No fue la primera vez que el astro del fútbol argentino se muestra llorando ante el mundo, y es otra oportunidad para hablar de los valores que se transmiten y ponen en juego con el deporte más popular del país.
Andrea Sztychmasjter
“Cuando Messi lloró yo también lloré”, me dice mi mejor amigo-compañero cuando hablamos el día después de la final y de cómo vivimos el partido y lo que dejó; las verdades del filósofo Bielsa, la despedida de Di María, el sacrificio de su madre y la bicicleta, la competencia pero también el compañerismo, éstas palabras de “fideo” contando su historia después que un entrenador lo trató de fracasado:
“Volví al entrenamiento ese día y ahí pasó una cosa increíble. Para empezar, ninguno de los chicos se burló de mí, al contrario, me ayudaron. En cada pelota que venía por arriba, los defensores me dejaban ganar de cabeza. Casi que se aseguraban de que me sintiera seguro. Y eso que el fútbol siempre es competitivo, especialmente en Sudamérica. Cada uno que juega está tratando de tener una vida mejor, viste. Pero siempre, siempre me voy a acordar de ese día, porque mis compañeros vieron que estaba sufriendo y me ayudaron”.
Pero también los insultos homofóbicos, el racismo, el machismo, el capitalismo que siguen presentes en el fútbol. Una final que todo el país quería ver pero que solo podían hacerlo quienes tienen acceso a tv de cable, ahí donde no parece tan popular. Las renuncias de tres jugadoras del seleccionado de fútbol femenino, Lorena Benítez, Julieta Cruz y Laurina Oliveros, con críticas a la AFA, que pasaron desapercibidas por gran parte de los medios tradicionales.
“Decido no seguir poniendo el pecho por personas que solo aparecen para la foto, que no les interesa que nuestro fútbol femenino crezca”, manifestó Benítez.
Por su parte, Cruz dijo sentirse triste por dejar de lado su sueño de toda la vida y explicó que “llega un punto en que cansan las injusticias, no ser valorada, escuchada y peor aún ser humillada”. Además, coincidió con Benítez: “Se necesitan mejoras y no solo hablo desde lo económico, hablo de entrenar y tener un almuerzo, un desayuno”.
Bicampeón en la versión masculina, todavía le queda un largo camino en la femenina. Una doble cara de la Asociación del Fútbol Argentino mientras multiplica contratos millonarios a partir de su título en Qatar 2022 no paga viáticos ni almuerzos a sus jugadoras.
Mi amigo continúa diciendo que lloró porque Messi lloró, porque para Messi será quizás su última copa América y con suerte juegue un mundial más. Más allá de lo estrictamente futbolístico aun sobrevuela la idea muchas veces extendida de “los hombres sólo lloran cuando ya no dan más” y que están “hechos para aguantar”, en contraposición a las mujeres, a quienes muchas veces se acusa de “llorar por cualquier cosa”.
En uno de los programas de streming que sobre abundan en la actualidad cinco hombres analizan el llanto del 10 ¿Por qué llorró Messi? Es el disparador para que lancen suposiciones tales como: porque en su último partido no podía irse en el banco, porque a pesar de tener todo, es humano, “por qué en esencia lo único que el chabón quiere es jugar a la pelota”, lanza uno de los varones frente al micrófono en una charla virtual que sería como una mesa de confitería de amigos, en donde solo a ellos les importa lo que hablan. Por supuesto que no vi completa la trasmisión y solo quise escuchar las partecitas donde conjeturan sobre las lágrimas del capitán. Por supuesto que, en tiempos de machismo explícito, la charla virtual de estos hombres llega a las “116k vistas” y todos los comentarios son de más hombres.
En un artículo de la historiadora Brenda Elsey, columnista de The New York Time, describe que, si bien sería exagerado decir que existe una relación simbiótica entre Messi y las feministas argentinas, el futbolista encarna una figura masculina de un varón deconstruído más que la de uno que reniega de las feministas o el famoso nacho progre.
“Argentina recibió multas y sanciones relacionadas con los gestos racistas y cánticos homófobos de los hinchas. Sin embargo, es innegable que ha habido un impulso desde el activismo de base (feminista) para que se reconsidere qué valores son los verdaderamente importantes en el pasatiempo nacional de Argentina. Han hecho mella en los irascibles modelos de heroísmo, y han allanado el camino a una iconografía que parece encajar mucho mejor con Messi”, señala Elsey.
Existe algo cierto también y es que en la esfera social quizás sea el fútbol o el deporte, el único lugar en el que los hombres pueden llorar sin ser juzgados. Más allá de eso, la historiadora va trazando un paralelo entre la carrera del delantero argentino, con los procesos de cambio desarrollados en Argentina a partir de los movimientos feministas.
La autora toma a Messi como el paradigma de estos cambios a partir de una idea: Messi no es identificado como el “pibe”, es decir con el chico de clases populares que creó una carrera desde el barro y que permitió conquistar el mundo como lo fue Diego Armando Maradona. Maradona, sería el opuesto de Messi, no en cuanto a calidad técnica sino en cuanto a contexto político social, así lo explican en una nota de El Grafico titulada “LIONEL MESSI, ¿EL VARÓN DEFINITIVO?”
“Maradona se rebeló ante una ‘sociedad militarizada’ y el pueblo argentino premió esa rebelión situando a Maradona como un genio en todo sentido, perdonando su machismo y sus excesos. Messi es todo lo contrario, es una ‘superestrella sometida’ que tuvo que migrar a Barcelona para realizar su tratamiento de crecimiento. La carrera de Messi corre paralela a un progresivo cambio de mentalidad (no definitivo) de la sociedad en relación a los movimientos feministas que se hicieron populares mediáticamente desde mediados de la década del 2010. En palabras de la autora, los movimientos feministas y desde el fútbol femenino criticaron el modelo del ‘pibe’ asociado a Maradona y con ello también supieron cuestionar políticas de lo deportivo, haciéndose visible a partir de la huelga de jugadoras de la Selección Nacional en 2017, como también a partir de la semi profesionalización de las mujeres a partir del caso Macarena Sánchez en 2019. Sumado a esto se cuentan los clubes en donde cuentan con comisiones de género, además de llevar cambios en los estatutos.
En ese tiempo de cambios, Messi progresaba en el Barcelona, además de haber consolidado su matrimonio y conformar una familia: características que, si bien tradicionales, lo marginan de ese ‘pibe’ cuestionado. Durante ese tiempo, Messi supo mostrar una imagen alejada de los excesos, e incluso colaborando en campañas contra la erradicación de la violencia barra brava”.