En el plano nacional prospera la noción de que el peronismo unido puede derrotar al macrismo, aunque sus exponentes provinciales estén alineados en los hechos con la alianza de gobierno. Salta no es ajena al fenómeno. (Nicolás Bignante)
En Salta el escenario político presenta rasgos cada vez más notorios de polarización. La foto política de la semana -¿del año?- protagonizada por la expresidenta Cristina Fernández, gobernadores y dirigentes peronistas fue una clara contribución a este fenómeno. En las provincias, el suceso fue leído como una señal diáfana de que las posibilidades de CFK no están atadas a su silencio, como creían desde las usinas de comunicación de Cambiemos. Que la foto haya circulado horas después de la victoria de Juan Schiaretti en Córdoba, vendida forzosamente por el kirchnerismo como un triunfo del peronismo unido, reafirma el carácter injerencista del armado nacional sobre las provincias. La idea de que el peronismo triunfa en los distritos en los que logra candidaturas unificadas, pese a que en la práctica los que ganan son los localismos, puso a reflexionar a más de un dirigente de Alternativa Federal.
Salta no es la excepción a la regla, ni se mantiene al margen de este proceso. La realidad nacional empieza a acorralar las intenciones de aquellos que pretender ser el candidato de todos. Las mega-listas y los candidatos “del consenso” se difuminan ante la dificultad de imponer la lógica provincial sobre la grieta. Los reacomodos propios del desdoblamiento anunciado por el mandatario saliente, no terminan de aclarar el panorama de una provincia con una oferta escasa de candidatos, aunque aportan algunos elementos para comprender el escenario viniente.
Quizás el hecho político de la semana estuvo representado por los dichos de la diputada de “Salta Nos Une” Maria Silvia Varg, quien subió al ring al exgobernador Romero, relegado hasta entonces a la renovación de su banca y al papel de garante de la coalición Urtubey-Yarade-Britos. Las posibilidades de que JúCaRo juegue sus cartas en octubre y no en agosto van más allá de las expresiones de deseo de la legisladora. Ocurre que la empresa presidencial del actual gobernador, no sólo se estanca a nivel nacional, sino que amenaza con retraerse en su propia tierra. El desgaste propio de una gestión de 12 años fue reconocido por dirigentes de su propio espacio, como el caso de la senadora Silvina Abilés. Los sondeos remarcan que una eventual candidatura de la expresidenta desplazaría a Urtubey a un segundo lugar en Salta, haciendo tambalear a los candidatos de las categorías anexas. La senaduría nacional aparece entonces como una opción insoslayable para el mandatario saliente. Romero, por su parte, no parece dispuesto a asumir ese riesgo, incluso a sabiendas de que sus contrincantes reales en esa categoría específica, aún no asoman la cabeza.
El terreno de acción del hijo de Roberto Romero se achica de ambos lados de la grieta. La alianza de gobierno enfrenta posibilidades cada vez más certeras de no obtener en Salta ninguna banca en la cámara alta. La caída de la imagen presidencial al ritmo de la derrota económica tiene como obvia consecuencia la ausencia de candidatos y figuras de ese espacio.
En el kirchnerismo, en tanto, observan con mucho celo la senaduría nacional. Por más que Sergio “el Oso” Leavy insista una y mil veces en sus apetencias como candidato a gobernador, desde el momento en que se anunció la escisión de los comicios, nadie se atreve a descartarlo como aspirante a una banca. No es para menos si se toma en consideración que, sea quien sea el postulante de Unidad Ciudadana que el 22 de junio quede oficializado como candidato a senador nacional, podrá ir a dormir la siesta plácidamente hasta diciembre.
Tales afirmaciones no escapan a la lectura política del entorno de Romero y terminan de explicar su indefinición. Amagar con la gobernación permitió que sus acólitos midieran hasta dónde llegan las reacciones del Grand Bourg, que deberá poner a competir a sus candidatos, entre los que se encuentra el propio Fernando Yarade.
En un escenario como ese, la candidatura del jefe de gabinete se desdibuja significativamente. Con un Romero decidido a enfrentar a los candidatos del oficialismo; la idea de imponer una figura de articulación con los sectores de poder, pero que no mide, pierde sentido. No obstante, nada es una certeza en el universo del ex gobernador.
A los dichos de Varg el pasado martes se sumó una reunión entre el senador y los representantes de la Cámara de Comercio e Industria de Salta. La legisladora reflejó parte de esas reuniones en Twitter: “Juan Carlos Romero manifestó la necesidad en Salta, de un gran pacto entre empresarios, trabajadores y Estado, que impulse la alicaída economía y una red de acuerdos políticos que posibiliten el desarrollo provincial”. La premisa inicial remite indiscutiblemente al nuevo “contrato social” promovido por CFK en su alocución en La Rural. La pregunta que cabe hacerse es si se trata de un gesto de unidad hacia el interior del peronismo o de un liso y llano cambio de carril por parte del senador. Por lo pronto, en su círculo íntimo comienzan a ensayar una eventual explicación a la boleta Cristina-Romero. Conciliación de clase y movimientos acomodaticios. Nada desconocido para el exgobernador.
Entre los postulantes al sillón del Grand Bourg, recogió el guante el intendente Sáenz, quien adelantó que irá a internas en caso de que en frente se interponga su antiguo socio en el armado que lo llevó a la intendencia. El objetivo estratégico de darle el mayor rasgo local posible a la elección de octubre parece difícil de alcanzar, pero no abundan otras opciones para el intendente capitalino. Apelar a que “los de afuera son de palo”, como dijera el gobernador reelecto de Córdoba Juan Schiaretti, apostar a un peronismo cada vez más desordenado y no recalar en armados “Anti”, aparecen como las únicas opciones potables para el jefe comunal. Del otro lado, dos de sus ex-socios hacen fuerza para que no se mueva del CCM. Uno es Alfredo Olmedo, quien no parece muy dispuesto a ceder espacio en una fórmula; el otro es Romero, en caso de que decida competir en octubre. No son pocos los que presagian, ante tanta incertidumbre, que el festival de timonazos llegará más pronto que tarde.