Del exitismo de la noche victoriosa en la elección provincial a la crisis de hoy, transcurrieron apenas un poco mas de tres meses y varios episodios que expresan una crisis profunda. Al margen del fracaso electoral de las fuerzas políticas tradicionales, el destino decadente se cierne en particular sobre una de las expresiones más gravitantes de la política salteña en la etapa democrática que se reinició en 1983: El Romegato.
N de R
No hay dudas de que toda la política atraviesa por el cuestionamiento ciudadano que hoy ya representa un tercio de los argentinos. Son los que eligieron a Javier Milei para canalizar la bronca y que esperan que todo el conglomerado que diseñó el establishment por décadas se caiga. Con la simpleza de razonamiento del Perro del Hortelano, ellos prefieren que la “Casta” sacrifique por la fuerza de los votos todos los privilegios de los que gozan, aunque a ellos mismos les cueste arrojarse a un abismo o padecer más necesidades.
A los jóvenes no parece importarles que el perfil agresivo del líder libertario ya les anticipe la drasticidad de las medidas que podrían implementarse de triunfar en las elecciones de Octubre.
Curiosamente, son los que integran la nueva generación los que militan los votos de Milei como alguna vez lo hicieron los que se enquistaron en el poder en las décadas pasadas. No usan carteles, ni afiches, ni pintura. En el boca a boca son exitosos y les demuestran un renovado método a los dirigentes clásicos de grandes barrigas que se aburguesaron y se quedaron en el tiempo. Todos los que gravitaron en la cosa pública hasta ahora están en jaque.
Los libertarios se distancian de la centro-derecha que en Salta comanda hacia la derrota el romerato. De la gestión política del sempiterno senador nacional, ex gobernador y patriarca familiar Juan Romero, solamente quedará un libro en el que intenta demostrar que su tiempo fue el mejor por encima de Juan Urtubey y Gustavo Sáenz.
Hay otro libro, no publicado pero escrito en la retina de los salteños, que labra la memoria de muchos que recuerdan los 5000 cesanteados de fines de 1995; los negocios de las privatizaciones que favorecieron a Edesa, Aguas de Salta y Casinos Austria; la entrega de Salta Forestal; el nepotismo exagerado; la colonización de la justicia y el condicionamiento a los que controlaban el gasto público, entre otras acciones. A ello se suman intentos exitosos de perdurar en el poder en contra de la misma Constitución Provincial que en el 2003 fue asaltada con ayuda de sus socios del Partido Renovador de Salta y de dirigentes de la UCR que se pusieron a la venta en la vidriera de las ocasiones.
Lo cierto es que el romerato sigue en caída libre y en los despachos municipales de la Capital, último reducto que capitulará en diciembre, proliferan las deserciones y avanza la desesperación. La violencia y la verticalidad con que saben ejercer el poder ha fracasado. Les guste o no, a los adoradores de la familia que supo engordar en Limache y descansar en Lesser, Bettina Romero hoy se encuentra en el ojo de la sospecha de la ciudadanía que estaba convencida de que los ricos no necesitan robar pero tiene ahora conciencia de que se equivocó. Con el Romegato el Estado fue presa fácil de los más poderosos y los doctores y la gente “decente” que les hizo la corte se mancharon con negocios de rateros.
Desmalezados ficticios que generan millones de pesos para un pariente cercano y en la que intervienen matones barriales y un funcionario que gestiona con fiebre los sobornos luego de comulgar a primera hora de cada mañana. Un peaje de 150 millones de pesos a un empresario metanense que padece incontinencia verbal y embarró la cancha al reenviar audios con cargos de conciencia similares a los que se apoderaron hace veinte años del desaparecido senador nacional Emilio Marcelo Cantarero.
Las contrataciones amañadas con empresas de amigos que perforaron demasiadas calles de la Ciudad de Salta. Los cientos de millones gastados en publicidad direccionada a los medios de la familia y otros cientos en banners y carapantallas de campaña que todos saben que no fueron pagados por la millonaria familia Romero.
Son los mismos que cuando hablan del gobierno provincial, en la casona de Lesser, acusan de venales, ociosos e inútiles a los ministros y funcionarios provinciales de alto rango salvo del que ellos pusieron y ahora pretenden que sea Jefe de Gabinete. A contrapelo del cínico discurso ético, a la Avenida Paraguay todos los días aterrizan Juan Esteban Romero, Daniel Nallar y Aroldo Tonini para decidir sobre el poco dinero público que queda, acompañados por una troupe de subalternos que saben de los desmanejos pero prefieren hacer la vista gorda.
