El presidente del Concejo Deliberante de la ciudad, Ricardo Villada, se reunión con vecinos de la barriada de Floresta que como hace treinta años explicaron los problemas de agua que padecen desde siempre.

A la histórica demanda de agua corriente, los vecinos de Floresta le sumaron reclamos por el mal estado de las calles, la atención sanitaria y la falta de agua potable y cloacas. Villada estuvo acompañado del Jefe de Atención al Vecino del CD, Roberto Benedicto. Villada, les adelantó el acompañamiento del cuerpo y el inicio de gestiones en el ámbito municipal y provincial, a fin de avanzar en la resolución de las temáticas planteadas,

El parte de prensa difundido por el presidente del cuerpo enfatizo que los vecinos plantearon el mal estado de las calles como una de las más grandes dificultades, “son pocas las cuadras que están asfaltadas y las calles de ripio están en muy mal estado, en época de lluvia es imposible transitar” reclamó una de las vecinas. Sobre la red de agua potable y cloacas afirmaron que las dificultades datan desde 1968 y que ante los constantes reclamos, se les explicó que no se puede avanzar en ese aspecto hasta que se defina la traza de la autopista que atravesaría la zona.

Cuarto Poder analizo oportunamente la histórica demanda de esa barriada por falta de agua. Villa Floresta, conviene recordar, es uno de los barrios más antiguos y poblados de la ciudad y también uno de los que mayor déficit de servicios públicos posee, lo que lleva a calificar al barrio como víctima de la segregación urbana en Salta que no es otra cosa que la distribución desigual y desproporcionada del espacio urbano en términos de acceso a servicios, alumbrado, limpieza, asfalto, entre otras.

Más de la mitad de los moradores del barrio Floresta, están en una situación irregular con respecto al dominio de las tierras y no cuentan con agua corriente: para proveerse del líquido elemento deben recurrir a los grifos comunitarios con baldes y tachos insalubres que, no cubren los estándares básicos, vulnerado el derecho a la salud de la población. Dependiendo del sector del barrio donde esté la vivienda, a veces el agua sale durante dos horas por día, porque después se corta el servicio. Regularmente y con suerte, cada ocho días pasa el camión “aguatero” llenando tachos de 200 litros que los vecinos utilizan para lavar ropa, utensilios, y regar sus huertas familiares. Tachos que al no estar tapados muchos de ellos, aumentan los riesgos de contraer enfermedades como el dengue, ya que allí es donde se cría el mosquito transmisor.

En el caso del barrio Floresta, se dan situaciones que deberían ser recuerdo de otras épocas, pero que hoy constituyen una flagelante realidad: largas colas de gente con baldes para aprovechar las pocas horas que sale el agua y la espera ansiosa del camión cisterna para llenar los tachos y poder usar el líquido durante los siguientes ocho días hasta que el camión retorne nuevamente.