“Narratanería», el equilibrio justo entre lo complejo y lo entretenido.
Emilio Laureano Vera nació en la ciudad de Tartagal. Es comunicador Social, Guionista y Director de Cine. Actualmente conforma el colectivo de teatro Le Moroche.
Siendo la segunda vez que se presenta esta obra en Tartagal, ¿cuáles son los puntos principales que toca esta propuesta y cómo fue la recepción del público?
Esta obra aborda algo tan simple como humano: el “decir”. No como un acto meramente comunicativo sino como un acto social y político. Las leyendas que han navegado por décadas en el imaginario colectivo y han pasado de generación en generación llegan a nosotros a través de la tradición oral. Es esta oralidad, cargada de sentido por las tradiciones y nuestra propia historia, la que nos define como comunidad, como sociedad. La obra Narratanería aborda este proceso. Las leyendas nos alcanzan, nos atraviesan y, a partir de ahí, producimos una nueva «punta de ovillo» para construir una enorme red por donde se divulgan estas leyendas, pero ya no en su estado puro, sino que están modificadas, editadas, por nuestros valores, prejuicios y preconceptos. Para abordar este tema decidimos hacerlo a través de la Narración Escénica. Lo que significó un desafío para nosotros porque no son puestas escénicas a las que estemos acostumbrados y de las que tengamos mucha experiencia. El arte de la narración es muy compleja porque implica lograr captar la atención del espectador solo utilizando el texto y la voz. Apelamos a que el espectador se introduzca en la propuesta y luego que transite por ella. De acuerdo a las devoluciones recibidas de forma directa o a través de las redes sociales, la recepción ha sido positiva. Creemos que logramos el equilibrio justo entre lo complejo y lo entretenido, así que estamos muy satisfechos. Para estas nuevas presentaciones hemos hecho ajustes, por un lado respondiendo a algunos comentarios de espectadores y por otro porque nosotros mismos nos observamos, y creemos que estos nuevos cambios han sumado muchísimo a la obra.
¿Cuáles son las dificultades más notorias a la hora de producir teatro independiente y de carácter socialmente crítico en el Departamento San Martín?
Yo creo que aún no hay grandes dificultades, porque nuestros gobernantes no ven teatro pero esperamos que eventualmente lo hagan. Y los sectores que se pudieran «ofender» no desean poner temas en discusión. Entonces, en estas instancias, la mayor dificultad para hacer teatro crítico somos nosotros mismos. Dicho de otra forma, la única barrera que existe es la disyuntiva de si estamos dispuestos o no a interpelarnos a nosotros mismos como colectivo, como sector y como comunidad. Abordar críticamente aspectos sociales siempre implica un grado de incomodidad. En nuestro departamento ha corrido mucha agua bajo el puente en cuanto a lo social y político. (Aunque es curioso hablar de agua cuando parece ser un problema de nunca acabar). Las problemáticas deben ser tratadas. La mayoría de las veces lo hacemos con solemnidad en los medios de comunicación o con cierta resignación en las charlas casuales de la calle. Nosotros también queremos hacerlo pero desde el arte. Es nuestro espacio donde podemos satirizar y donde el espectador puede hacer catarsis. Y desde donde creemos que puede producirse un cambio, aunque sea pequeño.
¿Cuántas funciones se llevarán a cabo y cuáles son los aspectos técnicos que se han trabajado para esta segunda edición?
Tenemos dos fechas próximas para NARRATANERÍA, el 28 y 29 de octubre a las 22 hs. En la sala Bibi Mecle del Centro Cultural La huella de tus manos de la Fundación Tendiendo Lazos. El costo de entrada es de $2.500 por persona aunque hay una promoción de 2x$4.000 para que vayan acompañados/as. Para estas nuevas funciones realizamos algunos cambios. Primero que nada, se ha incorporado Waldina Ibáñez al grupo, en reemplazo de Erica Caicedo que regresó a su Colombia natal. La incorporación de Waldina modificó mucho la dinámica del grupo y ello se vio reflejado en el tono de algunos momentos. El Grupo Le Moroche, compuesto por Jóse Juárez Cabrera, Gabriela Paz, Waldina Ibáñez, Martín Galarza y yo, se caracteriza por la experimentación y su compromiso con el teatro. Así que todos los ensayos son búsquedas de nuevas formas. Uno de los principales cambios es la definición de su tono sarcástico que ahora está más marcado y el cual nos interpela de otra manera. Hicimos algunos cambios en la puesta en escena para fortalecer simbólicamente algunos aspectos abordados y creemos que el ritmo ahora es aún más dinámico. Esperemos que los espectadores así lo perciban.
En la escena y oferta teatral que actualmente se desarrolla en la región, ¿cómo se inscriben esta clase de producciones y qué propósitos establece el colectivo a futuro?
Cómo mencioné, estamos en un año muy particular para el teatro local. Siempre hubo teatro, eso debe quedar claro, pero no siempre hubo tantas producciones locales en «cartelera» ni tantos grupos activos. Eso es muy bueno, ya que existe variedad en propuestas para diferentes públicos. Particularmente me encuentro en dos producciones que se estrenaron recientemente, Narratanería del Grupo Le Moroche; y Poética, obra que escribí y dirigí, interpretada por Belén Romero Lavado, que también tendrá nuevas funciones a fines de noviembre. Ambas se inscriben desde la experimentación y la mezcla de géneros y subgéneros. De estéticas muy diferentes con puestas en escena que rompen con el teatro convencional, pero sin alejarse demasiado para no perder la conexión con el espectador. Creo que estas propuestas son el camino para alcanzar principalmente dos objetivos: experimentar con el arte escénico y construir espectadores. Ya hemos dado un gran paso al montar propuestas que le exigen al espectador/a otro tipo de lectura pero aún debemos seguir fortaleciendo el lazo con ellos. Debemos escucharlos pero también desafiarlos. Y en ello profundizar la búsqueda de una identidad propia que nos permita consolidar las bases desde donde podremos construir nuestro arte teatral.