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El impacto de las vacaciones en el aprendizaje de los estudiantes

Las vacaciones de verano, aunque esperadas con ansias por los estudiantes, tienen un impacto significativo en el aprendizaje, amplificando las brechas educativas entre distintos sectores socioeconómicos. En Argentina, el receso de verano tiene una duración promedio de 71 días, un periodo superior al promedio de los países de la OCDE (63 días) y de América Latina (66 días).

Brecha de aprendizaje

Estudios internacionales muestran que las interrupciones prolongadas generan desigualdades. Los alumnos de sectores favorecidos tienden a mantener o incluso mejorar habilidades, mientras que los más vulnerables experimentan una pérdida de aprendizaje significativa. De acuerdo con el informe “Vacaciones de verano: evidencia sobre su impacto en el aprendizaje” del Observatorio de Argentinos por la Educación, los estudiantes de NSE bajo pueden perder hasta 76 días de aprendizaje. Esta diferencia es particularmente preocupante en matemáticas, donde las pérdidas alcanzan los 65 días, comparado con 54 días en lengua.

Duración del receso y desigualdades territoriales

A nivel nacional, las vacaciones también varían: provincias como Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero tienen recesos de 82 días, mientras que en CABA, Corrientes y San Juan duran 66 días. Estas diferencias agregan complejidad a la planificación de políticas educativas destinadas a mitigar las pérdidas de aprendizaje.

Estrategias para reducir la pérdida de aprendizaje

El informe identifica varias estrategias para abordar este fenómeno:

Escuelas de verano: combinan actividades académicas y recreativas para reforzar conocimientos.

Talleres de lectura guiada: promueven la práctica y el disfrute de la lectura.

Modificaciones del calendario escolar: redistribuyen los días de descanso a lo largo del año.

Programas de tutorías: proporcionan apoyo individualizado durante el verano.

Según Irene Kit, coautora del informe, «los cortes vacacionales tienen un costo asociado a ciertas cuotas de olvido, pero estos pueden recuperarse con actividades estimulantes, como juegos imaginativos y lecturas compartidas».

Natalia Bongiovanni, directora de una escuela primaria en San Luis, subraya la importancia de diagnósticos iniciales para planificar estrategias de recuperación: «Los resultados de estas evaluaciones permiten trabajar desde la diversidad y fortalecer la equidad».

Adriana González, profesora de matemática, alerta que la caída de aprendizajes no solo ocurre en verano: «Los fines de semana largos también generan retrocesos. La continuidad con el mismo docente facilita la recuperación».

Reflexión final

La evidencia destaca la necesidad de repensar las vacaciones escolares para mitigar desigualdades. La combinación de políticas educativas, intervenciones comunitarias y el compromiso de las familias puede contribuir a un aprendizaje más equitativo y sostenido.