A un mes del comienzo de la Revuelta Popular. Los prolegómenos del 18 de Octubre.

 

Una rebelión popular estalló el 18 de octubre en la Ciudad de Santiago de Chile y se propagó durante los sucesivos días a lo largo de todo Chile. Las manifestaciones que se iniciaron debido a las alzas del precio del transporte público se transformaron rápidamente en pocos días en un levantamiento social arraigado en un descontento masivo de más de 30 años de políticas de privatización y precarización. Como dice la frase que circula por el graffiti callejero y los medios sociales, “No son 30 pesos, son 30 años.”

Y en efecto, el año 2019 ha sido un año especialmente intenso en el alza del costo de la vida en Chile. Solo a modo de ejemplo, en abril de 2018 ya se había anunciado un aumento de los impuestos personales de un 30% en promedio, aplicable en tres años. En enero de 2019, se anunció un incremento de 6,4% en las tarifas del TAG (peaje de carreteras de la Región Metropolitana). En mayo, las cuentas de la luz anotaron un alza de un 10,5% en promedio. En septiembre, las Isapres (aseguradoras privadas de salud) subieron un 50%, en promedio su prima GES (asociada a enfermedades que el Estado obliga a cubrir); Fonasa (aseguradora estatal) sólo aumentó sus primas en un 3%. A inicios de octubre la luz volvió a subir otro 9,2% promedio. Todo esto en un contexto en que el 50% de los asalariados del país recibe ingresos inferiores a $400 mil mensuales, mientras que los arrendamientos más baratos en Santiago pueden rondar entre los $200 y los $285 mil pesos chilenos. No es de extrañar, dicho todo lo anterior, que el endeudamiento de los hogares llegó a un máximo histórico de un 73,3% en relación al ingreso disponible durante el 2018. Como se puede ver, el alza de $30 pesos anunciada en Octubre fue la gota que rebalsó un vaso que llevaba mucho tiempo llenándose. Lo anterior se ha visto complementado con una serie de estrategias represivas levantadas desde el Estado para contener violentamente el malestar.

En Chile, el año político y social empezó el 8 de Marzo
El 2019 fue un año de hitos. El primer mojón fue la Huelga Feminista del 8 de Marzo que marcó un momento histórico en Chile y que fué la definitiva entrada del feminismo en el campo político de los movimientos sociales, generando una agenda propia. La consigna “No a la precarización de la vida” – demanda central del 8 de marzo de 2019- ha demostrado ser una de los lemas centrales que se esgrimieron en las movilizaciones que estallan a partir del 18 de Octubre.
Aunque el feminismo como tal fue invisibilizado durante la primera semana del estallido, se ha reorganizado en las jornadas posteriores con una importante presencia en las marchas y levantando demandas concretas. El movimiento feminista – del cual la Coordinadora Feminista 8M es un puntal fundamental – está desarrollando una lucha transversal contra el patriarcado, el capitalismo y el racismo, y es un movimiento que debe estar presente en todas las asambleas, cabildos, onces comunitarias y ollas comunes. Han sido las feministas las que denunciaron antes que nadie la desaparición de mujeres y el uso de la violencia sexual como mecanismo de torturas y de control del mismo tenor que fueron utilizados por las dictaduras militares genocidas.

Los estudiantes secundarios -uno de los grupos más activos en las manifestaciones desde las movilizaciones estudiantiles militantes a partir de la Revolución Pingüina del 2006- venían sufriendo un año de represión extrema. Imágenes de las fuerzas especiales de la policía reprimiendo a estudiantes del Instituto Nacional combinando con la política de control y represión dentro de los espacios escolares apodado por el gobierno como “Aula Segura”, es un intento directo de romper el legado del movimiento estudiantil. Los estudiantes del Instituto Nacional, que han tenido un papel emblemático en la dirección del movimiento estudiantil, fueron objeto de violentos ataques de la policía, expulsiones por las autoridades escolares y criminalización por los medios de comunicación durante este año.

