Leopoldo Cuenca, intendente de Rivadavia Banda Sur, personifica la combinación letal de pobreza, ausencia de políticas para combatirla y desmesurada corrupción. En su municipio acumula tierras, ostenta lujos y gobierna sin límites con la complicidad provincial mientras mueren niños por desnutrición. Daniel Avalos
Cuando asumió como intendente de Rivadavia Banda Sur en el año 2003, los datos del censo realizado dos años antes informaban que en el departamento el porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas era del 58,6%; producto que de un total de 5.667 hogares censados, 3.320 no satisfacía sus necesidades elementales. Ello suponía que de los 27.278 habitantes, 17.868 (65,5%) vivían en esas condiciones.
Cuando Leopoldo Cuenca fue re-reelegido en 2011, el Censo 2010 confirmaba que la situación era igual: 30.429 personas habitando 6.656 viviendas de las cuales 2.412 eran ranchos y otras 465 casillas de madera. En los ranchos y casillas vivían 13.462 personas (45% de la población). Las 3.711 casas restantes donde residían los restantes 16.540 habitantes, estaban lejos del confort, porque según el mismo Censo de los 7.154 hogares (familias nucleares que pueden habitar una misma construcción) 5.682 (79,4%) carecían de baños con descarga de agua o retretes; otros 4.825 (67,5%) de heladeras (67,5%); 6.681 (93,5%) de computadoras; y 7.042 (98,5%) de teléfonos de línea. El 11% de la población mayor a diez años, mientras tanto, era analfabeta (2.384 sobre 21.981).
Cuando Leopoldo Cuenca cumplió una década de gobierno -en el 2013- el gobierno de la provincia de Salta publicó el Anuario Estadístico 2012 donde reseñó que el nivel de desnutrición en el lugar llegaba al 10%. De ese departamento en general y del municipio que comanda Leopoldo Cuenca en particular, provienen la mayoría de los niños muertos por desnutrición de los últimos años.
Historia departamental congelada en la modalidad de la miseria de la que Leopoldo Cuenca escapó con éxito. Carnicero quebrado devenido en propietario de un cyber, como intendente experimentó un meteórico ascenso económico simbolizado por miles de hectáreas apropiadas irregularmente y una ostentosa casa que oportunamente promocionó en las redes sociales con la petulancia propia de los nuevos ricos que no conformes con serlo, precisan que los demás se enteren de que lo son.
Leopoldo Cuenca, en definitiva, es protagonista de una historia que se desarrolla en las profundidades del monte y cuya trama es la de un cruel tiranozuelo que se apropia de riquezas y la suerte de humanos que ya padecen eso que algunos llamas “pobreza perenne”: aquella que arrebata a sus víctimas hasta las esperanzas de escapar a lo humillante. Las más logradas y sagaces notas periodísticas que denunciaron su caso, no logran traspasar la coraza de impunidad que lo protege.
Tirano y tierra
La historia política del excarnicero de Rivadavia Banda Sur le caería como anillo al dedo al paraguayo Augusto Roa Bastos, ese novelista que al pincelar a los tiranozuelos del continente resaltaba dos variables clave: hombres que sustituyen el culto al pueblo por el de su propia persona y que hacen de falaces y peligrosos pelícanos que embuchan hombres y riquezas “en la bolsa rojiza que le cuelga del insaciable pico”. Lo primero queda bien reflejado en un desopilante video de la página YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=Bh34eX0RR9o). El mismo muestra cómo el 10 de Diciembre de 2013, Cuenca se arroga una facultad propia de los Concejos Deliberantes y toma personal juramento a dos de los ediles electos en abril de 2011. En otro lugar y en otra ceremonia, el desairado Concejo Deliberante del pueblo debió conformarse con juramentar a sólo tres ediles que siendo mayoría en el cuerpo, nunca lograron que Cuenca respondiera uno solo de los pedidos de informes que buscaban bucear en las irregularidades de la gestión y en las denuncias que pesaban sobre el intendente.
