Tres meses de investigación tuvieron los avezados detectives de la policía tras la pista de los estafadores que prometían un sepelio digno y a la hora de la hora no había ni un cajón de zapatos. Tres meses para poder atraparlos. Y hace años que venían funcionando.

Así lo informan desde su característico sitio web con sirena policial y todo: “En el mes de mayo del corriente año, un hombre denunció sentirse estafado por una empresa de sepelio que había contratado años anteriores y que tras el fallecimiento de su concubina, quiso hacer uso del servicio dándose con la novedad que la compañía no existía”.

Lo que en realidad sucedía es que esta no era otra cosa sino una de las tantas variantes del ya famoso cuento del tío, que en estos lares tiene a tantos a mal traer por perejiles. El modus operandi de los estafadores era el siguiente: a cambio de una cuota mensual fija a uno le ofrecían un ataúd y todo lo que implique la situación de sepelio. Una vez aceptado el pacto, ellos asistían puntualmente, mes a mes, a cobrar la platita. Pero, oh sorpresa, la que se llevaba la familia del finado cuando era hora de pedir el servicio de sepelio. No había nada. Era todo trucho.

La versada pluma policial narra de manera minimalista la investigación: “En forma subrepticia, los investigadores iniciaron las pesquisas y establecieron que las transacciones fraudulentas eran llevadas a cabo por dos hombres y una mujer” los arrestos se hicieron luego de obtener la necesitada orden de allanamiento, entre las pertenencias de los sujetos encontraron las planillas correspondientes, fichas de afiliación, folletería, certificados de ataúd, y documentaciones con membretes de empresas de sepelios, pero ataúdes ninguno.

Los detenidos, finaliza la crónica, fueron puestos a disposición del CIF.