Fueron estos mismos estudiantes los que organizaron evasiones masivas del Metro el 11 de octubre, saltando o rompiendo los torniquetes del Metro para protestar por el alza de 30 pesos. Con los días, sus llamados a tomar parte de este movimiento de evasión creció con apoyo popular. El viernes 18 de octubre, el gobierno de Piñera respondió con aún más represión, transformando el acto pacífico de la evasión en una batalla contra las fuerzas especiales de la policía. Cuando se decidió cerrar el Metro, obligando a miles de trabajadorxs a embutirse en las micros o caminar a casa, la respuesta ciudadana no fue de frustración hacia los estudiantes, sino de solidaridad: el pueblo entero se alzó evadiendo el transporte, luchando contra la policía, y atacando y saqueando en masa los locales de aquellos negocios que precarizan la vida diaria en Chile: Isapres (aseguradoras de salud), AFP (administradoras de fondos de pensión), ENEL (distribuidora eléctrica), grandes supermercados y tiendas de retail.

Ante este escenario, la estrategia del gobierno fue duplicar la apuesta represiva. El día viernes 18 de octubre el Presidente Sebastián Piñera declara por cadena nacional el Estado de Emergencia, que lo habilita para llamar a las fuerzas militares a las calles, y establece el toque de queda para la región de Santiago. La ciudad, lejos de verse intimidada por esta amenaza, se mantiene firme en las calles y desafía el toque de queda, tanto de manera pacífica golpeando ollas y enseres de cocina (“caceroleos”) como violentamente armando barricadas y atacando con piedras o lo que se encontrara a las fuerzas del orden.

En estos momentos existe un descontento generalizado contra todas las políticas neoliberales y la represión que ha vivido por años el pueblo. Mientras se informa de 24 muertos, casi 200 personas que han perdido un ojo por causa de perdigones y existen al menos 52 querellas por violencia sexual, la militarización recrudece. Suenan las consignas «No + AFP», «fin a la mercantilización de la educación, salud, vivienda, transporte y recursos naturales», sumándole el fin de la Constitución de 1980 redactada por la dictadura de Pinochet. La constante indiferencia de los gobiernos frente a los reclamos populares durante 30 años de supuesta democracia, ha dejado en claro que la única forma de terminar con el experimento neoliberal es llevar a cabo un proceso de transformación de raíz. Lamentablemente, no hay salida por vía pacífica, no hay final para el conflicto con militares en las calles y no puede existir marcha atrás sin la dignidad del pueblo trabajador.

Chile en el contexto mundial
La situación de agotamiento del sistema político y económico en Chile impuesto en Dictadura militar y prolongado por los gobiernos de la Concertación no es un proceso aislado del resto de la región y el mundo. En Ecuador, Haití, Líbano, Cataluña, Hong Kong y en diversos lugares, los pueblos se están cansando de los abusos de las clases dirigentes capitalistas. Las protestas mundiales llaman a levantarnos contra los planes del Fondo Monetario Internacional (FMI), y de los Estados y gobernantes de turno que lo ejecutan.
Debemos, por lo tanto, hacer una doble lectura del levantamiento popular en Chile. Lo analizamos tanto como una reacción popular contra las políticas neoliberales como un incipiente hartazgo y decepción ante determinadas experiencias que se desarrollaron en la Región durante el llamado “ciclo de gobiernos progresistas” (Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua) que llegaron al poder con mucha esperanza, inspirando a varios sectores de la izquierda al nivel internacional, pero que han tenido más continuidad que cambio; particularmente después de la crisis económica y la caída de los precios de comodities.
Mientras tanto y en un avance del autoritarismo y de la derecha en la región, vemos como se produjo el Golpe de Estado en Bolivia y la brutal represión racista y clasista contra las comunidades originarias y campesinas.
Por último, debemos destacar el golpe de estado de Honduras en el 2009, respaldado por Estados Unidos e impulsado por la oligarquía hondureña y el ejército. Diez años de política neoliberal, ha dejado en estos momentos sumida a Honduras en una crisis política de proporciones, llevando a la población a protestar ante la represión, corrupción y privatización en los últimos meses.

