Algunos profesionales de la Salud ya no saben qué hacer para que Instituto Provincial de la Salud pague por las prestaciones adeudadas.  El gran negocio de una empresa auditora.

Por Lucas Sorrentino

Desde hace días que hay un conflicto cada vez más inocultable entre profesionales de la salud y el IPS, la principal obra social de Salta.

«Somos fonoaudiólgos y psicólogos de Salta, cuya fuente de ingreso lo constituyen nuestros consultorios, en los cuales la mayor parte de nuestros pacientes son afiliados del IPS», contó una profesional a CUARTO PODER. Y acotó: «Esta obra social no conforme con pagarnos cuando quieren, el 15, el 20, el 30 del mes, lo hace con un retraso de tres meses. En septiembre intentamos cobrar junio. Ya estamos en octubre y no cobrarmos», contó el viernes.

La única respuesta que la el Instituto Provincial de la Salud es que debieron tercerizar la facturación de facturación a una empresa de Buenos Aires, curro mediante seguramente. Estamos desesperados, vivimos de esto, se burlan contantemente de los afiliados y prestadores», señaló la damnificada, quien además recordó que la obra social hizo todo lo posible para no dejarlos trabajar durante la pandemia Y ahora tampoco facilitan el trabajo.

El Colegio de Psicólogos de Salta intentó negociar para que se efectuaran los pagos.

La Licenciada en Piscología, Ivana Vaca, vocera de los psicólogos en Salta confirmó que en esta oportunidad les están demorando el pago debido a una auditoría que el IPSS pidió que se realice por una empresa y que no se hizo bien, por lo que deben volver a efectuarla. Es por esto que los psicólogos ahora se verán perjudicados ya que no cobrarán sus honorarios. «Nosotros no podemos pagar los platos rotos porque el IPSS contrató una empresa que hizo mal su trabajo» aseguró Vaca.

Al respecto la licenciada dijo que fue el IPSS quien decidió tercerizar las auditorías que controlan las presentaciones de órdenes que ellos hacen y esta empresa encargada lo habría hecho mal, por lo que estando en fecha de cobro del mes de junio, los psicólogos se anoticiaron de que por un mal desempeño de esa compañía deberán realizar una nueva auditoría.

La empresa encargada de las auditorias es GVO Auditores & Consultores SAS. Y la está levantando en pala. La resolución 381/20, del Instituto, le encomendó «la prestación de los servicios de Auditoría y Confección de Estados Contables, Auditoría Operativa y Auditoría Laboral”. Por estos servicios, la firma recibió $390.000 mensuales. En la resolución se establece que el contrato fue de mayo de 2020 a abril de 2021.  El 31 de agosto pasado el vínculo se actualizó mediante la resolución 320/21. Esta vez la firma comenzó a cobrar $ 526.500 por mes, mondo que se debió abonar de manera retroactiva al 1 de mayo de 2021. El nuevo contrato es hasta el 30 de abril del año próximo.

Es decir que GVO Auditores & Consultores SAS ganará $6.300.000 en un año por hacer el mismo trabajo que debería hacer la Auditoría General de la Provincia, organismo que, desde la llegada de Gustavo Ferraris, tiene menos movilidad que un cactus: todos cobran grandes sueldos pero desde hace tiempo que no se presenta un informe nuevo.

El 80% de los pacientes que tienen psicólogos y fonoaudiógos pertenecen al IPSS, la obra social de los trabajadores estatales (que en Salta representan al 50% de los trabajadores). Y esto es un problema: los profesionales médicos tienen una responsabilidad ética con los pacientes, por lo que no pueden responsabilizarlos por lo que está sucediendo con el mal manejo desde la obra social. Pero tampoco pueden seguir trabajando sin cobrar. Sin embargo, los psicólogos entienden que no pueden seguir atendiendo de manera gratuita así que esperan que se solucione el conflicto o seguir trabajando de manera particular. Es por ello que barajan la posibilidad de dejar de atender con el IPSS.

El IPS le paga a cada psicólogo $550 por sesión. Pero si ese paciente llega a necesitar pagar por aparte, debería abonar $1.500 cada sesión, que es lo que cobran.

Los profesionales están haciendo hasta lo imposible para no dejar a la deriva a sus pacientes. Pero todo tiene un límite.