Daniel Amador, de quien todos dicen que es decente pero no hizo ninguna denuncia de los asaltos que presenció y hasta convalidó con su firma, a diario reniega de los importantes montos que se generan en medio de una transición que les ha puesto la lupa. De qué sirven los honestos si son cobardes? De qué sirve pregonar la ética republicana cuando en la trastienda raspan el tarro de los recursos de todos para condicionar al gobernante venidero?
El Procurador General Miguel Angel Torino ha encontrado en el ostracismo el lugar adecuado para evitar que alguien le pregunte sobre el trabajo que debiera realizar para justificar el alto sueldo que percibe sin pudor. Debajo de él, y contra la postura de los pocos honestos, aparece Ramiro Angulo que ahora repta buscando un cargo de jerarquía media en el Tribunal de Cuentas Municipal. Los que soñaron dentro del romerato citadino con alcanzar el rango de próceres hoy mendigan sueldos que desde diciembre van a extrañar.
La improvisada y crónicamente inexperta Agustina Gallo Puló ha ejercido con sorprendente negligencia su cargo. Es otra de las que ahora intenta despegarse de lo que ocurre en el Municipio, pero que durante casi cuatro años se limitó a adular su intendenta y a operar alguna que otra infamia contra quienes ha considerado que fueron los injustos enemigos de la gestión.
Quién se acuerda ahora de las groseras imputaciones que se realizaron públicamente, y con dineros de los capitalinos, contra el electo intendente Emiliano Durand? Es que desde la Secretaría de Prensa a cargo de Valeria Capisano se generaron y financiaron reels y dossiers para evitar sin éxito la caída. Esta “comunicadora”, a la que los votantes no hicieron caso, fue la encargada de disimular o neutralizar la expansión mediática de los actos de corrupción, maquillar los excesos y arbitrariedades de su jefa y de sustraer recurso y tiempo para infamar a los que Bettina consideró “contrarios”. Sigue cobrando por hacer lo mismo, aunque con menos plata.
Un Coordinador Legal y Técnico, al que anticipan una denuncia penal, atiende sin reparos en los dos lados del mostrador cuando decide el beneficio y los favores hacia los emprendimientos inmobiliarios de su también clienta Magdalena Day o cuando gestiona un pago 12 millones en honorarios de La Plumada, que también es su cliente.
Para algunos, la culpa no es de los que expanden el capital con desarrollos inmobiliarios y de toda laya, sino solamente de los funcionarios débiles que les permiten avanzar con sus proyectos sin limitaciones. Para los más celosos de la cosa pública, el acto inmoral que afecta al Municipio de Salta tiene dos caras y ambas debieran padecer el castigo.
El romerato necesita y quiere impunidad, y para eso en la semana siguiente a las festividades de El Milagro ingresarán los pliegos para designar en el Tribunal de Cuentas Municipal al aparentemente sometido Daniel Amador y al actual Secretario de Gobierno y casi ex saencista Benjamín Cruz. Acaso puede el actual Secretario de Finanzas controlar sus propios errores, o los que dejó que cometieran Juan Esteban Romero o Daniel Nallar? Lo que está claro es que lo que no pudo impedir como Secretario de Hacienda, menos aún podrá hacerlo desde un cargo y en causas en las que deberá apartarse por estar comprometido con todas las contrataciones sospechosas en las que intervino.
No es la única estrategia para enterrar las dudas y reproches que a diario se ventilan. Se ha detectado que al menos una vez a la semana Nallar visita al también a otro hombre del romegato Gustavo Ferraris en la Auditoría General de la Provincia. Se especula con que quiere dar continuidad al intento de purgar los pecados con la cosa pública del municipio más importante de Salta obteniendo seguridades de antemano en un organismo que ostenta el triste record de no encontrar ningún acto de corrupción en toda la provincia.
Algunos afirman que ya existe una acción judicial que busca que la Corte de Justicia de Salta le entregue el control del gasto público municipal a la Auditoría General de la Provincia. Es la estrategia para neutralizar la indisciplinada actuación del Tribunal de Cuentas Municipal al que no pueden copar y que hoy representa un riesgo en caso de no ceder a las presiones que ejerce el romerato para que se le perdonen los abusos a los que sometieron a la caja pública de la comuna.
Los que alguna vez se asustaron con la ética flexible de Miguel Isa y la cuestionaban abiertamente, son los protagonistas de los fraudes de hoy. Una línea indecente conecta a este pasado con los descendientes más representativos de la familia Romero, mal que les pese a los que creían que los nietos de Don Roberto darían garantías de ser decentes. Está escrito que robar es un pecado en el que incurren pobres y ricos y que la ética, buena o mala, también se hereda.