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El cuento del tío 

Mientras Alfredo Olmedo asegura que nada tiene que ver con la explotación de Salta Forestal, a la que el Estado condonó 300 millones de pesos en deuda, los papeles indican que dos sobrinitos suyos son los prestanombres del negocio. (Mariano Arancibia)

“Me sorprendió que Eco Desarrollo cambiara de dueño; hace como 10 años que no voy por Salta Forestal, no tengo ni tuve nada que ver”. Las declaraciones de Alfredo Olmedo bien valían un lugar en la tapa de cualquier periódico o por lo menos un artículo polémico debido a sus dichos poco convincentes. Sin embargo, no tuvieron repercusión y terminaron apareciendo, apenas, en una que otra página de internet.

Se merecían un lugar destacado porque era un testimonio realizado días después de que se conociera una denuncia contra el gobernador Urtubey, a quien se lo acusa de fraude a la administración pública por resignar el cobro de casi 300 millones de pesos, a Eco Desarrollo, firma vinculada desde siempre con la familia Olmedo.

Si bien era de esperar que Alfredo Olmedo se hiciera el distraído; con una denuncia en curso, adoptar la misma actitud no parecía ser el mejor camino para despegarse de una situación complicada, puesto que más que una escapatoria, ocultar la verdad podría mancharlo aún más de lo que ya está. Entonces, vale preguntarse: ¿Por qué en esa respuesta Olmedo no dijo todo lo que sabe? o ¿Por qué se hizo el desentendido cuando conoce las relaciones que hay entre Eco Desarrollo y miembros directos de su familia?

De cualquier manera, es inadmisible su ignorancia al respecto. El fastidio que produjo la denuncia que lo salpica y la obligación de responder una sencilla pregunta con evasivas, evidentemente, activó una vieja actitud reflejo que tiene desde hace años: hacerse el desentendido. En un principio diciendo que las hectáreas de Salta Forestal son de “mi padre, no mías” y ahora expresando que lo tomó por “sorpresa” el cambio de dueños. Palabras más, palabras menos, siempre eludió brindar explicaciones precisas.

La duda quedó sobrevolando para los periodistas más punzantes ya que Alfredo Olmedo no había aclarado absolutamente nada y en cierto sentido por algo seguía guardando información. La respuesta, entonces, sobre quién estaba a cargo, se encontraba no en sus declaraciones sino en el decreto de principios de enero donde resulta beneficiada Eco Desarrollo.

Los primitos

Cierto es que él no aparece en los papeles. Pero dos personas muy cercanas él, sí. Se trata de dos parientes quienes ponen la firma delante. En rigor de verdad: el presidente es Kevin Graham Elliot: un joven de  23 años en cuyo currículum no tiene antecedente alguno de trabajar ni estudiar el campo salteño. Se trata de un reciente estudiante de ingeniería de la Universidad Católica, con domicilio en el exclusivo country “El Tipal”. Un joven apolítico, muy preocupado por pasar su tiempo con amigos, disfrutar de sus viajes al exterior y de tanto en tanto ir al monumental a ver a River. Kevin, es el sobrino de Alfredo; su mamá, Silvia Olmedo de Elliot, es la mayor accionista de Eco Desarrollo desde 2007, año en el cual, también, ingresó al emprendimiento familiar la licenciada en recursos humanos Jessica Victoria Elliot, con el 1 % de las acciones y actualmente es la vicepresidenta de la firma.

Allá por 2007, cuando su madre tenía la mayor cantidad de acciones, Kevin seguramente no soñaba con presidir una poderosa firma a los veinti-pico de años, pero en las familias adineradas pocas veces importan los deseos cuando de preservar el dinero se trata.

Entrado el 2014, su abuelo Antonio Paulino Olmedo, era procesado por defraudación al Estado debido a que había razones suficientes para afirmar que las tierras de Anta, otorgadas para recuperar el suelo, tras largos años de explotación, sólo habían sido utilizadas para la plantación de soja, que destruye el suelo, desobedeciendo así lo estipulado en el acuerdo con la Provincia.

Esto llevó a que Olmedo fuera embargado por la disparatada suma de 1.500 pesos y que, lógicamente tuviera que desligarse del asunto. Resultaba inevitable, entonces, concretar una maniobra ya que era incierto su futuro en tan fabuloso negocio. Así fue que en enero de 2016 colocó al muchachito inexperto pero en quien tenía plena confianza que obedecería a ciegas el mandato familiar.

Según fuentes consultadas, el negocio siempre funcionó bajo el rígido control de Antonio Paulino y del mismísimo Alfredo hasta que se renegoció a principios de este año, pasando la explotación a una empresa en conformación que tiene como nombre Anta Del Plata.

La firma es conocida sólo por el ministro Montero y por Urtubey, y se llegó al acuerdo a pesar de que la empresa no cuenta siquiera con número de CUIL, dirección, ni  titulares. La nueva empresa tendrá la concesión por otros 40 años pagando un canon de tan solo el 10% del valor de la producción, lo que constituye un regalo en materia de arrendamientos rurales donde los dueños de la tierra se quedan entre un 30/50% del valor de la producción. ¿Cuánto recibieron los Olmedo por esto? Es una gran pregunta.

Salta Forestal ha sido un perfecto modo de enriquecimiento para la familia Olmedo gracias a la teta del Estado. Primero con la adjudicación de Romero, luego con el beneplácito de Urtubey. Sin invertir un solo peso y obteniendo como ganancias miles de millones -los cuales merecerían un estudio detallado- la familia del diputado amarillo logró amasar una enorme fortuna.

Solo algunos cortocircuitos episódicos con el poder empujaron a los Olmedos a realizar ciertas maniobras pero siempre se trataron de cambios de nombres para que todo quedara en familia. Silvia, hasta hace poco, estaba casada con Pablo Elliott, y de allí sus hijos Kevin y Jessica. Sabiendo esto, haberlo puesto en aprietos a Olmedo cuando dijo desconocer lo que pasaba no era tarea difícil: el negocio de explotar Salta Forestal siempre fue parte de su círculo íntimo.

En caso de que se desarrolle una investigación en regla, más detalles tendrían que comprometerlo seriamente.

El emprendimiento familiar

Antonio Paulino Olmedo ha hecho participar a sus hijos Alfredo y Silvia en la constitución de diversas empresas, todas relacionadas al rubro agropecuario. Como quedó dicho, Silvia, en 2007,  pasó a ser la mayor accionista de Eco Desarrollo, además, tuvo acciones con su hermano Alfredo en todas las empresas de papá: Agropecuaria Victoria S.A; Olmedo Agropecuaria S.A; Universo Agropecuario S.A; San José de Yatasto S.A; El Garabato S.A; La Fragua S.A., y Alfredo Olmedo S.A.