En una historia que mezcla acción, intriga y mucho azúcar, un joven de 19 años fue detenido e imputado por lo que podríamos llamar un crimen de alta glucosa: robar golosinas. Sí, galletitas y caramelos. Nada de lingotes de oro ni joyas de la corona, apenas unas delicias para endulzar la semana.
Los hechos sucedieron en la ciudad de Rosario de Lerma, donde un distribuidor de golosinas cometió el grave error de dejar su camioneta estacionada y sin vigilancia mientras almorzaba. Error fatal: dos muchachos vieron la oportunidad de oro (bueno, de chocolate) y aprovecharon para hacerse de algunos paquetes. ¿El objetivo? Según fuentes imaginarias cercanas al implicado, simplemente se estaba aprovisionando para la Semana de la Dulzura, que, como todos sabemos, se celebra del 1 al 7 de julio. Visión anticipada, no delito.
Pero los amargos de la fiscalía no pensaron igual. El fiscal penal Daniel Alejandro Escalante, célebre por su aversión al azúcar y posiblemente fan del apio crudo, decidió imputar al joven por “hurto simple”. Lo que para muchos fue un intento romántico de intercambiar caramelos por besos en la primera semana de julio, para él fue un crimen que amerita castigo.
Uno de los sospechosos logró escapar (se presume que huyó con las gomitas y los Sugus), pero el otro fue detenido in fraganti con los dulces en la mano. La policía, en una operación que seguramente quedará grabada en los anales de la lucha contra el crimen blando, logró interceptarlo a tiempo.
Ahora el joven enfrenta un proceso judicial mientras media Rosario se pregunta: ¿no hubiera sido más simple darle una bolsa de caramelos y una charla? Al fin y al cabo, solo quería endulzar la vida… en un país que a veces da más amargura que otra cosa.
Pero claro, ya lo decía el dicho: en la tierra del Fernet sin Coca, tener dulzura es delito.