurso del Método, Descartes, se refiere al engaño, es decir en tomar por una cosa algo que no es tal cosa que se cree, se refiere a que los hombres pueden equivocarse. Así expone el método que a él le resultó. Cuenta en base a su propia vivencia que a pesar de haber estudiado y leído durante toda su vida, le embargaron las dudas y errores y a pesar de instruirse cada vez más, lo único que lograba era descubrir su ignorancia.

Así también en la primera parte de las Meditaciones, se refiere a las causas por las que podemos dudar de todas las cosas, especialmente de las materiales. Aunque la utilidad de esta tan grande duda no aparezca a primera vista, su efecto más principal es que nos libera de todo prejuicio y facilita un camino para apartar la mente de los sentidos, y hace finalmente que no podamos seguir dudando de lo que posteriormente averigüemos ser cierto.

De este modo la duda se erige como un camino hacia la verdad, no es la duda pregonada por los escépticos, es una duda hiperbólica y universal que tiene como fin encontrar algún principio firme y seguro.

Criticas a los sentidos

En la primera meditación, Descartes, esgrime los argumentos contra el conocimiento sensible y el conocimiento racional. La crítica a los sentidos consiste en dos argumentos; en primer lugar, los sentidos suelen engañarnos, nos presentan ilusiones de las cosas en lugar de mostrarlas como son, por ello, no son una fuente confiable de conocimiento; en segundo lugar, durante el sueño los sentidos suelen presentarnos las mismas imágenes y situaciones que acontecen en el estado de vigilia, por lo cual se hace difícil distinguir entre lo que sucede en un sueño y lo que ocurre mientras estamos despiertos, de este modo se confirma el poco valor de los sentidos en cuanto a la búsqueda de una conocimiento fiable.

La crítica al conocimiento racional también parte de dos argumentos, en primer lugar, Descartes, reconoce que incluso en razonamientos simples existe la posibilidad de equivocarse, por la tanto, es posible que todos los razonamientos sean falaces; en segundo lugar, propone la hipótesis del genio maligno, dicha entidad nos habría hecho de una naturaleza propensa al error, con lo cual nuestros razonamientos siempre serán equivocados por más generales y universales que los consideremos, incluso los del as matemáticas.