El 6 de julio, la OMS recibió una notificación de las autoridades chinas dando a conocer el primer caso de peste bubónica. La enfermedad, que causó la pandemia de la peste negra en el siglo XIV y se cobró la vida de unos 25 millones de personas, sigue siendo considerada una de las más peligrosas del mundo.
Al menos dos personas murieron en los últimos tres días en China, a raíz de la peste bubónica. Los decesos, ocurrieron en la región septentrional y provocaron el cierre de la aldea Suji Xincun. Desde el viernes, las autoridades locales aumentaron el nivel de prevención y control de la peste y anunciaron que la medida se mantendrá hasta el final del año. En la ciudad de Bayannur se prohibió la caza y consumo de animales que puedan transmitir la peste, en particular las marmotas, y exhortó a los habitantes a informar sobre cualquier roedor muerto o enfermo que encuentren. Por su parte, Mongolia reportó otro posible infectado: se trataría de un niño de 15 años. La semana pasada fueron confirmados otros dos casos en la provincia mongola de Khovd: dos hermanos que comieron carne de marmota. A raíz de estos contagios, unas 150 personas fueron puestos bajo cuarentena por haber mantenido contacto con los dos hombres.
Desde el otro lado del planeta, Estados Unidos reportó la muerte de un joven de 20 años, residente de Nuevo México, la primera víctima registrada desde 2015.
La peste bubónica se transmite de animales a humanos por picaduras de pulgas infectadas o por el contacto directo con cadáveres de pequeños animales infectados. Entre los síntomas, se encuentran la aparición repentina de fiebre alta, escalofríos, dolor de cabeza, náuseas y dolor extremo e hinchazón de los ganglios linfáticos, que se registran entre los días dos y siete después de la exposición. La peste puede tratarse eficazmente con antibióticos cuando se diagnostica temprano, por ello es necesario consultar a un médico con premura.