En otras partes del mundo y con la complicidad estadounidense y europea, está en curso una avanzada militar genocida del Estado turco sobre Siria, que a fuerza de bombardeos y ocupación pretende contrarrestar la vida comunitaria y la propuesta socialista de los cantones liberados por las milicias del YPG, YPJ y el pueblo kurdo. En Cataluña, hace algunas semanas se tomaron masivamente las calles a favor de la libre determinación, la independencia y en repudio al fallo que encarcela a lxs que luchan. Vimos como en Ecuador pueblos indígenas y trabajadorxs organizaron una revuelta que frenó un paquete de medidas de Ajuste (Decreto 883). En Haití, las protestas que ya llevan meses lograron la renuncia del Presidente del país, como también se logró en el Líbano en oposición a la corrupción estatal y a las políticas gubernamentales que buscan imponer cargas sobre los hombros de sus trabajadores con los costos generados por su inepta clase política. En Hong Kong llevan más de seis meses de lucha para evitar que sus habitantes sean controlados y juzgados por la dictadura China. En Nueva York el pasado 2/11 se inició una jornada de protestas y evasión del Metro a causa de los altos costos de la vida y de la violencia racista ejercida por la policía que incluso utiliza como emblema al perro chileno conocido como Negro Matapacos, símbolo de las luchas en Chile. Como se puede ver, Chile forma parte de un entramado mundial de luchas que están aflorando en contra de una vida que -cada vez más- no se puede vivir.

Lucha de clases, accion directa y los intentos de nuevas formas de organización.
Sin masividad y acción directa no hubiese sido posible pararnos frente a quienes nos oprimen. El viernes 25 de octubre, más de 2 millones de personas marcharon por todo Chile y el Wallmapu llamando al Presidente Piñera a renunciar y en favor de una Asamblea Popular Constituyente. El pueblo chileno demostró en ese momento que no hay la necesidad de un plebiscito porque ya votaron con sus pies, con sus cuerpos y con su determinación. La reacción por el gobierno de derecha ha sido más represión y persecución y el 7 de noviembre se anunció un Plan de Orden Público que intenta criminalizar todas formas de protestas que se debe rechazar enfáticamente.
Pero detrás de las barricadas y de la acción directa de masas se está gestando otra historia.
Sosteniendo la destrucción de cientos de símbolos de colonización en plazas y poblaciones y de ingeniosas consignas se está tejiendo algo.
En todo Chile, lentamente pero sin pausa, pujan por consolidarse decenas de Asambleas Territoriales, Cabildos, Onces y Ollas comunitarias. Se están recuperando formas de organización históricas de nuestra clase, se hurga en la memoria para levantar los cimientos de una nueva institucionalidad que brota de la rabia y la protesta si; pero que también es profundamente constructiva y de anchas miras. Lograr el adecuado oxígeno y tareas, la coordinación y planificación y la necesidad de una amplia unidad popular desde abajo serán las tareas del momento.

Una tarea urgente: rodear de solidaridad la lucha del pueblo chileno
El pueblo trabajador de Chile está marcando el camino de la lucha en contra de los estragos que provoca el proyecto neoliberal, como modelo actual de acumulación del sistema capitalista. No hay solución posible desde el Estado y no puede confiarse en los partidos políticos del régimen que, pactando entre pocos y a espaldas del pueblo movilizado, están intentando hacer prosperar un “Acuerdo de Paz” y llamado a una constituyente escamoteada. Un acuerdo entre pocos y sin representatividad que solo logrará darle aire a Piñera y que no aborda las reivindicaciones inmediatas, no pone en agenda el reclamo de justicia por las violaciones a los DD.HH y los asesinatos y parece más un maquillaje y una maniobra distractora.
La agenda, las tareas del momento y las perspectivas emancipatorias las tiene que poner el pueblo trabajador, en la calle. Pero también en cada lugar de trabajo y estudio. Generando y promoviendo Asambleas democráticas en cada territorio que debata las iniciativas y construya un programa de reivindicaciones a corto, mediano y largo plazo.

Llamamos a compañeres en el extranjero en apoyar las luchas del pueblo trabajador chileno, participando en las protestas y asambleas o cabildos organizados en tu ciudad y organizando eventos o charlas sobre la situación política. La lucha del pueblo chileno contra el neoliberalismo es una lucha que resuena por el mundo. Y si el pueblo chileno consigue sus demandas, va ser un ejemplo para diversos movimientos sociales a nivel internacional. Como los rayados callejeros han pronunciado: ¡El neoliberalismo nace y muere en Chile!

¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO CHILENO QUE SE LEVANTA Y LUCHA!
¡POR LA CONSTRUCCIÓN, GENERALIZACIÓN Y COORDINACIÓN DE ASAMBLEAS TERRITORIALES QUE DEBATAN UNA VERDADERA ASAMBLEA POPULAR CONSTITUYENTE PLURINACIONAL Y FEMINISTA!
¡POR EL SOCIALISMO Y LA LIBERTAD!
¡ARRIBA LXS QUE LUCHA

Fuente: Documento de Acción Socialista Libertaria