El diario Tribuno publicó algo parecido a una nota donde el periodismo brilla por su ausencia. Nos lleva a preguntarnos: ¿acaso estamos leyendo un portal de noticias o una guía de descuentos para amantes ahorrativos? Quizá lo único que faltó fue un código de descuento exclusivo para sus cada vez más escasos lectores fieles.
El periodismo siempre ha tenido la misión de informar, analizar, generar debate. Pero hay veces en las que, entre tanta nobleza, se cuela una joya del mal gusto, una pieza que nos recuerda que el límite entre el servicio informativo y el despropósito es tan delgado como una cortina de motel.
La reciente “investigación” sobre los precios de los albergues transitorios en Salta para San Valentín es un testimonio de esta filosofía. En un mundo con crisis económica, conflictos políticos y problemáticas sociales urgentes, algún pseudoperiodista decidió que el tema clave del día era una tabla comparativa de tarifas por hora para el amor exprés.
Ese pseudo periodista debe haber pensado: “El Día de los Enamorados se acerca, y con él, la obligación social de festejar el amor con cenas costosas, regalos innecesarios y, por supuesto, una escapada romántica a un albergue transitorio”. Porque, para algunos, nada dice “amor eterno” como una tarifa por hora y un control remoto pegajoso. El contexto de crisis debe haberle dado un empujoncito al artículo: los precios de los moteles salteños se han disparado al ritmo del dólar, y lo que antes era una opción accesible para los enamorados de todas las edades, ahora requiere una planificación financiera digna de Wall Street.
Por supuesto, la nota se esfuerza en mantener un tono “periodístico”: información precisa, ubicaciones, precios, promociones. Nos hace preguntarnos: ¿acaso estamos leyendo un portal de noticias o una guía de descuentos para amantes ahorrativos? Quizá lo único que faltó fue un código de descuento exclusivo para los lectores más fieles. Aunque, como todos sabemos, el diario de los Romero tiene cada vez menos lectores y cada vez menos fieles.
Desde suites de lujo hasta habitaciones económicas, el artículo describe la oferta con la meticulosidad de un catálogo de muebles, convirtiendo la pasión en una transacción financiera. No hay análisis, no hay contexto, no hay un intento por reflexionar sobre el fenómeno. Solo tarifas, promociones y la implícita sugerencia de que el amor, en tiempos modernos, se mide en pesos y por tiempo limitado.
Se detalla, por ejemplo, que en la zona del camino a la Isla, “Las Palmeras” ofrece habitaciones desde 16 mil pesos por dos horas. Y si tu amor vale la pena, puedes optar por la versión de lujo a 24 mil pesos, con servicio a la habitación por un costo adicional, porque lo importante no es solo el romanticismo, sino también el margen de ganancia. Para los que buscan una experiencia más “temática”, “El Castillo” ofrece habitaciones a partir de los 22 mil pesos, porque nada enciende la pasión como el estrés de calcular cuánto estás gastando mientras intentas concentrarte en el amor. Pero no todo es lujo y exclusividad. Para los bolsillos más ajustados, “Alberdi” se presenta como la opción más económica: 6 mil pesos la hora o 20 mil por doce horas. Eso sí, solo aceptan efectivo, porque el romance moderno podrá aceptar tarjetas de crédito, pero la clandestinidad sigue prefiriendo los billetes.
Resumiendo la nota de El Tribuno: los precios de los moteles salteños reflejan la realidad del país: la pasión se paga cara y el amor, como el mercado inmobiliario, está cada vez más inaccesible. Así que este 14 de febrero, si pensabas sorprender a tu pareja con una noche en un “telo”, tal vez sea más conveniente optar por un picnic en la plaza. Al menos, el aire libre sigue siendo gratis… por ahora.
Al final, la pregunta es: ¿qué sigue? ¿Un especial sobre “las mejores paradas de taxi para la infidelidad”? ¿Una comparativa de los precios de los chocolates en la reventa post-San Valentín? La información es valiosa, sí, pero también lo es la decencia periodística. Y esta, al parecer, no estaba en promoción.