El próximo presidente estará obligado a construir consensos en la Cámara baja, sea del color que sea.
La nueva composición del Congreso quedará definida con los votos que comenzarán a contarse hoy, aunque la matemática no será exacta en términos políticos. Las fronteras entre los bloques quedarán difusas, en especial en el peronismo, y dependerán en buena medida de quién se quede con el premio mayor de suceder a Cristina Kirchner. Los pases del massismo al Frente para la Victoria, un conducto con tránsito fluido incluso en plena campaña electoral, funcionan como un adelanto del escenario volátil y del impudor para los reacomodamientos. La disputa entre lo que quede del kirchnerismo duro y el peronismo, en especial en el caso de un triunfo de Daniel Scioli, también tendrá su capítulo decisivo en un parlamento en el que, en cualquier caso, habrá una bisagra luego de doce años de férrea hegemonía oficialista, con la excepción de dos períodos (2010 y 2011), en los que el Frente para la Victoria perdió la mayoría en Diputados. Ningún espacio, en principio, tendrá el número para controlar esa Cámara.
El escenario se presenta más complicado en Diputados para el FPV, porque tendrá una exigencia altísima: en este turno electoral se renovarán electos con el aplastante 54% de Cristina en 2011. Al actual bloque oficialista -entre puros y aliados- se le terminará el mandato de 84 de sus integrantes, casi dos tercios del total. En este momento cuenta 131, apenas dos más que los necesarios para reunir el quórum y asegurar la aprobación de los proyectos. Si el resultado no varía sustancialmente respecto de las primarias -y tanto las encuestas como las estimaciones de los espacios no indican lo contrario- quedará con unos 110, a casi 20 del número mágico. Así y todo, las espadas legislativas del bloque evitan mostrar preocupación en ese sentido: confían en que si gana Scioli mantendrán el control de la Cámara con los diputados peronistas no enrolados en el kirchnerismo: no sólo del Frente Renovador, también los puntanos que responden a los Rodríguez Saá y los cordobeses de José de la Sota y Juan Schiaretti. El apoyo de Francisco De Narváez a Scioli, todavía sin posibilidad de concretarse en el Congreso porque no hubo actividad parlamentaria, aparece como otro indicador de lo que vendrá, según los referentes del FPV. A Sergio Massa ya lo había abandonado Darío Giustozzi, el jefe de bloque y uno de los socios fundadores del FR. En el Senado el panorama asoma más holgado para el peronismo, incluso con posibilidades de incrementar la cantidad de integrantes, porque renovarán los electos en 2009.
En caso de no ganar Scioli el escenario de fragmentación quedaría todavía más expuesto. En Cambiemos descuentan que en Diputados tendrán que buscar consenso para que avancen los proyectos impulsados por Mauricio Macri si llega a la Presidencia: renovará 20 de sus 64 diputados. Podría crecer en una veintena con un resultado similar al de las primarias, aunque de cualquier modo quedará lejos de los 129 para el quórum. La mesa chica del PRO ya imagina en ese caso que la llave para la gobernabilidad estaría en la búsqueda de puentes con los gobernadores y como consecuencia un Senado menos adverso, a partir del vínculo entre los mandatarios provinciales y sus legisladores en esa Cámara, más preponderante que en Diputados.
UNA en su conjunto, es decir el Frente Renovador y los peronistas cordobeses, tendrán un panorama más favorable: terminarán su mandato 8 de los 23 actuales y si mantiene el porcentaje del 9 de agosto podría llegar a 35, aunque para conservar peso deberá afrontar el desafío de evitar nuevas fugas. Para Progresistas el escenario será más complicado: renovará 9 de los 13 y correrá el riesgo de perder más de la mitad. Para el Frente de Izquierda será todo ganancia, porque los mandatos de sus tres diputados actuales vencerán en 2017.
Los posicionamientos más allá de la matemática incluirán la interna del Frente para la Victoria, con Máximo Kirchner al frente de una suerte de sub-bloque de La Cámpora en tensión con el peronismo tradicional y los legisladores que responden a los gobernadores, con los que buscará arroparse Scioli en caso de ser electo presidente. Juliana Di Tullio, la titular de la bancada, ya avisó que después de diciembre su jefa seguirá siendo Cristina. Su lugar será un botín de ese enfrentamiento, lo mismo que la presidencia de la Cámara.
Fuente: Clarín