Con respecto a la manía de Cuenca de embuchar riquezas ajenas al peculio personal, la más grave de las denuncias que pesan sobre él involucra a grandes extensiones de tierras que cobraron notoriedad en 2012 cuando ediles, titulares de inmuebles rurales y puesteros criollos denunciaron que el jefe comunal se valía de acuerdos turbios, cesiones de derechos y actos posesorios para adueñarse de miles de hectáreas. Una de ellas es ejemplo paradigmático de la impunidad comunal. Y es que el propio Cuenca admitió que la versión que los puesteros gritaban a viva voz era cierta: un particular dijo ser dueño de la tierra en las que vivían campesinos y puesteros que corrieron a pedir auxilio al intendente que ofreció una solución propia de Don Vito Corleone: Cuenca cargaba con los costos de las acciones judiciales que frenarían la pretensión del supuesto propietario a cambio de que los desesperados campesinos les cedieran el 70% de los terrenos que ocupaban. La extorsión le representó al intendente cerca de 36.000 hectáreas.
El excarnicero jamás se acomplejó de ello. Sí aclaró a la prensa que difícilmente se quedara con el 70% de las tierras y calculaba que le correspondería “el 50% o menos” y que “con los vecinos quedó en claro desde un comienzo que este convenio lo hacía como particular y no como Intendente”. La aclaración final buscaba enfatizar que lo suyo podía ser éticamente reprochable pero legal, aunque estaba imputado por exacciones ilegales: utilizar su calidad de funcionario para beneficiarse de un convenio entre privados.
Ni el escándalo mediático generado, ni el traslado que los diputados provinciales hicieron de la causa a la procuración, ni los pedidos de intervención al municipio por parte de algunos legisladores, evitaron que la causa quedara archivada en un juzgado de Orán.
Tirano y fondos públicos
El personalismo exacerbado y la sed de riquezas también pueden explorarse en otros documentos. Se hizo posible cuando, dos años después del escándalo de las tierras, la lujosa mansión de Cuenca fuera tapa de medios provinciales. Eso y las sospechas sobre propiedades de Cuenca en la capital provincial, deslizaron las curiosidades sobre el origen del dinero en un hombre que once años antes había quebrado una carnicería y que en el 2014 debía percibir no más de $4.500 mensuales en razón de lo establecido por la Carta Municipal: el sueldo del intendente no puede superar el 20% la dieta de los ediles que por entonces era de $3.600.
Informes de auditoría dieron algunas pistas. Uno de ellos, el más consultado por este y otros medios, había sido publicado el 20 de diciembre de 2012. Evaluaba la gestión financiera de Cuenca entre fines del 2010 y el primer semestre del 2011. Los descubrimientos fueron asombrosos: nombramientos de familiares directos en cargos claves del municipio (la CPN Ángela M. Cuenca como Receptor Fiscal del Municipio y Eladio A. Cuenca en cargo similar en la Delegación de la Unión); contrató los servicios del Estudio Contable Herrera & Asociados que exigían dinero, espacio físico e implementos de trabajo aunque los auditores no encontraron pruebas de que el estudio haya tenido actuación concreta; Tesorería municipal carente de sistema y registros de movimientos financieros, contables y patrimoniales; cheques librados con la única firma del intendente; ejecución presupuestaria no ajustada a los conceptos contenidos en el presupuesto; 56 compras por $1.700.445 sin legajos o expedientes que permitieran algún control; una de ellas incluyó la compra de un camión VW por el que se pagó $83.920 mal registrados por lo que los auditores entrevistaron al Secretario de Gobierno y al Responsable del Parque Automotor declaro que “solo se compró una camioneta Hilux que utiliza el Intendente”; dinero destinado a asistir familias hambrientas aunque sin pruebas de la entrega efectiva de la ayuda, razón por la cual los auditores preguntaron al Secretario de Gobierno, Fermín Salazar, la razón de tales ausencias para escuchar una respuesta desopilante: no se efectuaron padrones ni relevamiento de ayudas porque a todas la autorizó él y “en el pueblo son pocos y todos conocen las necesidades”.
El informe concluía que “en atención a las observaciones formuladas (…) correspondería la aplicación de la normativa contemplada en la Res. AGPS Nº 20/04”. La misma es una herramienta que busca proveer al organismo de un reglamento para que el Estado se haga de herramientas que fundamenten la acción judicial para establecer responsabilidad civil de los funcionarios “ante la existencia de un perjuicio de significación para el Fisco”. Hasta ahora, eso no ha ocurrido.
