Aprovechando que el Milagro acapara la atención del salteño, Bernardo Biella anunció que no competirá en las nacionales de octubre tras el pésimo resultado que obtuvo en las primarias de agosto. Romero, Olmedo y hasta el PO van en busca de los votos del hombre cuyo manager político es un empresario inmobiliario.

“El Frente Unión por la República informa que, analizado el contexto político y las P.A.S.O. del 11 de agosto, se ha resuelto priorizar las elecciones provinciales y no participar de las elecciones nacionales de octubre. 2.013”. Con ese escueto comunicado se anuncio la decisión adoptada y que terminó por confirmar lo que todos sospechaban: que Biella es una figura unipersonal sin partido, que responde a las especulaciones de tipo empresarial que maquina su hermano, y cuyas decisiones políticas dependen del grado de rentabilidad electoral que los procesos eleccionarios signifiquen para el propio Biella. Como lo obvio se impuso (no hay chances de que Biella recupere votos en octubre), la lógica empresarial volcada a la política, le sugirió al ahora diputado nacional que era mejor no invertir dinero, tiempo y esfuerzo de campaña por algo que no le redituara nada. Algunos, incluso, sostienen que lo que si le podría redituar algo eran las conversaciones que podían haber entre Biella y su hermano con algunos de los candidatos que sí disputaran el segundo lugar en octubre: Alfredo Olmedo o Juan Carlos Romero.

Los que definitivamente quedaron en banda fueron los partidos y organizaciones que aceptaron seguir a la figura pensando que la misma tenía algún tipo de intenciones de aportar a la construcción de un proyecto político que se sostenga en el tiempo. Como se recordará, Biella había sido uno de los grandes perdedores de las elecciones del 11 de agosto pasado. Y es que luego de acceder a una banca en la cámara de diputados de la nación en el 2011 alcanzado 103.162 votos, dos años después alcanzó sólo 48.881 que representaron un casi 8%. Esos números profundizaron una crisis en donde el desmembramiento definitivo del frente que fue tras su figura ahora se ha concretado. Las razones era fáciles de identificar: malos resultados; un frente que nucleaba agrupaciones que alguna vez se declararon de izquierda, junto a otros que podían reivindicar un tipo de neoliberalismo impulsado por Roberto Augusto Ulloa como gobernador de facto o gobernador electo durante el menemismo, y a radicales que siempre cuentan con sectores que se sienten más cómodos en uno u otro de los extremos; y una personalidad, la de Biella, que nunca logró aportarle dirección al conjunto. La combinación de todo ello sólo evidencio lo que pocos afirmaban: que presentándose como lo nuevo, Biella reciclaban todo lo viejo.