Mucha reparación histórica no hubo en Tartagal: faltan escuelas secundarias. Chicos que viven en comunidades ubicadas al este de la ciudad, deben caminar a la escuela de nivel medio más cercana ubicada a 3 km. En la zona oeste, donde reside 30% de la población, tampoco tienen ni un solo establecimiento.

 Un informe del diario El Tribuno indica que son varias las comunidades, aborígenes y criollas, que comparten un mismo flagelo: el consumo de drogas entre niños y jóvenes.

 El consumo se agrava porque los chicos no cuentan con una escuela de nivel secundario, por lo que al salir del séptimo grado se termina para ellos la posibilidad de formarse, de estudiar, de estar ocupados y de tener un proyecto de vida.

 “Aquí la única posibilidad de que los chicos hagan el secundario es que vayan a la escuela Pretty, pero casi nadie manda sus hijos… La escuela se ubica a más de 3 kilómetros de la comunidad Lapacho II y el trayecto que deben recorrer es muy lejos, muy peligroso para que vayan caminando y no tenemos ninguna posibilidad de ponerles un vehículo; por eso ningún chico de estas comunidades hace el secundario. Ni qué pensar si tienen que irse hasta el centro, imposible para nosotros”, manifestó explicó un representante de estas comunidades.