Un informe de auditoría anterior -menos analizado por la prensa- fue publicado el 16 de abril de 2010. Esa vez, los auditores se abstuvieron de emitir opinión sobre la gestión Cuenca porque éste ni siquiera suministró para la evaluación el presupuesto del año 2007 y 2008 que debían auditar no por iniciativa propia, sino porque los ediles de entonces, Víctor Armando Cuenca y Cerafín Dalmacio Puertas, habían denunciado al intendente por trabajar sin tesorería, señalar que distintas dependencias manejaban en forma independiente fondos recaudados por diferentes tasas, aranceles e impuestos municipales sin el debido contralor; no presentar comprobantes de ninguna naturaleza; comprar vehículos y radio FM sin acuerdo del Concejo Deliberante ni comprobantes y hasta la usurpación de los lotes Fiscales 26 y 29.
Sobre lo último, los auditores adujeron falta de tiempo y enormes distancias para confirmar o desestimar las denuncias. Sobre los otros puntos, prefirieron no emitir opinión alguna aun cuando lograron corroborar irregularidades de todo tipo. Un ejemplo lo ilustra de manera brutal: tomaron como muestra 22 órdenes de pago de los rubros “Bienes de uso” (combustibles, lubricantes y repuestos) y “Servicios” (reparaciones). Esas órdenes involucraban $300.900 y todas carecían de la firmas del tesorero y estaban atravesadas por otras irregularidades como la carencia de recibo de pago o constancias de recepción de los supuestos productos adquiridos o servicios contratados. La cifra podría haber sido mayor si tomaban más órdenes de muestra, aunque esos $300.900 representaban el 11,7% de la ejecución presupuestaria total del municipio y el 22% de los rubros Bienes de Uso y Servicio.
Los montos que en los últimos años Cuenca tuvo a su disposición se incrementaron. Por los antecedentes documentados, podemos decir que hoy maneja a su antojo montos que superan los 16 millones de pesos en concepto de coparticipación, Fondo Federal Solidario y Ayuda Social. No es lo único. Desde la implementación del Fondo de Reparación Histórica, su municipio se ha beneficiado con 19 obras que entre finalizadas, ejecutadas y adjudicadas suponen varios millones de pesos. De esos millones, increíblemente la desopilante gestión Cuenca ganó la licitación de seis obras por un total de $4.400.000 según la página oficial de ese programa.
La genial impostura
Que dicha cifra pueda ser manejada a antojo por el excarnicero devenido en intendente, es un triunfo del tiranozuelo. Triunfo en el que está inscripto la derrota de los pobres de Rivadavia Banda Sur y su manifestación más extrema: niños que carecen de la energía que en los niños bien comidos rebosa y que mueren con la panza hundida como si fuera un plato y con la piel pegada a los huesos. La vieja pregunta se impone: ¿Por qué? La respuesta hay que buscarla en la ambición desmesurada del intendente, pero también en las condiciones políticas provinciales que le permiten desplegar esa ambición obscenamente.
Cuenca es parte de ese engranaje del poder territorial que, tributando votos al poder central, percibe a cambio y desde hace unos años mayores recursos e impunidad para su manejo. La fórmula es exitosa. De los municipios del interior provinieron los mayores porcentajes de votos oficialistas, mientras la mayoría de los intendentes se han ido enriqueciendo impunemente. Conviene enfatizarlo sin complejos por razones de todo tipo: las humanas que indican que a mayor pobreza de los habitantes de un municipio, mayor es la capacidad del capanga comunal para convertir la asistencia en mecanismo de dependencia política; razones de gestión estatal porque ante semejante dominio de lo territorial por parte del jefe comunal, resulta difícil creer que las mejores intenciones que puedan anidar en algunos funcionarios que sí tratan de comprender al otro y sufren con el otro puedan romper el esquema corrompido que ha liquidado las estructuras del pensamiento razonable; e incluso razones de tipo políticas cuya misión no puede ser otra que recrear las condiciones para que ese poder prepotente se contrabalancee con el de otros actores políticos y sociales que han perdido terreno en el interior: desde legisladores, a organizaciones sociales y miembros de la sociedad civil.
De allí que la descentralización practicada por el gobierno provincial en nombre de un federalismo sui generis, debe ser cuestionada. Porque a seis años de esos anuncios realizados para supuestamente privilegiar un interior postergado, los resultados muestran que la autonomía ha sido para los gobernantes que se enriquecen y no para los pueblos que sin tierras para producir, sin empleo donde trabajar, sin educación donde cultivarse y sin bocados para llevarse a la boca necesitan para sobrevivir que la ayuda estatal administrada por el capanga siga llegando.