¿Qué nos muestra con toda crudeza el caso M? Recordemos que con la sigla se hace referencia a la chiquita de 7 años que un cartonero separó de su madre y llevó consigo, en bicicleta, durante interminables tres días de esta semana. Semana preñada de elementos de análisis que sólo muestran el nivel de nuestra ya larga decadencia.
Tras el cartonero en bicicleta se largaron las fuerzas policiales federales, las de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las de la provincia de Buenos Aires. Insisto, el tipo iba en bicicleta, pasó por General Rodríguez, en provincia, y recaló luego en Luján. Sólo pudieron detectarlo cuando una runner, una corredora que entrenaba, se cruzó con él, creyó reconocerlo y llamó al 911.
Todo el despliegue policial de las tres jurisdicciones sólo sirvió para que Sergio Berni, ministro de Seguridad de Buenos Aires, le pegue una cogoteada a Eduardo Villalba, viceministro de Seguridad de la Nación, por un problema de cartel.
Fue patético observar las vueltas del ciclista raptor, filmadas por las cámaras de seguridad, sin que aparezca siquiera un patrullero policial. Eso pone claramente de manifiesto el punto central, neurálgico, de nuestra decadencia: El no funcionamiento del Estado y la endeblez de la formación de los líderes políticos que debieran darle adecuado andamiento.
Que quede claro: no estoy diciendo si debe ser chico o grande, hablo de su ineficiencia y de la falta de preparación de la dirigencia que debiera adecuar el tamaño del Estado y su funcionamiento a las necesidades de nuestro desarrollo y progreso como sociedad.
Por el contrario, esa dirigencia y ese Estado son nuestro principal problema. La primera, por haberse convertido en una corporación que vive a expensas del segundo, y éste, el Estado, por únicamente servir para que por su intermedio aquella casta se enriquezca y viva a expensas de la sociedad.
Fijémonos qué pasa en nuestra provincia.  A través del Boletín Oficial se dio a conocer quiénes podrán recibir primero la vacuna por la labor estratégica que desempeñan. La resolución abarca a los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En una resolución del Comité Operativo de Emergencia (COE) se dispone que se considera personal estratégico para la vacunación contra el COVID-19, con prioridad por ante cualquier otro, a los integrantes de los tres poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Respecto de los municipios, aquellos que acrediten el rol estratégico de su función. Todos, independientemente de la edad y estado de salud.
Del mismo modo, se le da carácter de personal estratégico a los representantes del Estado provincial ante organismos nacionales o internacionales y los funcionarios jerárquicos que se desempeñen en los mismos.  También a las personas que realicen viajes afuera de la provincia como miembros de delegaciones oficiales encabezadas por integrantes de los Poderes del Estado Provincial o personas que deban recibir, en nombre de estos poderes, comitivas oficiales que provengan de otras provincias o del exterior en representación de otros Estados o de organismos nacionales o internacionales.
Es decir que todas estas personas, que viven a expensas del Estado y, por ende, de la sociedad, tienen prioridad, sin atención a su edad y estado de salud, por ante cualquier otra para vacunarse. En otras palabras, se constituye de esta manera una casta privilegiada, que no sólo, muchos de ellos, se enriquecen a expensas del Estado, es decir, de la sociedad,  sino que tienen el privilegio de ver protegida su salud con prioridad a los sectores más vulnerables de la comunidad, como son, estrictamente, el personal de salud y las personas mayores de 65 años.
Por hechos como éste, se afirma, con propiedad, que son una casta, una corporación. Que todo su accionar no está regido por la búsqueda del bien común sino precisamente en beneficio de los integrantes de esa corporación, que por ello mismo deviene en oligárquica.
No es necesario exigir mucho nuestra memoria para recordar que en los momentos crudos de la pandemia, estos sectores públicos habían resuelto pasar a receso, en la legislatura, o a una interminable feria los del poder judicial. Ambos habían olvidado su esencialidad, entregado toda su tropa al poder ejecutivo y corrieron a protegerse en sus respectivos domicilios, sin riesgo alguno. Ahora, al momento de las vacunas, recuperan su esencialidad, su carácter estratégico, para poner con antelación a cualquier otro sus brazos para ser inoculados. Realmente hay que ser caraduras.
Éste es nuestro Estado y ésta nuestra dirigencia. Con ello se explica fácil nuestra decadencia. En los años sesenta del siglo pasado, nuestro PBI per cápita ocupaba el 18° lugar en el mundo. Ahora estamos en el puesto 80°, más o menos. Esa es la explicación. Funcionarios ricos y protegidos en un país empobrecido e inerme.
JUAN SARACHO.